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Ecuatoriana, esposa y madre. De profesión psicóloga especializada en el consumidor, marketing, nutrición y teología. Estudiante de doctorado

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Serie Especial del Año de San José: Segunda Parte

La navidad pasada, una tía abuela mía, muy muy querida, le regaló a mi hijo un peluche de San José. Y bueno, mi hijo con el pasar de los meses, le ha cogido un cariño […]

La navidad pasada, una tía abuela mía, muy muy querida, le regaló a mi hijo un peluche de San José. Y bueno, mi hijo con el pasar de los meses, le ha cogido un cariño inmenso a su San José, tiene muchos otros peluches y juguetes, pero solo abraza a San José para dormir. Lo reconoce ahora en los pesebres, y sabe que es el papá del Niño Dios.

Yo pienso y me gusta imaginar, que es el mismo santo quien está allí, a quién mi hijo abraza, y quién intercede por mi pequeñito. El cariño que le tiene, ese amor real de niño, es el que quisiera provocar en quienes ahora leen estas líneas. Porque al fin del día, cuando conocemos a nuestros seres queridos, los amamos de forma más profunda…¡y lo mismo pasa con los santos!

 

San José en la historia de salvación

Ahora que estamos por terminar el año de San José, el Papa ha decidido hacer una catequesis especial sobre el santo. Porque, para conocer bien a Dios, es lógico que debemos conocer también a su padre (nuestro padre) terrenal.

En la audiencia del 24 de noviembre (2021), el papa continuó hablando de San José, y se enfocó principalmente en el puesto especial que tiene el santo dentro de la historia de la salvación.

Y porque tanto bien me ha hecho a mí conocer más de cerca a San José, quiero continuar con un pequeño resumen de la catequesis del Papa, resaltando, de nuevo, los puntos más importantes de lo que nos comunicó a todos nosotros, ese miércoles.

1. El padre de Jesús 

En la Biblia a Jesús se lo llama «Hijo de José» o «Hijo del Carpintero», y bueno, ahora todos tenemos apellidos, por lo que se puede trazar nuestro origen a través de estos. Pero, en época de Jesús, se usaba el nombre del padre para identificar al hijo. Y sí, Jesús es identificado como hijo de San José.

Y sí, efectivamente, se necesita este origen para poder explicar la historia de la salvación. San Mateo, por ejemplo, empieza explicando la historia de salvación desde Abraham. Mientras que para San Lucas, la salvación inicia con Adán. Pero para ambos, esta historia termina con el nacimiento de Jesús, de María y José, en ese portal de Belén.

2. El que pasa desapercibido

Cuando empecé a interesarme un poco por el fútbol (que no me vino nunca de forma natural, sino obligada porque me crié con tres hermanos), descubrí que muchas veces es quien pasa desapercibido, el que hace un trabajo trascendental. Porque, qué fácil es resaltar cuando eres el delantero o el arquero… quien hace goles, o quien los tapa siempre terminan impresos en la memoria de las personas.

Pero, por ejemplo, qué gran trabajo hacen los medio campistas, simplemente recuperando el balón y pasándolo a otros jugadores. Qué sacrificado que es ese trabajo, no paran de correr… pero, su trabajo táctico es tan fuerte y tan importante, que sin ellos, nunca se pudiera hacer un gol, o ganar un partido. A pesar de que, rara vez se llevan los laureles.

Así me imagino el puesto de San José. Es verdad, en la Biblia no se habla mucho de él, se sabe que es un hombre justo, que quiere actuar bien frente a María y su Hijo. Sabemos que es un hombre de fe, que si él no hubiera aceptado la voluntad de Dios, al igual que María, el destino del Niño habría sido muy diferente.

3. El custodio de María y Jesús

Sí, el trabajo de José, su responsabilidad fue muy grande, él debía cuidar y proteger al Niño, no solo de cosas normales, como enfermedades o accidentes, sino inclusive de la fuerza del propio rey de Israel, quien lo buscaba para matarlo. ¿Cuántos padres, en situaciones imposibles, buscan cuidar y proteger a sus hijos, sin que se les celebre por hacerlo? Se contentan solamente con el bienestar de sus hijos…

Esa presencia cotidiana de San José, dentro de la Sagrada Familia, lo hace en lo ordinario, un ser extraordinario, porque se enfrentó a muchas vicisitudes (María cargaba un niño que no era suyo, el rey los buscaba para matar al niño, tuvo que migrar a otra tierra…). Dios mismo lo escogió para que dé ejemplo a Jesús, para que le muestre el camino. De todos los hombres nacidos, en todos los tiempos, en todo el mundo, José fue escogido para ser el padre de Dios. ¡Qué maravilloso hombre debió ser!

Propósito

Dios, que es todopoderoso, pudo haber llegado al mundo directamente, con un «puff» cual genio de lámpara mágica. No tenía que venir de José y María, no tenía que pertenecer a una familia ni a una comunidad. Pero lo hizo, porque es para Dios importante haber creado esos vínculos humanos, y vivir realmente como un hombre (y como un Dios).

Es por esto, que propongo con este texto, que nos enfoquemos estos días en nuestros vínculos, esos que hemos desarrollado a lo largo de nuestras vidas, con familiares, amigos… ¡hasta enemigos! Pensemos, de qué manera podemos ayudarlos, sustentarlos, en sus vidas cotidianas, así como José lo hizo con los suyos.

 

Una oración

Los invito a rezar la oración que el Papa recitó el miércoles pasado:

San José,
tú que has custodiado el vínculo con María y con Jesús,
ayúdanos a cuidar las relaciones en nuestra vida.
Que nadie experimente ese sentido de abandono
que viene de la soledad.
Que cada uno se reconcilie con la propia historia,
con quien le ha precedido,
y reconozca también en los errores cometidos
una forma a través de la cual la Providencia se ha hecho camino,
y el mal no ha tenido la última palabra.
Muéstrate amigo con quien tiene mayor dificultad,
y como apoyaste a María y Jesús en los momentos difíciles,
apóyanos también a nosotros en nuestro camino. Amén.


Escrito por

Victoria de Khamis

Ecuatoriana, esposa y madre. De profesión psicóloga especializada en el consumidor, marketing, nutrición y teología. Estudiante de doctorado

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