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P. Javier

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7 min

ESCUCHA LA MEDITACIÓN

TESTIMONIO DE JUAN BAUTISTA

Dios nos invita a confiar en la oración aunque nos parezca que no escucha o nos resulte árida.

En estos 10 minutos con Jesús, como siempre procuramos hablar con Él, tomar conciencia de su cercanía a nosotros, de que está junto a nosotros, en nuestra vida, en nuestra habitación, donde estemos, en el oratorio (si estamos en un oratorio), en la calle, en el medio del tráfico, en el auto, donde sea que estemos, Dios está siempre junto a nosotros para escucharnos, para contenernos, para abrazarnos, para darnos su fuerza, para darnos su gracia.

Por eso es tan importante que hagamos este acto de presencia de Dios, “Señor creo firmemente que me estás escuchando en este momento, que durante estos 10 minutos de oración con Jesús me estás escuchando durante este rato.  Al sacerdote que le toca, predica el Evangelio, lo comenta, lo reflexiona…

DIOS NOS CUIDA Y ESCUCHA

Dios mío me estás escuchando y estás recibiendo mis oraciones, estás mirando mi corazón, estás mirando mis penas, mis alegrías, estás pendiente de lo que me pasa y por lo tanto estoy tranquilo porque sé que mis problemas están en tus manos.  Sé que me vas a cuidar, sé que me vas a escuchar.

TESTIMONIO DE JUAN BAUTISTA

Dice el Evangelio de San Juan:

“Este fue el testimonio de Juan cuando los judíos enviaron desde Jerusalén, sacerdotes y levitas a Juan para que le preguntaran: ¿Tú quién eres? Él contestó sin reservas:

  • Yo no soy el Mesías.
  • Entonces ¿quién eres? Le preguntaron: ¿Eres Elías?
  • No lo soy.
  • ¿Eres el profeta Jeremías?
  • No lo soy.
  • Entonces, ¿quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado.¿Qué dices de ti mismo?
  • Juan contestó: Yo soy la voz que grita en el desierto. Haced recto el camino del Señor como dijo el profeta Isaías.

Entonces

  • ¿Por qué bautizas tú si no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta Jeremías?
  • Juan les respondió: yo los bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay Uno que no conocen, que viene detrás de mí y al que no soy digno de desatarle las correas de las sandalias.

Esto pasaba en Bethania en la otra orilla donde Juan estaba bautizando.” 

(Jn. 1, 19-28)

San Juan Bautista es increíblemente honesto, sincero, no cae en la trampa de considerarse quien no era, podría haberse mandado aparte y decir, sí yo soy Isaías, porque en el fondo Jesucristo va a decir que es Isaías, que se cumple la profecía de Isaías en él, que de alguna manera representa la voz de Isaías, podría haber dicho muchas cosas y sin embargo, dice que no es nada; es una voz que grita en el desierto.

LA IMPORTANCIA DE LA ORACIÓN

San Juan Bautista es como la encarnación de la oración y ojalá a nosotros nos sirva para comprender la importancia de la oración.  A veces nos puede parecer que Dios no nos escucha, que nuestra oración es demasiado árida, que parece que no hay nadie del otro lado, parece que no nos escuchan, que no nos contestan, que no nos entienden, a veces nos cansamos de repetir las oraciones del rosario, un Ave María y otra y otra y otra…

Son 56 Aves Marías, por lo menos, y suena un montón y nos parece tedioso a veces, nos parece árido, nos cuesta a veces el rosario porque nos distraemos, obviamente se nos va el santo al cielo, nos cuesta mucho mantener la atención y poner el corazón en las 56 Aves Marías que decimos.

Sin embargo, ese es el camino.  La Virgen Santísima, nuestra Madre, en cada una de sus apariciones nos recuerda que tenemos que rezar el rosario en concreto.  Que tenemos que rezar, nos dice la Virgen, pero además el rosario.

CONFIAR COMO SAN JOSÉ

Y en esto tenemos que hacer un acto de confianza como San José, cuando le dicen en sueños que tiene que desposar a María y no entendía nada.  No era razonable lo que le estaba pidiendo Dios.  Él se da cuenta que no es el papá, se da cuenta que María está embarazada y que no es el padre y, sin embargo, confía ciegamente y la desposa, le da su apellido, le da su nombre, se hace cargo del Niño porque confía ciegamente en Dios y en María.

TESTIMONIO DE JUAN BAUTISTA
Oratorio Solalto

Después, cuando Dios le dice que tiene que irse a Belén y cuando Dios le dice que tiene que irse a Egipto (en sueños también) y después cuando tiene que volver… nunca San José desconfió y ese es el gran secreto de San José: la confianza enorme que tenía en Dios. Esa confianza que le ha dado a valer la felicidad, la paz.  San José no entra en pánico cuando se tiene que ir a Egipto y no tiene trabajo, no conoce la lengua, no sabe qué va a ser de él, ni cuando no encuentra posada para que nazca el Niño… nunca pierde la paz.

