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P. Juan Carlos

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VISITACIÓN A SANTA ISABEL EN WALDORF ASTORIA

Es fácil imaginar el inmenso gozo que llevaba nuestra Madre en su corazón y el deseo grande de comunicarlo. También Isabel, tu prima, ha concebido un hijo…, le había indicado el ángel.
Según este testimonio se trataba de una concepción prodigiosa y estaba relacionada, de algún modo, con el Mesías que iba a venir; con Jesús.

Hoy terminamos el mes de mayo y la Iglesia nos propone la fiesta de la Visitación de la santísima Virgen.

En esta fiesta que hoy celebramos, podemos admirar -en primer término- el desvelo de la Virgen por su prima santa Isabel, porque sabe que su prima, ya anciana, necesita de los cuidados de una persona joven, por eso corre.

Ella, que acababa de recibir poco tiempo antes el anuncio del ángel, también recibió la noticia de que su pariente Isabel, que vivía en la región montañosa de Judea, estaba embarazada y eso quedaba a cuatro o cinco jornadas de camino.

            Como señala el Evangelio de san Lucas:

“Por aquellos días, María se levantó y marchó de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá”

(Lc 1, 39).

La Virgen al conocer, por medio del ángel el estado de Isabel, movida por la caridad, se apresura a ir para ayudarla en las necesidades normales de la casa. Nadie le obliga, nadie, ni siquiera el ángel le dice que tenía que irse o Isabel una carta… nadie.

María hubiera podido permanecer tranquilamente en su casa, dedicarse a la llegada de su propio Hijo, del Mesías, pero se pone en camino con prisa, con alegre prontitud, con gozo inefable para prestar sus servicios sencillos a su prima.

Es fácil imaginar el inmenso gozo que llevaba nuestra Madre en su corazón y el deseo grande de comunicarle.

“También Isabel tu prima ha concebido un hijo…”

(Lc 1, 36),

le había dicho el ángel.

CONCEPCIÓN PRODIGIOSA

Según este testimonio se trataba de una concepción prodigiosa y estaba relacionada también, de algún modo, con este Mesías que había de venir; con Jesús.

Por eso, después de ese largo viaje, nuestra Señora entra en casa de Zacarías y le saludó a su pariente.

Dice el texto del Evangelio:

“En cuanto oyó Isabel el saludo de María, el niño saltó de gozo en su seno e Isabel quedó llena del Espíritu Santo”

(Lc 1, 41).

Aquella casa quedó transformada por la presencia de Jesús y de María. Su saludo fue eficaz en cuanto llegó a Isabel el sonido del Espíritu Santo.

Con su lengua, mediante la profecía, hizo brotar en su prima -como de una fuente- un río de dones divinos.

En efecto, allí donde llega la llena de gracia, todo queda colmado de alegría.

Es este un prodigio que hace Jesús a través de María asociada, desde los comienzos, a la redención y a la alegría que Cristo trae al mundo.

Decía Juan Pablo II:

“La fiesta de hoy, la Visitación, nos presenta una faceta de la vida interior de María: su actitud de servicio humilde y de amor desinteresado para quien se encuentra en necesidad”.

Con lo cual este suceso nos puede servir también a nosotros para darnos cuenta de que la Virgen no espera que nosotros le busquemos, que ella viene cuando sabe que estamos en necesidad, cuando somos unos constantes rezadores o estamos constantemente acudiendo a su misericordia, ella ya nos tiene en la lista, igual que a su prima santa Isabel y cuando se da cuenta de que necesitamos ayuda, viene por nosotros.

MARÍA, MADRE

servicio

Es que eso es el servicio, el servicio está siempre desinteresado y siempre está como en primera, con el carro arrancado para lanzarse inmediatamente a actuar.

El servicio pronto que viene del amor, siempre tiene esa solicitud de la madre que aboga enseguida por sus hijos. No es como el que tiene pereza y se queda pegado en la cama, sino más bien como la que le urge ayudar al que realmente ama.

Así es nuestra Madre y, a la llegada de nuestra Señora, Isabel, llena del Espíritu Santo, proclama en voz alta:

“Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre; ¿de dónde a mí tanto bien que venga la Madre de mi Señor a visitarme?

Pues en cuanto llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno”

(Lc 1, 42-44).

Isabel no se limita a llamarla bendita, sino que la relaciona inmediatamente con el fruto de su vientre, que es bendito por los siglos.

¡Cuántas veces hemos repetido también nosotros estas mismas palabras al recitar el Ave María!:

“Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”.

Ahora podríamos preguntarnos: ¿Las pronunciamos con ese mismo gozo con que lo hizo santa Isabel?

¡Cuántas veces pueden servirnos como una jaculatoria que nos una realmente a nuestra Madre del Cielo mientras trabajamos, al caminar por la calle, al contemplar una imagen suya!

