Pamela Avilés

Ecuatoriana. Tiene 7 hijos. Orientadora Familiar. Actualmente se dedica a la venta de mariscos atendiendo a familias e instituciones

10 min

MARIA JOSÉ CASADO, “La oración, adorando a Jesús Sacramentado”

María José también nos cuenta que el haber iniciado en esta oración contemplativa ante Jesús Sacramentado, le cambió la vida. Cuando se habla de tratar al Señor, cada uno emprende su propio camino de oración.

María José es de Guatemala, tiene 33 años, de familia católica, vive en Venezuela.  Actualmente se mueve con el apostolado de la Parroquia y también imparte doctrina y su amor a Dios en una cuenta en IG majiitocasado, en los podcast Las Huellas de Cristo y tiene un espacio en la radio Emausradio los martes a las 20h00 (Hora de Guatemala).

Sobre su encuentro inicial con Dios, María José nos comenta que desde muy pequeña le hacía ilusión la preparación de la Primera Comunión así como la piedad que le inculcaban sus abuelos. Llegó a ser catequista aunque sin mayor vida interior, por lo que termina haciendo una pausa en sus prácticas de piedad.

A los 19 años María José siente un renacer en su vida espiritual al encontrarse con un sacerdote que la invita a un retiro, donde en el silencio y encuentro personalizado con el Señor, entra en la reflexión de la unidad de vida, y en ese análisis de su vida integral, saca el propósito de conocer más a Dios para servir mejor a la Iglesia como cristiana coherente.

Encuentro con Dios

María José Casado entra a estudiar Teología en la Universidad paralelamente a su carrera profesional. Y todo lo que iba aprendiendo la movía a compartirlo entre sus familiares y amistades. La ilusión la llevó a reunir amigas para hablar de Dios e incluso catequizar a su mamá para que culmine con el Sacramento de la Confirmación.

Terminando sus estudios de Teología, la Universidad le pide prácticas y María José se incorpora nuevamente en la parroquia.

Más adelante comienza la oración contemplativa con 1 hora semanal de adoración perpetua ante el Santísimo, escogiendo un horario que le implique un poco de sacrificio “miércoles a la medianoche “.

María José nos comenta que siente que es el momento de conocer más al Señor, dejarse llevar y confiar más en Él. Todo iba bien hasta que llegó la pandemia y se cerraron las iglesias. Actualmente, ha retomado su hora de adoración perpetua pero los días viernes de 3 a 4 pm.

Oración Contemplativa

María José también nos cuenta que el haber iniciado en esta oración contemplativa ante Jesús Sacramentado, le cambió la vida. Cuando se habla de tratar al Señor, cada uno emprende su propio camino de oración.

María José inició con libros, salmos, repitiendo oraciones, contándole sus cosas y nos asegura que cada día es distinto con sus picos y altibajos. Es como sacar agua del pozo, a veces está cerca y a veces al fondo, pero siempre hay agua para beber.

En la oración delante del Santísimo, nos dice María José, Él siempre te toca y te empapa, depende de uno, no falta a esa cita con Él y mostrarse sin maquillaje, cansado, abatido, con ilusiones y sueños para con fe saber recostar la cabeza en su pecho.

En resumen, la Adoración Perpetua trae mucho fruto, nos recomie

nda María José, anotarte una hora de adoración contemplativa con tu Padre y Señor, que todas esas horas se acumulan serán como un tesoro al llegar al cielo.

No perder de vista que allí donde hay Oración Eucarística, Dios lo transforma todo. Él no se deja ganar en generosidad, inclusive en tiempo de pandemia, se deja exponer ante una pantalla, para que no lo extrañemos.

María José

Preguntas para el diálogo

“Te adoro con devoción Dios escondido..” es una frase de un himno, que nos afirma la presencia real de nuestro Señor en la Eucaristía y que nos mueve a amarlo en silencio.

¿Has considerado cómo es tu devoción, respeto y amor hacia la Eucaristía? Tomando conciencia del infinito bien que se nos ha dado.

El cristiano que se mueve a hacer oración ante el Santísimo Sacramento expuesto, no solo cree en la presencia real de Jesucristo, sino que da testimonio del tesoro más grande que tiene la Iglesia.

¿Procuras darte espacios de Adoración ante el Santísimo en silenciosa contemplación?

“…. es el momento de conocer más al Señor, dejarse llevar y confiar más en Él” fue la decisión de María José. Postrarse ante la presencia de Jesús Sacramentado es reflexionar y dejarse interpelar por quien te creó y te ama.

