Pamela Avilés

Ecuatoriana. Tiene 7 hijos. Orientadora Familiar. Actualmente se dedica a la venta de mariscos atendiendo a familias e instituciones.

13 min

Padre Juan Carlos Vásconez,  “La oración, evangelización digital, la Misa, la vida… todo para Gloria de Dios” 

El Padre Juan Carlos es de Ecuador, quiteño de 47 años, Ingeniero en Sistemas, Doctor en Teología Moral en Roma y sacerdote desde el 2015. 

Padre Juan Carlos Vásconez, Es capellán de un colegio y  de la Universidad Hemisferios. Saca adelante varios proyectos digitales, con tendencia a estar en las redes, impulsado a evangelizar a quienes están alejados de Dios, empujado inicialmente por inspiración del Papa Benedicto, de que los católicos también estemos presentes en el sexto continente, que es el continente virtual.

El Padre Juan Carlos Vásconez, es uno de los sacerdotes del  Proyecto de 10 Min con Jesús, de donde nace “Secretos de la Oración”, que viene a ser como un puerto donde todos los navegantes digitales  pueden encontrar los recursos para hacer oración, ya que muchas personas por medio de entrevistas realizadas por el Padre Juan Carlos, cuentan sus experiencias, quedando registradas por escrito en un documento donde se relacionan los temas abordados, con el Magisterio de la Iglesia y del Papa Francisco.

Sobre sus inicios en la oración, el Padre Juan Carlos Vásconez,  nos confiesa que influyó mucho su preparación a la Primera Comunión, ya que ese día en que recibió a Dios por primera vez, le dieron de regalo un librito blanco donde escribió unas peticiones a Dios que le marcaron y que al pasar los años, las volvió a leer removiéndolo para volverse a conectar con Dios.

A los 14 años el Padre Juan Carlos Vásconez comenzó a ir por los Clubes del Opus Dei, donde un amigo le enseñó a hacer oración frente al Sagrario, luego fue monitor de campamentos vacacionales y en la capacitación de monitores también aprendió a ver la diferencia entre lo que es la meditación y lo que es la oración personal; así inicia su trato personal con Dios de manera constante.

Padre Juan Carlos Vásconez

La Vocación

Sobre su oración como sacerdote, el Padre Juan Carlos nos dice que su oración inicial es presentarle al Señor las necesidades de la gente.  Acudiendo a la intercesión de san José, la Virgen María y su ángel custodio, nos cuenta también que de textos espirituales que lee y de la vida misma, también saca materia de oración. El ejemplo de tantas personas entregadas al servicio de los demás y de la vida de los santos siempre lo inspira a ser mejor  hijo de Dios.

Predicar, nos dice el Padre Juan Carlos, lo ayuda mucho y en muchas ocasiones que mete alma, vida y corazón, se conmueve, porque Dios siempre actúa. Como cualquier cristiano también ha tenido momentos de sequedad y aunque le cuesta, no falla en su cita, ya que sabe que su Padre Dios lo espera y su oración se transforma en convicción: Querer, creer, pedir perdón y pedir ayuda, sabiendo que aunque él en esos momentos no escucha, Dios si lo ve y lo escucha. El tema del celular también para él es un distractor, por lo que lo evita tener en sus ratos de oración.
La Misa es el mejor regalo y la oración por excelencia, nos afirma el Padre Juan Carlos Vásconez. El sacerdote va proclamando todo el rato al Padre, a Jesucristo, al Espíritu Santo. Hay pausas a lo largo de la Misa para poder recogerse más y es aquí su oportunidad de rectificar cualquier intención o inicio de vanidad “Por Cristo con Él y en Él a ti Dios Padre Omnipotente, todo honor y toda Gloria por los siglos de los siglos. Amén”. Y también nos recomienda no perder de vista la Comunión y la Acción de Gracias, que la cuidemos y la deseemos vivir bien, porque en ella,  el Señor está con nosotros íntimamente, ideal para hacer la mejor oración.
Finalmente, nos dice el Padre Juan Carlos Vásconez que la oración es el pilar que sostiene toda vocación, en ella conocemos mejor la voluntad de Dios, de allí siempre saldrán cosas buenas, porque la voluntad de Dios siempre te quiere feliz, te quiere mejor persona, te quiere cerca de Él por eso te exige y te pide que sigas sus mandamientos. Nos hace falta en la oración ser conscientes de que no somos nada y que necesitamos de Él para dar espacio a la contemplación de la gloria  de Dios, de su amor infinito hacia nosotros.
Padre Juan Carlos Vásconez

