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P. Juan Carlos

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SEGUIR LA VOCACIÓN COMO SANTA CLARA

Santa Clara es un ejemplo de cómo Dios toca los corazones y cambia a las personas para hacer su voluntad, arrastrando por la fuerza del amor a ser testimonios del Reino de los Cielos.

SANTA CLARA: LLAMADO Y ENCUENTRO CON SAN FRANCISCO

Celebramos hoy la fiesta de Santa Clara y pensaba que podía ser una buena cosa, un buen ejercicio en nuestra oración, conversar con el Señor revisando la vida de esta santa nació en Asís Italia, en 1193 y su padre era un caballero rico, poderoso. Su madre era descendiente de una familia noble y feudal; era una mujer muy, muy cristiana, de ardiente piedad y de gran celo por el Señor.
Desde sus primeros años Clara se vio dotada de innumerables virtudes y aunque su ambiente familiar le pedía a ella otra cosa, siempre, desde pequeña, fue asidua a la oración y a la mortificación.
Los autores señalan que siempre mostró gran desagrado por las cosas del mundo. En cambio, un gran amor y deseo por crecer cada día en su vida espiritual.
Ya en esa época se oía de los Hermanos Menores, de los «franciscanitos” como se les llamaba a los seguidores de san Francisco de Asís. Clara sentía gran compasión y amor por ellos, aunque tenía prohibido por sus padres verles y hablarles. Sin embargo, ella buscaba los medios para cuidar de los franciscanos y les proveía enviando a una de sus criadas.
Le llamaba mucho la atención cómo los frailes gastaban su tiempo y sus energías cuidando a los leprosos. Todo lo que ellos eran y hacían le llamaba mucho la atención y ella -dejó escrito-se sentía unida a ellos de alguna forma y también a la misión que tenían los en esta tierra.

PLENA LIBERTAD PARA SEGUIR A CRISTO

Pero la conversión de Clara tuvo lugar cuando ella fue a escuchar un sermón a san Francisco de Asís. Era en el año 1210, ella tenía 18 años y San Francisco predicó en la catedral los sermones de Cuaresma. Insistió en que para tener plena libertad para seguir a Jesucristo, hay que librarse de las riquezas y de los bienes materiales.
Y al oír estas palabras que pronunció san Francisco, decía él: “Este es el tiempo favorable… este es el momento… ha llegado el tiempo de dirigirme hacia Él que me habla al corazón desde hace tiempo… es el tiempo de optar, de escoger”.
Y cuando escuchaba estas palabras, Santa Clara sintió una gran confirmación de todo lo que venía experimentando en su interior.
Durante todo el día y toda la noche meditó en esas palabras que habían ido calando cada vez más profundo en su corazón. Y tomó esa misma noche la decisión de comunicárselo a San Francisco y de no dejar que ningún obstáculo la detuviera en responder al llamado del Señor, depositando en Él toda su fuerza y toda su entereza.
Cuántas veces encontramos chicos que también se mueven en el corazón después de haber vivido una experiencia -irse de misiones, estar en los Ejercicios Espirituales – y también tienen esa fuerza de que Dios les toca el corazón.
A veces pensamos que las vocaciones al celibato sólo se dan en personas las cuales desde pequeños no han tenido otros intereses. Y la verdad es que, al igual que Santa Clara, es normalmente un momento en el que el Señor se mete en el corazón y lo toca con fuerza.

LAS RENUNCIAS DE UNA VOCACIÓN

Claro que a veces uno duda o a veces a uno le parece que es muy radical, o miles de tonteras que se te pueden pasar por la cabeza. Pero la verdad es que el Señor cuando toca un corazón no le deja tranquilo…
Y uno tiene como esa sensación de que le falta algo, que de alguna forma debería ser más, de que Dios le pide más… Y eso es lo que hace Santa Clara.
A Santa Clara el Señor le pedía una vocación muy fuerte que era dejar todas las cosas que tenía y hacer algo similar a lo que había hecho Francisco de Asís.
A todos no nos llevará por ese mismo camino, no todos tenemos que vestirnos de saco y sayal, o ponernos a regalar absolutamente todas las cosas a los pobres.
Lo que sí es cierto es que la vocación de cada uno es algo que queda entre Dios y esa persona. Y Dios normalmente escoge a muchas, muchas personas – chicos o gente más grande -, para que se entreguen completamente a Él.
Los afanes del mundo, la vanidad y a veces también, la contraposición de las familias, hace difícil que se lleve a cabo esto.