¿Tienes presente de modo especial la necesidad de ser transformado ante la presencia de Jesús Sacramentado, considerando esa conversación espiritual en adoración silenciosa?

María José nos dice que “El Señor es muy agradecido, nos toca y nos empapa de su amor. En esa Adoración Perpetua Él transforma todo y su oración trae mucho fruto”.

Después de iniciarte en esta devoción hacia Jesús Sacramentado, ¿Procuras agradecer los frutos en tu avance espiritual?

El inicio de la oración contemplativa ante Jesús Sacramentado, me cambió la vida, nos cuenta María José.

¿Has logrado emprender tu propio camino de oración, consciente de que la Eucaristía es fuente y raíz de nuestra vida interior?

María José

Propuestas de Acción

La Devoción, Adoración y Culto a Jesús Sacramentado, se debe exclusivamente a nuestra fe, creemos que allí se encuentra la presencia real de Cristo, Dios y hombre verdadero, bajo la especies del pan.

¡Por tanto este culto de adoración no sólo encierra la Gracia, sino que encierra al mismo Autor de Ella!
“Estás allí como prisionero de amor por mí “, lo piensa María José.

¿Cómo no Adorar y visitar a Jesucristo en el Santísimo Sacramento? Aquel que siendo Dios se hizo hombre, Salvador nuestro, que nos ha amado hasta dar su vida por nosotros y que sigue amándonos con un amor eterno.

Quien Adora a Jesús Sacramentado, no sólo da testimonio de fe, sino también de amor, de un amor correspondido, de un amor humilde que reconoce la misericordia de un Dios que eligió quedarse en el Santísimo Sacramento para quedarse con nosotros hasta el fin del mundo.

Importante recordar que si la comunión sacramental es ante todo un encuentro con la Persona de Cristo, la Adoración Eucarística es una prolongación de ese encuentro.

“El Santo Padre Benedicto XVI nos recordaba que la adoración no es un lujo sino una prioridad.”

La adoración 

La adoración implica ante todo llegar a la intimidad con el Señor. Es entregarle todo nuestro corazón, dejarse moldear, dejarse amar. Quien adora encuentra paz, una paz que el mundo no conoce.

“Que busques a Cristo. Que encuentres a Cristo. Que ames a Cristo” San Josemaría.

“¡Anda ponte delante de Él y verás cómo te transforma!” nos dice María José.

Los frutos son incontables: de conversión, de salvación, de sanación de viejas heridas, de perdón, de reconciliación. En muchas ocasiones, nacen vocaciones al celibato apostólico o también se toman decisiones importantes cara al matrimonio.

En la Eucaristía encontramos a Cristo. ¡Qué mejor manera de rezar ante el Señor presente en la Eucaristía!

La Eucaristía es el lugar privilegiado del encuentro de un cristiano con Jesucristo, para sacar la fortaleza de emprender el camino poniendo a Cristo en la cumbre de todas las actividades. En la Eucaristía el Espíritu Santo fortalece la identidad de los fieles de ser otros Cristo, con la voluntad recia de anunciar el Evangelio.

Meditar con la palabra

Meditar con la Sagrada Escritura

Juan 1, 35 – 42
“Y, Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: «¿Qué buscáis?» Ellos le respondieron: «Rabbí – que quiere decir, «Maestro» – ¿dónde vives?» Les respondió: «Venid y lo veréis». Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con Él aquel día.

Pedir la Gracia para tener ese encuentro con Dios y nunca dejarle.

Marcos 1, 14 – 20
“Jesús les dijo: -Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres. Al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban también en la barca arreglando” .

Por tanto seamos fieles a esos ratos de oración con el Señor, que Él dirija nuestros pensamientos y nuestras acciones.

Mateo 9, 9
“En aquel tiempo, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a su mesa de recaudador de impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió.” Mateo se levantó, le siguió y cambió su vida.

Tú y yo tenemos la misma oportunidad de que Dios se digna mirarnos y nos llame.

Lucas 24, 29
Pero ellos le forzaron diciéndole: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado.» Y entró a quedarse con ellos.

Cuando estamos frente a Cristo, el alma se siente atraída a quedarse con Él.

siervo

Meditar con el Papa Francisco

(Homilía de S.S. Francisco, 30 de noviembre de 2015)

El Apóstol Andrés, con su hermano Pedro, al llamado de Jesús, no dudaron ni un instante en dejarlo todo y seguirlo: «Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron».

