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P. Juan

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SOCORRE ESPECIALMENTE A LOS MÁS NECESITADOS DE TU MISERICORDIA

Una vez más Jesús nos dice que es la falta de fe lo que impide la acción de Dios.

Nos cuenta el Evangelio de la Misa, que se te acercó un hombre, Jesús, y se puso de rodillas delante de Ti.
A este gesto de súplica, además añade una petición, ¡Que te compadezcas! Imaginando la escena, y conociéndote Jesús, me parece casi excesivo, ¿Cómo Cristo no se va a compadecer? ¡Tranquilo!
Y lo que trae con tanta congoja a este hombre, es el sufrimiento de su hijo:

“Señor, ten compasión de mi hijo, que es lunático y sufre mucho; muchas veces se cae en el fuego o en el agua”

(Mt 17, 15).

Y añade algo que casi parece que se le escapa de la boca, – “una decepción”- que quizá pensó en no mencionar, pero que le sale Igual:

“Se lo he traído a tus discípulos, y no han sido capaces de curarlo”
(Mt 17, 16).

¡Esta es la escena! Un hombre al borde de la desesperación, su hijo endemoniado, que también andaba por ahí…

UN POCO INTIMIDADOS

Los apóstoles con cara de impotencia, la gente expectante a ver qué hace Jesús.
Y la verdad, Señor, tu reacción nos puede sorprender y hasta dejarnos un poco intimidados.
Parece que realmente te indigna esto último que dijo el hombre que viene a pedir ayuda; ¡Tus discípulos no han sido capaces de curarlo!
Y esta es tu respuesta:

“¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos?

(Mt 17, 17)

Parece que se te va a acabar la paciencia, porque no creen. No sé si les faltó fe a los apóstoles que no pudieron curarlo, o al padre del chico, o por qué esta generación es perversa.
Por suerte tu paciencia Jesús no se acaba, y enseguida añadís:

¡Traédmelo acá!

(Mt 17, 17)

Y nos cuenta el Evangelio:

“Jesús increpó al demonio y salió; en aquel momento se curó el niño»
(Mt 17, 18).

Bueno, ¡menos mal! Y me pregunto: Señor, si no se podría presentar más de uno para decirte: ¡Haz algo! porque le llevé a mi hijo o a mi hija a este sacerdote, o a la Iglesia, ¡y no hay manera! ¡no se cura! Está lejos de Dios.

DE RODILLAS

Cuántos padres sufren por la situación de frialdad espiritual en que ven metidos a sus hijos, y te los presentan, Señor, de rodillas, como el hombre de la lectura de hoy…

tu misericordia
Y quizás te hacemos decir, Jesús:

“¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos?

(Mt 17, 17)

En estos días, después de la Jornada Mundial de la Juventud, pude encontrarme con jóvenes y sacerdotes que estuvieron en Portugal con el Papa, participando de esa reunión impresionante de peregrinos.
Y más de uno me decía, que además del gran ambiente que había, con multitud de jóvenes de todo el mundo, les impresionó también: Fátima.
El mensaje de la Virgen en sus apariciones, y la figura de los tres pastorcitos, que, con una fidelidad muy grande, asumieron y transmitieron el mensaje de nuestra madre.
Y ese mensaje hablaba de rezar por la conversión de los pecadores. ¡Todos somos pecadores!
Ahora, Señor, te pido perdón yo también por mis pecados, por mis ofensas. Pero hay muchos que están lejos de Vos, y no te piden perdón, y les falta Fe.
Y tu queja en el Evangelio de hoy, Jesús, ¡Es por la falta de fe!

“Entonces los discípulos se acercaron a Jesús, en privado, y le preguntaron: ¿Por qué no pudimos echarlo nosotros?

(Mt 17, 19)

Y les contestaste:

“Por vuestra poca fe. En verdad os digo: si tuvierais fe como un grano de mostaza, le diríais a este monte: “Trasládate desde ahí hasta aquí”, y se trasladaría, nada os sería imposible”

(Mt 17, 20)

Hoy en nuestra oración, te pedimos que aumentes nuestra fe, quien tiene fe, tiene de alguna manera el poder de Dios, porque Dios puede actuar a través de esa persona.

TENER FE

Junto con la fe, con la unión, con tu corazón, Jesús, y con el de tu madre, actúas Vos, cuando creemos.
Tantas veces vemos en el Evangelio, que no podías hacer grandes milagros, porque no tenían Fe.
También se puede decir lo contrario; cuando tenían fe, cuando creían, podías obrar grandes milagros.
Que no nos sea indiferente, Señor, tanta gente que vive al margen del amor de Dios, de su voluntad, de sus planes, ¡tanta gente!
¿Y qué vamos a hacer si tenemos poca fe? –Primero, ¡pedirla!: Señor, auméntanos la fe.

corazon de maria, tu misericordia
-Segundo: ¡Rezar! Rezar el Rosario, por ejemplo, cosa que sugiere también nuestra madre, en sus apariciones en Fátima.
Rezar es manifestación de fe, es confiar en el poder de Dios. Quizá, repitiendo la oración de la Virgen de Fátima, que le enseñó a los pastorcitos en esas apariciones.
Les decía que rezarán siempre el Rosario, y añadieran al final de cada misterio, la frase:

Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al Cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu divina misericordia.

Quizá alguna vez nos viene a la cabeza, la idea de ser como héroes de las películas, que hacen proezas, que salvan vidas.
Ahora en Argentina está por estrenarse la película: Sound of Freedom, la que produjo Verástegui.
Quizás escuchaste hablar de ella, parece que es muy buena, trata de unos exmilitares americanos, que se dedican nada menos que a rescatar niños que cayeron en las redes de la trata de personas.

SUMARNOS A LA LUCHA

Un tema horrible, la verdad algo escandaloso, pero que sucede quizá más de lo que pensamos.
Y bueno, estas personas se comprometen, seguramente se arriesgan, -yo todavía no vi la película-, pero luchan para sacar a los chiquitos esa situación tan terrible.
Y probablemente como suele pasar en las películas, uno viéndola, nos darían ganas de sumarnos a esa lucha.
¡De hacer algo! De no ser menos espectadores, sino al menos uno con la imaginación quiere ser protagonista.
Y fíjate si de verdad podemos hoy nosotros, ayudar a salvar almas, con la “no indiferencia”, con la oración.
Vos, Jesús, libraste a muchos de los demonios que los atormentaban. Nosotros no vamos a doblegar la voluntad de nadie, porque las personas son libres, y eso es muy bueno.
Sin embargo, con la oración, con la fe, también con el ejemplo y la palabra, podemos ayudar a muchos a que se liberen de la esclavitud del pecado, a que vivan en la libertad de los hijos de Dios.
Y ese puede ser nuestro propósito de hoy: ¡Pedir más!, porque vemos que están alejados de Dios, muchas veces.
Se lo podemos pedir a nuestra madre, como en esa oración: “Lleva al Cielo a todas las almas, socorre especialmente las más necesitadas de tu misericordia.”
Nuestra madre nunca es indiferente, y no dejará que nuestra oración sea estéril, aun cuando sintamos que todavía nuestra fe no es tan grande.


Citas Utilizadas

Dt 6, 4-13

Sal 17

Mt 17, 14-20

Reflexiones

Señor, ayúdanos a no ser indiferentes, queremos tener una fe viva, que nos haga unos luchadores, para ayudar a que muchos se liberen de la esclavitud del pecado.

Predicado por:

P. Juan

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