Preguntas para el diálogo

1.  “Id pues, y haced discípulos a todas las gentes”.  La Iglesia católica existe con la idea de evangelizar, ya que Jesucristo mismo lo pidió.
¿Te preocupas de modo especial por  fomentar el espíritu cristiano y acercar personas a tu fe ya sea  en tu trabajo o por medio de las redes sociales?
2.  Orar es siempre posible, pero hay momentos exclusivos para ese trato íntimo con nuestro Padre, así como técnicas o medios para avanzar y crecer en amor a Dios.
¿Te has esmerado en fijar tiempos de oración, para estar en presencia de Dios y considerar tu filiación divina cada día?
3.  “Honor y Gloria a ti Señor Jesús” es una de las verdades de reconocimiento de toda la grandeza, majestad y omnipotencia de Dios.
¿Procuras realizar tus tareas cotidianas o profesionales  cara a Dios? Y cuando se da la satisfacción personal o alabanzas de los demás ¿Has rectificado la intención buscando en todo honor y  gloria para Dios?
4.  La maravillosa riqueza de celebrar la Santa Misa, nos dice el Padre Juan Carlos es la mejor oración y la más completa. Las plegarias, las pausas, el proclamar a las personas de la Santísima Trinidad, la unión de las 3 iglesias, purgante, triunfante y militante, permiten el recogimiento y la unión íntima con Dios.
¿Procuras rezar con pausa y atención las oraciones vocales que se dan en  cada Misa que asistes?
Padre Juan Carlos

Propuestas de Acción

1.  Evangelizar es una tarea que constituye la vida de todo cristiano, misión ineludible. El Evangelio escuchado y acogido siempre salva a las personas que necesitan reconocer la cercanía y misericordia de Dios. El Padre Juan Carlos, sintió ese impulso al escuchar al Papa Benedicto exhortando a evangelizar en el mundo digital e inició la presencia de nuestro Señor Jesucristo en Proyectos digitales.
“La evangelización: es anuncio de la cercanía de Dios en palabras y acciones, familiarización con su voluntad por medio del ingreso en la comunión con Jesucristo” Joseph Ratzinger.
2.  La oración es la relación de los hijos de Dios con su Padre; por lo que el Padre Juan Carlos Vásconez nos confiesa que su oración es meter alma, vida y corazón en ese trato. Como sacerdote la inicia presentándole a Dios las necesidades de quienes él trata, luego nos cuenta que la vida misma con todas sus circunstancias lo conecta con Dios, donde se adhiere con humildad y confianza a lo que su Padre le va pidiendo. Nos recomienda también usar  intercesores para que nos inspiren, como san José, la Virgen María y el Ángel custodio y en ocasiones unos buenos textos espirituales. Y que en periodos de sequedad hacer actos de fe sin fallar a la cita, porque aunque nosotros no le escuchemos, Él siempre escucha.
“Se ora como se vive y se vive como se ora” teniendo presente que orar supone poner esfuerzo y lucha con uno mismo.
3.  Es posible experimentar que queriendo vivir y trabajar para gloria de Dios, la rectitud de la voluntad, fácilmente se tuerce, por lo que el Padre Juan Carlos Vásconez nos cuenta la recomendación que a él le dieron y que la aplica; rectificar la intención en cada Misa;  purificar todos esos sentimientos de vanidad y ofrecerle todo honor y toda gloria a Dios.
¡Cuánto debemos cuidar nuestro trabajo profesional, sabiendo que Dios nos ve! ¡Ofrecerlo al comenzar y agradecer al terminar!
En la Santa Misa, se expresa y se completa toda forma de oración. No hay oración que iguale a la celebración de la Eucaristía.
Así cada vez que asistes a Misa, puedes imaginar perfectamente que entras a un encuentro personal con Jesús, quien te anima a ti y a los presentes  a acercarse a Él, a comer de su pan y de su palabra y finalmente esa Acción de gracias por el alimento recibido, los 10 minutos ideales para hacer la mejor oración con el mejor tiempo de calidad con ese Dios vivo.