Pasaría momentos de dolor, de incertidumbre, pero con la paz, sabía que estaba con Dios.  Sabía que él estaba haciendo el plan de Dios; por lo tanto, con Dios.  Uno está tranquilo, uno tiene paz y se lo tenemos que pedir muchas veces. “Jesús ayúdame a tener la paz de los que te siguen, la paz de los que están con vos, la paz de aquellos que saben que vos nunca nos vas a dejar solos, que nunca nos vas a abandonar, que nunca nos vas a descuidar, danos la confianza de San José”.

EL SANTO ROSARIO

Por eso, cuando la Virgen, nuestra Madre, nos dice que tenemos que rezar el rosario para salir adelante y sacar adelante las cosas que tenemos en nuestra vida, tenemos que rezar el rosario, no hay mucha opción.  Tenemos que confiar en esa mujer que es tan increíble, de la cual Dios se enamora. Si nos dice eso, es por algo.

A veces nos puede ayudar meditar cómo Jesucristo en el Monte de los Olivos, después de la Última Cena, ahí al borde de la Pasión, habla con Dios Padre y le dice que no puede tomar ese cáliz, que si puede hacer que pase ese cáliz, que pase por favor porque no puede sorportar el dolor de lo que se le viene encima.

Tú Señor nos invitas a seguirte

Jesucristo nos mira uno a uno, a todos a lo largo de la historia y se le rompe el corazón cuando ve nuestras traiciones (porque lo vamos a traicionar al Señor, lo hemos traicionado y lo vamos a traicionar y lo vamos a seguir traicionando).  ¿Cuántas veces vamos a ser indiferentes?  Vamos a optar por nuestro egoísmo, por nuestros planes, por nuestro bienestar y le vamos a decir que no, simplemente no vamos a mirar donde Él mira, no vamos a ocuparnos de sus cosas, le vamos a dar la espalda.

Vamos a dejar que Jesús se las arregle solo, no vamos a ser sus testigos, no vamos a ayudarle a cruzar ese río de la incredulidad a tanta gente que no tiene fe, para que pueda llegar a Jesús.  Jesús está como del otro lado del río en la otra ribera y nosotros somos los encargados de cruzar a esas personas que no lo conocen.

PEDIRLE A JESÚS SER VALIENTES

Muchas veces le damos la espalda y decimos: “No Señor, esto me queda muy grande, no quiero ocuparme de este problema y esta persona me es sumamente inoportuna, no tengo ganas, no quiero hacer esto y le damos la espalda”.

A veces serán cosas más graves, cuando cometemos un pecado grave, le damos la espalda de una manera mucho más brutal a Jesús y Jesús, el jueves Santo en la noche, nos mira uno a uno a los ojos y se da cuenta que lo vamos a traicionar y le rompemos el corazón, somos sus hijos, somos sus amigos y le decimos que no y le damos la espalda.

Por eso Jesús ¿qué hace? se pone a rezar porque no puede llevar la Cruz sin especial ayuda y se pone a rezar.  Reza, reza, reza un montón hasta que consigue la gracia necesaria para poder llevar la Cruz, salvarnos, amarnos a pesar de las decepciones que le vamos a producir.  Nos va a amar hasta el fin y va a poder dar la vida por cada uno de nosotros pero para eso tuvo que rezar, tuvo que sacar esa fuerza de ese pozo que es la oración, que es donde también nosotros tenemos que aprevar.

ESCUCHAR A LA VIRGEN

TESTIMONIO DE JUAN BAUTISTA

Por eso es tan importante que le hagamos caso a la Virgen cuando nos dice que recemos el rosario, que si tenemos necesidades recemos el rosario, que si conocemos las necesidades de los demás, recemos el rosario pidiendo por esas necesidades.  Que no abandonemos nunca ese tesoro que es el rosario, la oración, la oración de petición.

Pidámosle hoy, especialmente a María, que nos grava fuego en el corazón, esta confianza en la oración.  Y a San José también se lo pedimos, en este año que está dedicado a él, que nos ayude a confiar como él confió.


Citas Utilizadas

San Basilio Magno y san Gregorio Nacianceno

1Jn 2, 22-28

Sal 97

Jn 1, 19-28

Reflexiones

“Jesús ayúdame a tener la paz de los que te siguen, la paz de los que están con vos, la paz de aquellos que saben que vos nunca nos vas a dejar solos, que nunca nos vas a abandonar, que nunca nos vas a descuidar, danos la confianza de San José”

Predicado por:

P. Javier

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