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P. Juan

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SAN LEÓN MAGNO

San León recibió de Dios una fortaleza importantísima para ayudar a mucha gente en momentos duros. Con sus oraciones y sus enseñanzas ayudó a sostener la fe de la Iglesia entera.

Yo no sé si en otros países también, pero aquí en Chile tenemos una suerte muy grande ahora en noviembre: desde el 8 de noviembre hasta el 8 de diciembre, celebramos y vivimos el mes de María.  Sí, porque aquí en mayo el otoño no es que nos dé muchas flores ni eso, ni un clima muy amable ni nada, entonces… mejor ahora en noviembre, nos preparamos para la Solemnidad tan bonita de la Virgen, la Inmaculada Concepción.

MES DE CERCANIA A LA VIRGEN

Y bueno, aprovechamos mucho a rezar a la Virgen, a buscar a la Virgen y la gente le pone flores a las imágenes y le cantamos y rezamos más a la Madre de Dios y Madre nuestra, ahora también en este ratito de oración, (en 10 minutos con Jesús estamos repartidos por tantos países).  Pero qué bonito vivir especialmente cerca a la Virgen, estos 10 minutos con Jesús (si uno está en Chile todo el mes); y bueno, si uno es cristiano, toda la vida.

Hoy día celebramos en toda la Iglesia a un santo de verdad, grande: San León Magno; todas las santas, todos los santos son grandes, son Magnos, pero a San León se le da este título de Magno también por cómo defendió a la ciudad de Roma.  Quizá uno conoce un poquito la historia, de cómo venía Atila y San León salió valiente a encontrarse con Atila y le pidió piedad, le pidió mesura, paz… y Atila le hizo caso.

SEMBRADORES DE PAZ

San León salvó así la ciudad de Roma, por eso San León Magno, es Doctor de la Iglesia (hay tantos textos tan bonitos de él).  Ahora, nos puede servir para hacer oración, quizás lo primero es decirle a San León Magno (que es sucesor de San Pedro), un Papa muy santo que sabía de defender a la Iglesia, de defender a las personas, de defender, de frenar injusticias, atropellos, violencias… podemos pedirle ahora:  San León Magno, ayúdanos también a nosotros a ser (es bonita esta expresión) sembradores de paz y de alegría en nuestras sociedades.  ¡Pidámoselo ahora!

Martirologio Romano

Estamos rezando, no solamente yo hablando, los demás escuchando (sí, yo estoy hablando y los demás escuchando) pero estamos haciendo oración: yo rezo, tú también estás rezando… y quizá esto ahora puede ser nuestra oración: San León, ayúdanos – ayúdame a mí en concreto a ser sembrador de paz y de alegría – y es una oración muy buena.

Pero también textos, su intercesión del cielo, pero textos muy bonitos; por ejemplo, hay uno en el que San León habla de la Eucaristía, habla del aspecto de cómo nos identificamos, nos hacemos uno con Jesús en la Eucaristía y decía en un sermón: “Nuestra participación en el Cuerpo y la Sangre de Cristo no tiene otro fin que el de convertirnos en aquello que comemos; de modo que podamos llevar siempre y a todas partes, en el espíritu y en la carne, a Aquél en quien morimos, fuimos sepultados y hemos resucitado”.

ADN DE LOS CRISTIANOS

Quizá uno escucha esas palabras y se acuerda de lo que es el Bautismo, eso que decía San Pablo:

“Morimos con Cristo y resucitamos con Cristo”

(Rm 6, 8).

Esto es como el ADN del bautismo cristiano, de nuestra vida de cristianos.  Cristianos somos los que hemos muerto contigo Señor y resucitado contigo a una vida nueva: La vida de hijos de Dios.

San León no está hablando del bautismo, está hablando de la Eucaristía, dice esto: “la finalidad de alimentarnos con Tu Cuerpo y Tu Sangre Jesús, que nos has dado Tú”.  Dice: “no tiene otro fin, que el de convertirnos en aquello que comemos”.

