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P. Santiago

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UN RICO EN EL CIELO

Camino 362: “No consiste la verdadera pobreza en no tener, sino en estar desprendido: en renunciar voluntariamente al dominio sobre las cosas”.

Quizás nos quedamos ayer con esta pregunta en los 10 min con Jesús de ayer lunes.  Si quieres… esa pregunta que hace Jesús al joven rico:

“Si quieres ve, vende todo lo que tienes, dalo a los pobres y luego ven y sígueme, si quieres”

(Mt 19, 21).

Qué delicadeza la de Jesús, ayer yo me quedé con eso, yo me quedé “Señor, contemplando y considerando Tu delicadeza, Tu respeto hacia nuestra libertad”.

El padre Josemaría, de México, nos invitaba a preguntarnos también otra cosa, si somos capaces de arriesgarnos.  Eso me sirvió ayer para mi oración personal durante todo el día.

Y hoy el Evangelio también nos quiere seguir conduciendo por ese derrotero.  Por el derrotero de la pobreza y del desprendimiento, que son dones que podemos pedírselos a Jesús ahora en este rato de oración, “Jesús, concédeme el don de la pobreza y del desprendimiento cristianos.”

EVANGELIO DE SAN MATEO

“En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos: en verdad os digo que difícilmente entrará un rico en el Reino de los Cielos”

Yo te propongo que tú vayas haciendo oración y pensando ¿será que yo soy rico? ¿será que esto me lo está diciendo Jesús a mí?  Lo repito:

Más fácil es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de los Cielos.  Al oírlo los discípulos dijeron espantados: entonces ¿quién puede salvarse? Jesús se les quedó mirando y les dijo: “Es imposible para los hombres, pero Dios lo puede todo”

(Mt 19, 23-26).

Por eso, te decía, al comenzar este rato de oración, pedirle esto a Dios, a Jesús.

“Entonces dijo Pedro a Jesús: ya ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido, ¿qué nos va a tocar? Jesús les dijo: todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna.  Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros”

(Mt 19, 27-30).

RICO, ¿DE QUÉ?

rico           

Como me contaba un gran amigo hace unos días “me quedé sin trabajo”, esa incertidumbre tan tremenda que sufren muchas personas en este momento.  Pues oportunidad también para hacer oración o “no Señor, yo tengo todo listo y no me ha pasado nada, yo tengo muchos medios económicos, tengo un gran patrimonio…”

A todos nos toca considerar este tema en la presencia de Dios y la pregunta clave es ¿un rico, pero de qué? ¿de qué? ¿Yo soy rico de qué?

Siempre recuerdo esa anécdota que contaba san Josemaría cómo en esas visitas a esos barrios marginales, donde había comedores comunitarios, se encontró una vez con un mendigo que llegaba, recogía su plato de sopa, se iba a un rincón, abría su abrigo sucio y sacaba una cuchara de peltre.  La miraba, le daba dos lametazos y empezaba a comerse su plato de sopa y cuando terminaba le daba otros dos lametazos y se la volvía a guardar en su abrigo.

Ese mendigo tenía una riqueza ¡tenía un tesoro!  Una cuchara de peltre; en cambio, hablaba también en contraste, cómo una condesa que tenía grandes riquezas no se permitía para ella ningún lujo y veía cómo trataba a su servidumbre con gran respeto, cariño, caridad cristiana y cómo estaba al pendiente de ellos en vez de solicitar para ella todas las atenciones.

Era una mujer muy desprendida de sus medios económicos, también ayudaba mucho a diferentes obras sociales y de caridad.  Entonces, él veía ese contraste, un pobre rico y una mujer muy rica pero pobre, desprendida.

¿QUÉ ES EL DESPRENDIMIENTO?

También acudo a san Josemaría, a un punto de Camino, ese librito que tiene 999 puntos que sirve mucho para hacer oración, (por lo menos yo creo que aprendí a hacer oración por allá cuando tenía 15 años con ese librito, me sirvió mucho).

“No consiste la verdadera pobreza en no tener, sino en estar desprendido: en renunciar voluntariamente al dominio sobre las cosas”

(San Josemaría. Camino. Punto 632).

“Jesús, yo quiero añadir además algo, que Tú nos pides a nosotros, vivir la pobreza, pero propia de un hijo de Dios.”

¿Cómo tendría que vivir la pobreza un hijo de un rey o de un emperador o de un presidente?  Pues tiene que vivir la pobreza a su modo, porque es el hijo del rey ¿qué le va a hacer?

Le toca vivir custodiado, estudiar en un buen colegio, en una universidad, tener muchas comodidades, pero a él le toca vivir la pobreza según sus circunstancias y a nosotros también nos toca vivir esa pobreza, según nuestras circunstancias, pero de hijos de Dios.

