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P. César

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PIENSA EN GRANDE, COMO DIOS

La semilla invita a pensar en la sencillez, pero también en la grandeza del Cielo y los planes de Dios en nuestra vida.

El Evangelio de hoy continúa lo que escuchamos en el Evangelio de ayer domingo, se trata de una serie de parábolas que recoge san Mateo.
Y lo que hace el Señor, lo que hace Jesús, es esforzarse por hacernos entender; qué es el Cielo y cómo debemos valorarlo interiormente.

VALORAR EL CIELO

La perla preciosa o el tesoro escondido en el campo, son imágenes que nos ayudan a sacudirnos un poco de esquemas humanos, para valorar el Cielo como lo más importante.
Pero ahora Jesús nos presenta otros ejemplos, otras figuras, otras parábolas, para hacernos entender.
Pero antes; “Gracias Jesús, -dilo conmigo-, Gracias Jesús por tu esfuerzo incansable, por atraernos hacia nuestra felicidad, porque el Cielo, el <Reino de los Cielos, es nuestra felicidad.
No es solo una opción, para los cristianos únicamente, o para aquellos que se han tomado su fe más en serio, no.
Realmente estamos llamados todos a la santidad, llamada universal a la santidad, a la felicidad, al bien, a la plenitud, a Dios.
Todas estas, son distintas maneras de decir lo mismo y es válido para todos, es un destino común.
Ahora, sí nos metemos en el texto, dice:

Jesús dijo a sus discípulos: «El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que uno toma y siembra en su campo. Aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas, y se hace un árbol, hasta el punto de que vienen los pájaros del Cielo a anidar en sus ramas.»

(Mt 13, 31-32)

Es muy bonito darnos cuenta de esta imagen, que propone el Señor, es una imagen muy cercana a los oyentes, todos lo entenderían perfectamente, todos habrían visto aves anidando en árboles de mostaza.
Y sin embargo, puede que necesitaran pensar, como tú y como yo, ahora en esta oración: ¿Qué quiere decir Jesús con esto? “¿Qué nos quieres decir, Señor?
Bueno, la clave del ejemplo es “el contraste”, la pequeñez del grano de mostaza, contrasta fuertemente con la altura que logra alcanzar este árbol. Que estos árboles llegaban a unos cuatro metros de altura.

EN PERFECTA ARMONÍA

Lo pequeño y lo grande; lo más débil y lo más fuerte, lo más bajo y lo más alto; lo más humilde y lo divino…
Todos estos son contrastes que aparecen muchas veces en el Evangelio, no solo en la predicación del Señor, también en su vida.
Desde Belén hasta el momento de la Ascensión, su vida estuvo marcada por la sencillez y por la grandeza de Dios, ambas en perfecta armonía.
Todo un Dios envuelto en la humildad y en la sencillez, así es Jesús: sencillo; así es el Cielo: sencillo como un grano de mostaza, así se nos presenta, pero realmente es Dios, realmente es el Cielo.

Grano de mostaza, piensa en grande, como dios
“Por eso, tenemos que aceptar, Señor: La verdad, la verdad: no somos muy sencillos, y a veces no nos gusta mucho la sencillez, nos gusta más bien lo que luce, lo que suscita elogios, lo que la gente aplaude.
Que equivocados estamos si vamos por ahí, muy difícilmente entenderemos a Jesús, hay que pedirle al Señor, que nos regale la virtud de la sencillez,
La sencillez que Tú viviste. Señor. y que quieres para nosotros. Porque hay una grandeza encerrada en la sencillez.
Esto es lo que plantea la imagen del grano de mostaza. ¡Allí está todo! Encerrada en esa minúscula semilla, hay un árbol enorme.
Por eso, plantéate cuánto valoras tú la sencillez, la debilidad, la humildad, “la imagen del grano de mostaza.”
Mientras preparaba la meditación, me acordaba de una película antigua, en blanco y negro, que se llamaba: “El increíble Hombre menguante”.
Cuenta la historia de Scott, que un día está navegando con su esposa, en una lancha, y se encuentra con una nube muy densa, y tiene un episodio muy misterioso.
Pero el hecho, es que, después de este suceso, nota que empezaron muchos cambios en su cuerpo.
Empieza a perder peso, y va perdiendo altura, y extrañamente nota que cada vez está siendo más pequeño y más pequeño.

