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Pablo Aguilera Labarca

Sacerdote Chileno, Médico Cirujano, Capellán del Colegio Pinares (Chiguayante)

4 min

Recomponer la Unidad

En la actualidad es más probable conseguir esa unidad entre la Iglesia Católica romana y la Iglesia Ortodoxa, porque tienen una casi total identificación en la doctrina

San Juan recoge en su Evangelio una larga oración de Jesús. Una de las peticiones que hace a su Padre es: “que todos sean uno: como Tú, Padre, estás en mí y yo en Ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste” (Jn 17, 21).

La unidad que pide el Señor tiene varias dimensiones: unidad en la fe, unidad con la cabeza de la Iglesia –el Vicario de Cristo, el Papa-, unidad entre los bautizados -fraternidad-. Lamentablemente, en los siglos transcurridos desde la inauguración de la Iglesia en Pentecostés, han ocurrido numerosas rupturas a esa unidad por motivos doctrinales que han generado iglesias distintas a la Católica; por ejemplo la Iglesia Ortodoxa en el siglo XI, y numerosas comunidades cristianas protestantes en el siglo XVI y sus numerosas subdivisiones. 

También ha habido separaciones por motivos políticos, la ruptura provocada por el rey Enrique VIII, que originó la comunidad anglicana. Además, ha habido otras divisiones menores.

¿Qué tienen en común las religiones cristianas?

Coinciden en bastantes cosas:

 – Hay un solo Dios -Padre, Hijo y Espíritu Santo-.

– Jesucristo es la Segunda Persona de la Trinidad hecho hombre. Padeció y murió en la Cruz para salvarnos.

– Los Diez Mandamientos son el resumen de la moral que se debe practicar.

– El Bautismo es el inicio de la vida cristiana.

– La oración y la Biblia son imprescindibles; etc.

Todos ellos son puntos de partida para buscar la unidad. Esto no quiere decir hacer la vista gorda a las diferencias doctrinales reales que existen.

La Unidad

A principios del siglo XX surgió en ambientes protestantes y católicos el deseo de trabajar por la unidad de las confesiones cristianas. El pastor episcopaliano Paul Wattson (EEUU), en el año 1908, propuso una Semana de oración por esta intención. Fue bien acogida por el Papa Pío X y, posteriormente,  Benedicto XV el año 1916 alentó que se observara en toda la Iglesia Católica. Esta Octava u Octavario de oración se realiza entre la fiesta de la Cátedra de san Pedro (se celebraba el 18 enero; actualmente se celebra el 22 de febrero) y la de la conversión de san Pablo (25 enero). Aunque en algunos países del hemisferio sur, este Octavario se celebra desde el lunes siguiente a Pentecostés, es decir es una fecha móvil.

Padre Paul Wattson (ya sacerdote católico)

Como dato relevante hay que recordar que el Pastor Wattson se incorporó a la Iglesia Católica en 1909 y al año siguiente fue ordenado sacerdote.

La Iglesia Católica en el Concilio Vaticano II (1962-1965) dice que «única es la Iglesia fundada por Cristo Señor, aun cuando son muchas las comuniones cristianas que se presentan a los hombres como la herencia de Jesucristo». Esta división contradice la voluntad de Cristo; es un escándalo para el mundo y un serio obstáculo para la evangelización. Por ello «promover la restauración de la unidad entre todos los cristianos es uno de los fines principales que se ha propuesto el sacrosanto Concilio Vaticano II». 

En la actualidad es más probable conseguir esa unidad entre la Iglesia Católica romana y la Iglesia Ortodoxa, porque tienen una casi total identificación en la doctrina. Se necesita un acuerdo en cómo entender el servicio del primado del Papa. San Juan Pablo II en referencia al Oriente y Occidente cristianos habló de los dos pulmones por los que respira la Iglesia de Cristo.

La Unidad

Papa Francisco y Kiril, Patriarca ortodoxo de Moscú

Conseguir esta ansiada unidad no es tarea fácil. Requiere de un diálogo franco y respetuoso entre las distintas confesiones cristianas, para conocer mejor los planteamientos doctrinales de cada una. Y sobre todo requiere de mucha oración. Hemos de hacer eco a las palabras de Jesús poco antes de su muerte: “Que todos sean uno”. La Iglesia nos impulsa, durante esa semana, a unirnos a la oración del Señor, a dar un paso más en la identificación de nuestros sentimientos con los de Cristo y a hacer propio ese ardiente anhelo.

El deseo «de reconciliar a todos los cristianos en la unidad de la única Iglesia de Jesucristo excede las fuerzas y la capacidad humanas. Por eso pone toda su esperanza en la oración de Cristo por la Iglesia» (Vaticano II). La unidad es un don que recibimos de Dios. Benedicto XVI nos recordaba que «no podemos “hacer” la unidad solo con nuestras fuerzas. Podemos obtenerla solamente como don del Espíritu Santo».

No hay una fórmula específica para vivir este Octavario. En distintas páginas web católicas podemos encontrar propuestas variadas. Aquí va una oración, entre otras, que podemos rezar durante esos ocho días:

«Señor Jesús, Tú que, en vísperas de morir por nosotros, oraste para que tus discípulos fueran perfectamente uno, como Tú en tu Padre y tu Padre en Ti, haznos sentir la infidelidad de nuestra desunión. Danos la lealtad para reconocer y el coraje para rechazar lo que hay en nosotros de indiferencia, desconfianza e incluso de muda hostilidad. Concédenos reencontrarnos a todos en Ti, para que, de nuestras almas y nuestros labios, ascienda incesantemente tu oración por la unidad de todos, como Tú lo quieres, por los medios que Tú quieres. En Ti que eres la caridad perfecta, haznos encontrar el camino que conduce a la unidad, en obediencia a tu amor y a tu verdad. Amén.»


Escrito por

Pablo Aguilera Labarca

Sacerdote Chileno, Médico Cirujano, Capellán del Colegio Pinares (Chiguayante)

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