¿DE QUÉ NOS PODEMOS DESPRENDER?

De nuestro yo, de la fama, del prestigio, de nuestro tiempo… ¿Cuánto cuesta desprenderse del tiempo, de las aficiones, de los gustos, de los planes, de las cosas materiales?

“Y siempre nuestro modelo eres Tú Jesús. Modelo que decides, quieres nacer en un establo.  Que también no dispones de nada para pagar el tributo al templo y que no tienes dónde reclinar tu cabeza.”

Ese es Jesús, Jesús es nuestro ejemplo, es nuestro modelo.  Fíjate cómo Jesús, siendo el Rey del Universo, decide en este mundo desprenderse de todo.

“Nosotros Señor ¿de qué nos podemos desprender? ¿De lo que no usamos?” Puede ser un buen ejercicio estos días que hay más tiempo, abrir el armario, entrar a la habitación y mirar ¿yo qué no utilizo? ¿qué no llevo aquí?

UNA MALETA

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A mí me sirve pensar, cuando uno hace un viaje al exterior, a uno le permiten llevar una maleta de 23 kilos y un bulto de 5 kilos.  ¿Uno podría llevarse todas las pertenencias en 28 kilos? ¿en la mano? Y ya. ¿Irse al cielo con 28 kilos? Quizás no, quizás tenemos Señor toneladas de peso.

También desprendernos de lo que usamos.  Por ejemplo, ¿cómo es mi actitud cuando me piden algo prestado? El computador, el celular, el carro… ¿aprieto los dientes? ¿hago fuerza? ¡Ay Dios mío cómo me cuesta!

No tener, por ejemplo, cosas superfluas, cosas que no necesito, cosas que las tengo por si algo.  No, eso también es una manera de ser desprendidos, de vivir el desprendimiento cristiano.

Me acuerdo una vez que en Roma pasé por la tienda de Ferrari, entré como un turista y por allá en una vitrina me encontré unas gafas que costaban €12,000 y entonces rápidamente indagué un poquito, ¿y esas gafas por qué cuestan tanto? Porque eran unas gafas de Enzo Ferrari.

De pronto un coleccionista, no sé, para un museo.  Pero ¿quién va a comprar unas gafas de €12,000? ¡por el amor de Dios!  Nosotros por ahí podamos también tener cosas superfluas.

NO TENER NINGUNA COSA COMO PROPIA

Ese criterio lo han vivido los santos.  Los santos no tienen nada, los santos utilizan cosas, pero no son cosas de ellos y por eso están desprendidos de esas cosas materiales.

En definitiva, lo que queremos hacer es poner nuestro corazón por entero en las cosas de Dios.  Desprendimiento profundo del corazón.

Quiero terminar con una anécdota de una enferma que atendí en mi primer trabajo como sacerdote en Madrid.  Yo aprendí, si se puede decir así, a ser sacerdote en Madrid.  Estuve ahí seis meses haciendo mis prácticas sacerdotales.

Entonces me tocó un mes trabajar en un centro de cuidados paliativos, ¡una maravilla! ¡una delicia de trabajo! Un mes.  Trece personas se fueron al cielo durante ese mes.  Fue una experiencia súper bonita, tengo trece aliados en el Cielo

Y una de esas aliadas se llamaba Nicolasa, era ya una mujer muy mayor, muy enfermita y entonces fui a administrarle la Extremaunción, los Santos Óleos, el Sacramento de la Unción de los Enfermos y vi que en la mesita de noche tenía un texto que había escrito ella con su propia mano.

LA ORACIÓN DE NICOLASA

Era una oración y yo le tomé una foto, le pedí autorización para tomarle la foto y con esto terminamos nuestro rato de oración:

“Yo te ofrezco Señor la vejez de mi cuerpo, mis músculos sin fuerza que van perdiendo, mi agilidad apocada que quedó en recuerdo, mis ojos sin brillo, mis torpes movimientos, mis piernas tan cansadas, mis manos tan gastadas que tanto que hicieron en ayudas y caricias a cuantos acudieron. 

Yo te ofrezco Señor la nada de este cuerpo que fue ágil y fuerte, que fue joven y esbelto, que pasó por la vida con miedos y silencios.  Hoy, desde este lugar en el que Tú me has puesto y que sabes Señor que es mi mundo y mi tiempo te ofrezco con amor la vejez de mi cuerpo”.


Citas Utilizadas

Ez 28, 1-10

SR. Dt 32

Mt 19, 23-30

San Josemaría. Camino. Punto 632

Reflexiones

Dios mío, ayúdame a no tener cosas superfluas. Que sepa vivir el desprendimiento cristiano.

Predicado por:

P. Santiago

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