Como Santa Clara

SEÑOR, DANOS MUCHAS VOCACIONES

Por eso hoy, en este rato de oración, Señor, queremos pedirte que nos des más fuerza para vivir mejor nuestra vocación, y para que haya muchas vocaciones de la Iglesia”, a lo Santa Clara o a lo, no sé, a lo Santa Teresita o a lo que sea.
Cada uno tiene que tener el carisma que Dios le ha llamado, que Dios ha puesto en su corazón, y que normalmente va escogiendo medios humanos para que vaya creciendo y se vaya haciendo cada vez más fuerte.
Vivir bien la vocación, escuchar la voz de Dios: ¿Qué quieres, Señor de mí? ¿Qué quieres, Señor de mí? Porque no es simplemente una determinación de un momento y decir bueno, ya después veamos qué pasa, sino que una vocación se va concretando en el tiempo, va haciendo que las cosas funcionen cada vez con más profundidad.

CLARA: RELIGIOSA Y FUNDADORA DE LAS CLARISAS

Santa Clara de Asís se fuga de su casa el 18 de marzo de 1212, ya hace más de mil años. Era un Domingo de Ramos y empezó así una gran aventura, la gran aventura de su vocación. Se sobrepuso a los obstáculos y al miedo para dar una respuesta concreta a lo que el Señor había puesto en su alma.
Llegó a esa humilde capilla que se llama la Porciúncula, donde esperaban Francisco y los demás Hermanos Menores. Y cuando llegó ahí, se consagró al Señor por manos de Francisco.
Y dice el relato: “De rodillas ante San Francisco, hizo Clara la promesa de renunciar a las riquezas y a las comodidades del mundo y de dedicarse a una vida de oración, de pobreza y penitencia.
San Francisco, como primer paso, tomó unas tijeras y le cortó su larga y hermosa cabellera, y le colocó en la cabeza un sencillo manto y la envió donde unas religiosas que vivían allí cerca, a que se fuera preparando para ser una santa religiosa”.
Después cuenta el relato que fue trasladada temporalmente y por seguridad donde unas monjas benedictinas, ya que el papá, que era un noble, salió con furia del palacio para intentar agarrarla.
Pero esa firme convicción de Clara, a pesar de sus cortos años, al final hizo que su padre desistiera y que la dejara.

FUNDANDO UNA NUEVA ORDEN

Virgen de los Ángeles
Días más tarde, San Francisco, preocupado también por la seguridad, le pidió que se fuera a otro monasterio de Benedictinas.
Allí le siguió su hermana Inés, quien fue una de las principales colaboradoras en la Orden de las Clarisas, y luego también su prima Pacífica.
San Francisco le fue animando y fundaron esta nueva orden, la Orden de las Clarisas. Siempre atenta a las necesidades de cada una de las personas que se acercaban, con una ternura y una atención de madre, esta nueva fundación, con Santa Clara a la cabeza, hicieron muchísimo bien a la Iglesia y lo siguen haciendo.
Es impresionante el bien que hacen los religiosos en nuestro mundo. Son un testimonio de la vida futura, de que han dejado todo porque Dios es más grande.
Y Dios va removiendo los corazones que hagan falta: removió también los corazones del padre de Santa Clara, y de su tío y de las personas que estaban alrededor.
Es que cuando Dios tiene un plan, lo más sensato que hay es unirse a ese plan, porque es la única forma de que alcancemos la alegría, la verdadera alegría.
El Señor sigue llamando hoy a muchas mujeres y muchos hombres para que le sigamos de cerca. Y todos tenemos que saber que cuando uno corresponde a eso, encuentra la felicidad verdadera, aunque a veces haya obstáculos y cosas difíciles tanto el inicio, como el intermedio, como el final.
Porque seguir a Cristo no es fácil, como dice el mismo Jesús:

El que quiera seguirme, que tome su cruz de cada día y me siga
(Mt 16, 24)
Señor, hoy que terminamos este rato de oración. Acudimos a tu Madre Santísima para pedirle a Ella que nos ayude a estar siempre atentos a llevar tu cruz. Para hacer tu voluntad, y vivir nuestra vocación.


Citas Utilizadas

Ez 12, 1-12

Sal 77

Mt 18,21. 19,1

Reflexiones

Señor, que sepa renunciar a lo que me pides, como lo hizo Santa Clara, y viva así mi vocación como Tú lo quieres.

Predicado por:

P. Juan Carlos

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