tempestad calmada

Meditar con la Sagrada Escritura

1.  Mateo 28, 19-20  “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado”
De tal manera que predicar el Evangelio no es motivo de Gloria, sino una misión irrenunciable.
2.  Lucas 19, 41-44  “En aquel tiempo, cuando Jesús estuvo cerca de Jerusalén y contempló la ciudad, lloró por ella y exclamó: «¡Si en este día comprendieras tú lo que puede conducirte a la paz!
Por tanto, pon mucho amor en ese encuentro con quien tanto te ama.
3.  Lucas 2, 14 “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor”
En la oración debemos aprender a dar Gloria a Dios para que nuestras acciones se conformen en darle todo honor y Gloria solamente a Él, evitando todo amor propio.
4.  Mateo 26,27  Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Tomen y coman, esto es mi Cuerpo. Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, diciendo: «Beban todos de ella, porque esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos para la remisión de los pecados.
Esta acción de Jesucristo revive en cada Eucaristía nuestra para nuestra salvación. Y toda nuestra oración de alabanza es unificada con las palabras del sacerdote.
Meditar con el Papa

Meditar con el Papa Francisco

Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium. Capítulo V. Evangelizadores con Espíritu – Motivaciones para un renovado impulso misionero.
267. Unidos a Jesús, buscamos lo que Él busca, amamos lo que Él ama. En definitiva, lo que buscamos es la gloria del Padre; vivimos y actuamos «para alabanza de la gloria de su gracia» (Ef 1,6). Si queremos entregarnos a fondo y con constancia, tenemos que ir más allá de cualquier otra motivación. Éste es el móvil definitivo, el más profundo, el más grande, la razón y el sentido final de todo lo demás. Se trata de la gloria del Padre que Jesús buscó durante toda su existencia. Él es el Hijo eternamente feliz con todo su ser «hacia el seno del Padre» (Jn 1,18). Si somos misioneros, es ante todo porque Jesús nos ha dicho: «La gloria de mi Padre consiste en que deis fruto abundante» (Jn 15,8). Más allá de que nos convenga o no, nos interese o no, nos sirva o no, más allá de los límites pequeños de nuestros deseos, nuestra comprensión y nuestras motivaciones, evangelizamos para la mayor gloria del Padre que nos ama. (…..)

1.  Homilía en la CAPILLA DE LA DOMUS SANCTAE MARTHAE

Noviembre 27, 2015
(…)
¿Por qué lloras, Señor? Lloras ante un amor no correspondido. Habías amado tanto a Jerusalén, le habías demostrado con obras tu cariño, y sin embargo ella no se daba cuenta de ello y seguía en su pecado. Era como el enamorado que había estado detrás de aquella persona amada persiguiéndola con regalos, flores, chocolates e invitaciones pero la amada nunca supo valorar aquellos detalles.
Así también pasa en mi vida. Tú me amas demasiado y buscas conquistarme. Dame la gracia, Señor, de no hacerte llorar con mi vida. Yo quiero corresponder a tu amor y hacerte feliz. Quiero valorar los dones que me das y aceptarlos para vivir una vida feliz contigo.
«Porque no aprovechaste la oportunidad que Dios te daba». Son muchas las oportunidades que me das para corresponder a tu amor. No necesito grandes actos de heroísmo para demostrar el amor. Ayúdame a descubrir esas oportunidades que pones en mi vida para corresponder a tu amor y aprovecharlas. Oportunidades sencillas como un acto de caridad, un buen rato de oración, una sonrisa al que la necesita, un abrazo a un familiar, un saludo a un compañero, un acto de cariño con el cónyuge, un poco de tiempo con los hijos, la buena realización de mi trabajo o estudio. Todas estas son oportunidades para demostrarte mi amor.
Gracias, Señor, por amarme como me amas. Dame la gracia de corresponder a tu amor (…)
2.  Audiencia  General. Aula Paulo VI. Marzo 7, 2018
(….) La oración eucarística pide a Dios reunir a todos sus hijos en la perfección del amor, en unión con el Papa y el obispo, mencionados por su nombre, signo de que celebramos en comunión con la Iglesia universal y con la Iglesia particular. La súplica, como la ofrenda, es presentada a Dios por todos los miembros de la Iglesia, vivos y difuntos, en espera de la beata esperanza para compartir la herencia eterna del cielo, con la Virgen María (cf. CIC, 1369-1371). Nada ni nadie es olvidado en la oración eucarística, sino que cada cosa es reconducida a Dios, como recuerda la doxología que la concluye. Nadie es olvidado. Y si tengo alguna persona, parientes, amigos, que están en necesidad o han pasado de este mundo al otro, puedo nominarlos en ese momento, interiormente y en silencio o hacer escribir que el nombre sea dicho. «Padre, ¿cuánto debo pagar para que mi nombre se diga ahí?» —«Nada». ¿Entendido esto? ¡Nada! La misa no se paga. La misa es el sacrificio de Cristo, que es gratuito. La redención es gratuita. Si tú quieres hacer una ofrenda, hazla, pero no se paga. Esto es importante entenderlo. Esta fórmula codificada de oración, tal vez podemos sentirla un poco lejana —es cierto, es una fórmula antigua— pero, si comprendemos bien el significado, entonces seguramente participaremos mejor. Esta, de hecho, expresa todo lo que cumplimos en la celebración eucarística; y además nos enseña a cultivar tres actitudes que no deberían nunca faltar en los discípulos de Jesús. Las tres actitudes: primera, aprender a «dar gracias, siempre y en cada lugar» y no solo en ciertas ocasiones, cuando todo va bien; segunda, hacer de nuestra vida un don de amor, libre y gratuito; tercera, construir una concreta comunión, en la Iglesia y con todos. Por lo tanto, esta oración central de la misa nos educa, poco a poco, en hacer de toda nuestra vida una «eucaristía», es decir, una acción de gracias.
san josemaría y don alvaro