También aquí nos asombra el entusiasmo de los Apóstoles que, atraídos de tal manera por Cristo, se sienten capaces de emprender cualquier cosa y de atreverse, con Él, a todo.

Cada uno en su corazón puede preguntarse sobre su relación personal con Jesús, y examinar lo que ya ha aceptado –o tal vez rechazado– para poder responder a su llamado a seguirlo más de cerca.

El grito de los mensajeros resuena hoy más que nunca en nuestros oídos, sobre todo en tiempos difíciles; aquel grito que resuena por «toda la tierra […] y hasta los confines del orbe».

Y resuena también hoy aquí, en esta tierra de Centroáfrica; resuena en nuestros corazones, en nuestras familias, en nuestras parroquias, allá donde quiera que vivamos, y nos invita a perseverar con entusiasmo en la misión, una misión que necesita de nuevos mensajeros, más numerosos todavía, más generosos, más alegres, más santos.

Todos y cada uno de nosotros estamos llamados a ser este mensajero que nuestro hermano, de cualquier etnia, religión y cultura, espera a menudo sin saberlo.

En efecto, ¿cómo podrá este hermano –se pregunta san Pablo– creer en Cristo si no oye ni se le anuncia la Palabra?

Homilía de S.S Francisco, 06 de enero 2020, Solemnidad Epifanía del Señor

“…..Adorar es encontrarse con Jesús sin la lista de peticiones, pero con la única solicitud de estar con Él. Es descubrir que la alegría y la paz crecen con la alabanza y la acción de gracias.

Cuando adoramos, permitimos que Jesús nos sane y nos cambie. Al adorar, le damos al Señor la oportunidad de transformarnos con su amor, de iluminar nuestra oscuridad, de darnos fuerza en la debilidad y valentía en las pruebas. Adorar es ir a lo esencial: es la forma de desintoxicarse de muchas cosas inútiles, de adicciones que adormecen el corazón y aturden la mente.

De hecho, al adorar uno aprende a rechazar lo que no debe ser adorado: el dios del dinero, el dios del consumo, el dios del placer, el dios del éxito, nuestro yo erigido en dios.

Adorar es hacerse pequeño en presencia del Altísimo, descubrir ante Él que la grandeza de la vida no consiste en tener, sino en amar.

Adorar es redescubrirnos hermanos y hermanas frente al misterio del amor que supera toda distancia: es obtener el bien de la fuente, es encontrar en el Dios cercano la valentía para aproximarnos a los demás. Adorar es saber guardar silencio ante la Palabra divina, para aprender a decir palabras que no duelen, sino que consuelan….”

Meditar con san Josemaria

Meditar con san Josemaría

  • «Non manifeste, sed quasi in occulto» —no con publicidad, sino ocultamente: así va Jesús a la fiesta de los Tabernáculos. Así irá, camino de Emaús, con Cleofás y su compañero. —Así le ve, resucitado, María Magdala.
    Y así —»non tamen cognoverunt discipuli quia Jesus est»— los discípulos no conocieron que era Él —así acudió a la pesca milagrosa que nos cuenta san Juan. Y más oculto aún, por Amor a los hombres, está en la Hostia. Camino, 843
  • ¡Qué bien se explica ahora el clamor incesante de los cristianos, en todos los tiempos, ante la Hostia Santa! Canta, lengua, el misterio del Cuerpo glorioso y de la Sangre preciosa, que el Rey de todas las gentes, nacido de una Madre fecunda, derramó para rescatar el mundo. Es preciso adorar devotamente a este Dios escondido: es el mismo Jesucristo que nació de María Virgen; el mismo que padeció, que fue inmolado en la Cruz; el mismo de cuyo costado traspasado manó agua y sangre. Es Cristo que pasa, 84
  • Amor con amor se paga ¡Jesús se ha quedado en la Hostia Santa por nosotros!: para permanecer a nuestro lado, para sostenernos, para guiarnos. Y amor únicamente con amor se paga. ¿Cómo no habremos de acudir al Sagrario, cada día, aunque sólo sea por unos minutos, para llevarle nuestro saludo y nuestro amor de hijos y de hermanos? Surco, 686
  • Cárcel de amor Me gusta llamar ¡cárcel de amor! al Sagrario. —Desde hace veinte siglos, está Él ahí… ¡voluntariamente encerrado! por mí, y por todos. Forja, 827
  • Comenzaste con tu visita diaria… No me extraña que me digas: empiezo a querer con locura la luz del Sagrario. Surco, 688

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Secretos de la Oración


Escrito por:

Pamela Avilés

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