Quizá nos acordamos de otros santos de aquellos años: San Agustín, también Doctor de la Iglesia, de esa inquietud que tenía de: “Bueno, si yo me como una manzana, transformo la manzana, la asimilo y la transformo en mí.  Y si me como lo que sea, lo asimilo y… entonces ¿qué pasa con la Eucaristía?”  nos acordamos de esa inquietud de San Agustín y cómo el Señor le hizo percibir esto: “No me transformarás a Mí en ti, sino que Yo te transformaré en Mí”; es decir, yo te voy a Cristificar, yo te voy a divinizar.

el pan de vida

Esto mismo es lo que se daba cuenta San León, quizá por eso tenía tanta fuerza como para salir al frente de Atila y decirle: “Detente”, porque sabía que llevaba a Cristo y él usaba una expresión, está en otra de sus homilías, de sus sermones, dice: “Los cristianos cuando recibimos la Eucaristía somos Cristophoros”, es decir etimológicamente: “el que lleva a Cristo”.

CRISTIFICAR

Aquí en Santiago tenemos un parque donde hay un aparato que se llama teleférico, que a uno lo lleva lejos.  Tele – férico: Euphero, es esto de llevar y Cristophoro es el que lleva a Cristo.  San León decía esto de nosotros los cristianos.  Seguramente, San León se sentía así porque era así, llevaba a Cristo, nosotros te llevamos a Ti Señor, en nosotros.  La Eucaristía es esta maravilla, no sólo de llevarte, sino de identificarnos Contigo Jesús.

Hay otro santo de otra ciudad, pero más o menos de esa misma época, época de San Agustín, de San León Magno, época de este otro santo: San Cirilo de Alejandría, que usaba otra expresión también para hablar de la Eucaristía; quizá nos puede servir porque va en una dirección similar a la que decía San León.  Decía esto:

“Así como cuando uno junta dos trozos de cera y los derrite por medio del fuego, de los dos se forma una sola cosa; así también, por la participación del Cuerpo de Cristo y de su preciosa Sangre, Él se une a nosotros y nosotros nos unimos a Él”

(San Cirilo de Alejandría, Comentario al Evangelio de San Juan 10, 2).

Fíjate cómo se nota este tema de hacernos uno con el Señor.  Ahora mismo en la oración lo estamos haciendo, cuando unimos nuestro corazón a Jesús.  Ahora quizá, levantamos los ojos hacia alguna imagen que tengamos de Él o de la Virgen y eso nos sirve para rezar (claro que los corazones se unen, se funden… eso es la oración).  Pero en la Eucaristía cuanto más y uno lo nota, San Agustín, lo nota en esta expresión, por ejemplo, de San Cirilo de Alejandría, esto de los trozos de cera que se funden y se hacen uno; y San León, también.

EXHORTACIÓN DE NAVIDAD

Hay otro sermón muy bonito, y quizá nos pueden servir estas palabras, un sermón de San León en una Navidad. Dice:

“Reconoce cristiano tu dignidad”, (lo digno que eres, lo grande que eres, reconócelo, date cuenta y sigue…) “y, puesto que has sido hecho partícipe de la naturaleza Divina, no pienses en volver con un comportamiento indigno a las antiguas vilezas.  Piensa de qué Cabeza y de qué Cuerpo eres miembro.  No olvides que fuiste liberado del poder de las tinieblas y trasladado a la luz y al Reino de Dios”

(Sermón 1 en la Natividad del Señor, 1-3: PI, 54, 190-193), San León Magno).

Es de la fuerza de San León.  ¡Qué maravilla!

Nos sirve ahora para hacer oración y, quizás, terminar este rato de oración pidiéndole esto a la Virgen; en este mes de María (por lo menos aquí en Chile).  Virgen María, ayúdame  a reconocer mi dignidad, a darme cuenta, de despertar, de asombrarme, de alegrarme, a no perder de vista esto, a no dejar de tenerlo presente.

Ayúdanos Madre nuestra, como a San León Magno, a tener muy presente a Dios, a tener esta presencia continua, este diálogo continuo con Dios, durante el día; el día de hoy.


Citas Utilizadas

Tt 2, 1-8, 11-14

Sal 36

Lc 17, 7-10

Reflexiones

Señor, ayúdanos a hacer como San León a ser sembradores de paz y alegría, para que siempre estemos unidos a Ti Señor, por medio de la Eucaristía … 

 

 

Predicado por:

P. Juan

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