María y Jesús siempre estarán juntos. Los mayores prodigios de Jesús se realizan -como en este caso- en unión íntima con su Madre, que es medianera de todas las gracias.

“Esta unión de la Madre con el Hijo en la obra de la salvación”

-afirma el Concilio Vaticano II

“se manifiesta desde el momento de la concepción virginal de Cristo hasta su muerte”.

CÓMO TENEMOS QUE SER EN EL SERVICIO

Aprendamos hoy, una vez más, que cada encuentro con María representa un nuevo hallazgo de Jesús.

“Señor, hoy que estamos contemplando esta fase de tu vida cuando todavía no habías nacido, cuando estabas concebido, nos lleva a amarte cada vez más y a ver también la calidad de Madre que tienes, así como la importancia del servicio”.

Cómo tenemos que movernos nosotros también en el servicio y es que el servicio realmente mueve los corazones de las personas, hasta las personas más duras.

Cuentan que una noche de tormenta, hace ya bastantes años, un matrimonio mayor entró en la recepción de un pequeño hotel en Filadelfia.

Se aproximaron al mostrador y preguntaron: “¿Puede darnos una habitación?”

El empleado, que era un hombre atento y de movimientos rápidos le dijo: “Lo siento de verdad, pero hoy se celebran tres convenciones simultáneas en la ciudad. Todas nuestras habitaciones y las de los demás hoteles cercanos están ocupadas”.

El matrimonio manifestó discretamente su agobio, pues era difícil que a esa hora y con el tiempo tan horroroso podrían encontrar dónde pasar la noche.

Entonces el empleado les dijo: “Miren…, no puedo dejarles marchar sin más con este aguacero. Si ustedes aceptan la incomodidad, puedo ofrecerles mi propia habitación. Yo me arreglaré con el sillón de la oficina, pues tengo que estar igual toda la noche pendiente de lo que pase, atendiendo.

 El matrimonio rechazó el ofrecimiento, pues le parecía abusar de la cortesía de ese hombre, pero el empleado insistió con tanta cordialidad, que finalmente ocuparon la habitación.

SERVIR A LOS DEMÁS

servicio

A la mañana siguiente, al pagar su estancia, aquel hombre dijo al empleado: “Usted es el tipo de gerente que yo tendría en mi propio hotel, quizás algún día construya uno para devolverle el favor que hoy nos ha hecho”.

El empleado tomó la frase como un cumplido y se despidieron amistosamente.

Pasados dos años, recibió una carta de ese hombre donde le recordaba la anécdota y le enviaba un billete de ida y vuelta a Nueva York. El pasaje con la petición expresa de que fuera a la cita.

Con cierta curiosidad, el empleado viajó y después de un breve recorrido, el hombre mayor le condujo hasta la esquina de la Quinta Avenida en la calle 34 y señaló el imponente edificio con la fachada de piedra rojiza y le dijo: “Este es el hotel que estoy construyendo para usted”.

El empleado le miró con asombro: “¿Es una broma verdad?” “Puedo asegurarle que no”, contestó y así fue como William Waldorf Astor construyó el Waldorf Astoria original y contrató a su primer gerente, de nombre George C. Boldt.

Es evidente que Boldt no podía imaginar en su vida que estaría cambiando para siempre cuando tuvo el detalle de atender cortésmente al viejo Waldorf Astor en aquella noche tormentosa en Filadelfia.

Pero lo sucedido es una muestra de cómo servir a los demás es algo que siempre tiene un buen retorno, sobre todo cuando uno no lo busca ni lo espera.

La Virgen María no fue a buscar a santa Isabel para que le devuelva el favor o para conseguir de Zacarías que le trate mejor o alguna cosa… ¡No! Es una cosa que abre el corazón que se entrega, que se da… el servicio es así.

No busca un tercer componente, se entrega, se da y hace que la vida de los demás se vuelva mucho más simpática.

PETICIÓN

“Señor, hoy te pedimos que nos enseñes -a ejemplo de tu Madre- a servir a los demás sin buscar nada a cambio. A servir con prontitud, estando siempre en los detalles; a ser agradables con nuestra presencia, a no sentirnos lastimados si alguna vez recibimos como pago a nuestros servicios, palabras poco gratas.

“Que seamos realmente personas que te buscan de corazón y que hacemos todas estas cosas porque sabemos que te damos, con eso, alegrías.

“Hoy nos juntamos con san José para pedirte, al final del mes de mayo, que nos ayudes Señor Jesús a ser más marianos”.


Citas Utilizadas

Visitación de la Santísima Virgen María

Sof 3, 14-18

Is 12

Lc 1, 39-56

Reflexiones

Señor, hoy te pido que me enseñes -a ejemplo de tu Madre- a servir a los demás sin buscar nada a cambio.  Que sea persona que te busca de corazón.

Predicado por:

P. Juan Carlos

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