Meditar con san Josemaría

1.  María nos hace sentirnos hermanos. Es Cristo que pasa. (145)
No se puede tratar filialmente a María y pensar sólo en nosotros mismos, en nuestros propios problemas. No se puede tratar a la Virgen y tener egoístas problemas personales. María lleva a Jesús, y Jesús es primogenitus in multis fratribus, primogénito entre muchos hermanos. Conocer a Jesús, por tanto, es darnos cuenta de que nuestra vida no puede vivirse con otro sentido que con el de entregarnos al servicio de los demás.
Un cristiano no puede detenerse sólo en problemas personales, ya que ha de vivir de cara a la Iglesia universal, pensando en la salvación de todas las almas.
2. Vida de Oración – Amigos de Dios (238)
Siempre que sentimos en nuestro corazón deseos de mejorar, de responder más generosamente al Señor, y buscamos una guía, un norte claro para nuestra existencia cristiana, el Espíritu Santo trae a nuestra memoria las palabras del Evangelio: conviene orar perseverantemente y no desfallecer. La oración es el fundamento de toda labor sobrenatural; con la oración somos omnipotentes y, si prescindiésemos de este recurso, no lograríamos nada.
Quisiera que hoy, en nuestra meditación, nos persuadiésemos definitivamente de la necesidad de disponernos a ser almas contemplativas, en medio de la calle, del trabajo, con una conversación continua con nuestro Dios, que no debe decaer a lo largo del día. Si pretendemos seguir lealmente los pasos del Maestro, ése es el único camino.
3.  CAMINO . CAP. 37. LA GLORIA DE DIOS
Es bueno dar gloria a Dios, sin tomarse anticipos (mujer, hijos, honores…) de esa gloria, de que gozaremos plenamente con El en la Vida…(779)
Además, El es generoso… Da el ciento por uno: y esto es verdad hasta en los hijos. —Muchos se privan de ellos por su gloria, y tienen miles de hijos de su espíritu. —Hijos, como nosotros lo somos del Padre nuestro, que está en los cielos.
 «Deo omnis gloria». —Para Dios toda la gloria. —Es una confesión categórica de nuestra nada. El, Jesús, lo es todo. Nosotros, sin El, nada valemos: nada. (780)
     Nuestra vanagloria sería eso: gloria vana; sería un robo sacrílego; el «yo» no debe aparecer en ninguna parte.
Sin mí nada podéis hacer, ha dicho el Señor. —Y lo ha dicho, para que tú y yo no nos apuntemos éxitos que son suyos. —»Sine me, nihil!…» (781)
¿Cómo te atreves a emplear ese chispazo del entendimiento divino, que es tu razón, en otra cosa que no sea dar gloria a tu Señor? (782).
Si la vida no tuviera por fin dar gloria a Dios, sería despreciable, más aún: aborrecible. (783)
 Da «toda» la gloria a Dios. —»Exprime» con tu voluntad, ayudado por la gracia, cada una de tus acciones, para que en ellas no quede nada que huela a humana soberbia, a complacencia de tu «yo». (784)

 


Escrito por:

Pamela Avilés

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