LA SENCILLEZ

Las cosas que habitualmente hacía; el trabajo y la vida cotidiana, pues se le empieza a hacer cada vez más difícil, porque era un hombre pequeño.
Tan pequeño llega a ser, que llega a vivir en la casa de las muñecas, y hay escenas memorables del encuentro del pequeño hombre, con su gato o con una tarántula…Es una verdadera lucha por la supervivencia.
Bueno, pues la sencillez que el Señor nos pide, no es solo eso: “sencillez de pequeñez”. sino una sencillez que encierra grandeza.
Cuando Tú, Señor, nos hablas del grano de mostaza, estás pensando en el árbol enorme que podremos llegar a ser.
Cuando piensa en esa semilla que siembra en nuestro corazón, que ese Reino de los Cielos, que es el mismo que se nos regala, está pensando en todo lo grande que podemos llegar a ser en la vida cristiana.
En todo el bien abundante que podemos hacer a nuestro alrededor, en todo el apostolado que podemos hacer a través de nuestro trabajo y de nuestro ejemplo, de acercar tantas almas al Señor.
De la alegría que podemos transmitir, por esa vivencia de la fe profunda y una vida sacramental intensamente vivida.

rezar insistir, esperanza, piensa en grande, como dios
Así que ¡ojo!, no vayamos a mal interpretar a nuestro Señor, la semilla debe llegar a ser ese árbol grande.
Nuestra debilidad debe ir dando paso a la grandeza de Dios, a la gracia que va echando raíces y dando fruto en nuestra vida y en la de los demás. Una semilla que debe crecer.
Y eso precisamente es lo que propone enseguida en este mismo Evangelio:

«El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que una mujer amasa con tres medidas de harina, hasta que todo se fermenta.»

(Mt 13, 33)

Pongámoslo en palabras que quizás nos ayudan a entender mejor al Señor: Tu Señor, nos regalas tus dones, tu gracia, tu fuerza, los sacramentos.

DIOS PIENSA EN GRANDE

Pero pensando en todo lo que hay por hacer en la Iglesia, en tu casa, en tu barrio, en tu trabajo, ¡Dios piensa en grande!
No quiere que la semilla quede infructuosa, quiere que crezca y se haga enorme. No olvides ese fuego que arde en el corazón de Jesús, y quiere pegar en todo el mundo. ¡Fuego ha venido a traer a la tierra!
Nos ha dicho Jesús: no es un grano de mostaza que se queda pequeño, no es un trozo de levadura que se queda minúsculo, como la película del hombre menguante que se hace pequeño y cada vez más pequeño y se queda pequeño.
Por eso, cuando pienses en tu vida espiritual, esta que vas cultivando, haciendo tu ratito de oración, y el plan de vida que te hayas propuesto.
No olvides: Dios tiene tantas esperanzas puestas en ti, Dios ve todo el fruto que puedes dar, con esa vida interior.
Dios ve tantas aves que se posarán en ese gran árbol, que espera hacer de ti.
Y tú y yo tenemos esa responsabilidad, la tenemos, no podemos pensar en chiquito, sería como hacer a Dios chiquito, ¡y eso no es así!
Dios es lo más grande, por eso, santamente ambicioso, Señor, quiero dar mucho fruto.
Señor, quiero llegar a hacer un árbol muy grande, a que muchas aves vengan. Que mucha masa sea fermentada con la levadura que Tú pones en mi corazón. ¡Santa ambición a través de la sencillez!
Qué bonito es esto y qué necesario resulta, vamos a pedirle a nuestra madre santísima:
Madre nuestra, imprime en nuestros corazones esa ansia de crecer, ansia de fermentar la masa, porque así estaremos cumpliendo los sueños de Dios, y seremos buenos instrumentos en sus manos, como lo fuiste tú.


Citas Utilizadas

Ex 32, 15-24.30-34
Sal 105
Mt 13, 31-35

Reflexiones

Señor, ayúdanos a ser personas de corazón humilde, que no busquemos ser elogiados, ni sobresalir; sino buscar llevarte a Ti a quienes nos rodean, pero por medio de la sencillez.

Predicado por:

P. César

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