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P. Jorge Mario

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MI AMOR NO ES DE MENTIRAS

En la fiesta de Cristo Rey vemos que Jesús reina con humildad. Al considerar que “el Señor es mi pastor” nos damos cuenta de que nada nos falta, que debemos llenarnos de paz y de esperanza.

CRISTO REY DEL UNIVERSO

Celebramos hoy la Solemnidad de Cristo Rey del universo, el último domingo del tiempo ordinario.  Esto quiere decir que Jesucristo es Rey de todo el cosmos material: de las plantas, de los animales, de los seres animados, los hombres, la humanidad de todos los tiempos, de los ángeles.

Jesucristo es Rey de cielos y tierras, esa es la fiesta que la Iglesia nos invita a celebrar hoy.  Y cuando nos dicen rey uno se suele imaginar a alguien con muchas riquezas, con mucho poder, procedente de una familia noble, pero el reinado de Jesucristo de verdad cambia esos parámetros.

Él nació en una familia humilde, aunque es verdad que era del linaje de David, pero su familia no tenía riquezas, no tenía poder. Hay una escena en la cual la gente que estaba con Jesucristo, reconoce que Jesucristo es un Rey. Cuándo va a entrar en Jerusalén, te acuerdas, en el Evangelio está descrito.

Pocos días antes de padecer, entra montado en un burrito y las personas los reciben arrojándole sus mantos, como recordando las alfombras que se le extienden a los Reyes, a las personas importantes, también arrojándole palmas que arrancaban de allí de los árboles que estaban alrededor, como cuando entraban los Reyes en las ciudades.

Y Jesucristo llega montado en un animal humilde, un burrito, pero todos le aclaman con unas palabras que estaban reservadas a los Reyes, al Rey de Israel:

“¡Hosanna el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna el Rey de Israel!”

(Mt 21, 9).

ÉL QUIERE CONQUISTAR CORAZONES

Y con esto entendemos que el reinado de Cristo es mucho más grande que cualquier reinado humano. Pero al mismo tiempo, es un reinado totalmente distinto, porque es totalmente humilde. Su Reino no apunta al poder humano sino que Él lo que quiere es conquistar corazones.

“Y en el día de Cristo Rey nos podemos preguntar aquí delante de Ti, Jesús, ¿yo he dejado que Cristo reine en mi corazón? ¿qué falta, qué rincón hay en mi vida, en mis pensamientos, en mis actuaciones o también en mis omisiones, donde Cristo no tiene el reinado?”

En nuestra oración podemos muchas veces detectar, que hay aspectos en los que, como que peleamos con Dios para ver quién tiene el poder en la vida, nosotros o Él. Y nos daremos cuenta que cuando entregamos todo lo nuestro a Dios, entonces ya no hay pelea porque Él no nos quita nada de lo nuestro.

En cambio cuando nosotros pretendemos quedarnos con algo, quedarnos con nuestros pensamientos, nuestras ideas, nuestros proyectos y no pasarlos por el corazón de Cristo, entonces empezamos a sufrir.

Jesus y sus defectos

EL BUEN PASTOR

El Salmo, que recitamos en la misa de hoy, nos puede ayudar a entender cómo es este reinado de Cristo. Es el Salmo en el que se habla del Buen Pastor. Porque el Antiguo Testamento asimila el oficio de Rey al oficio de Pastor, el que guía a las ovejas.
Así lo dice ese Salmo 22 que tantas veces hemos considerado:

“El Señor es mi Pastor, nada me falta. En verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas; y repara mis fuerzas, me guía por el sendero justo por el honor de su Nombre. Preparas una mesa ante mí enfrente de mis enemigos. Me unges la cabeza con perfume y mi copa rebosa. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor por años sin término”

(Sal 22).

TRES ENSEÑANZAS PARA NUESTRA ORACION

Cuántas enseñanzas nos dice, nos deja este Salmo. Quería proponerte, para nuestra oración aquí con Jesús, 3 enseñanzas del salmo 22:

La primera

“El Señor es mi Pastor, nada me falta”:

Cuando dejo que Dios sea el dueño de mi vida, nada me falta. En cambio, cuando yo pretendo controlar todo, tener todo en mis manos, empiezo a ver que hay cosas que escapan a mi voluntad. Noto que hay cosas que no tengo, que me hacen falta. Y entonces me empieza a hacer falta lo que antes no me había dado cuenta.

Esto nos pasa a los sacerdotes con alguna frecuencia. Que llegan personas ricas o pobres, jóvenes o viejas, con salud o sin ella que nos dicen: “padre, yo soy un bendecido, una bendecida, no me hace falta nada” Y sin embargo uno ve que son personas que tienen sus cruces, sus dificultades, pero ellas piensan en la presencia de Dios que no les hace falta nada.

En cambio, vemos también personas, también, ricas o pobres, jóvenes o viejas, con salud o sin ella, que se quejan porque les falta algo: dinero, salud, juventud, amor.

Qué distinto es cuando Cristo es el Rey de nuestra vida, porque en ese caso podemos decir: nada me falta. Y en cambio, cuando nosotros somos los reyes de nuestra vida, nos empiezan a hacer falta muchas cosas.

Una segunda enseñanza de este Salmo

“Me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas”:

Cuando dejo que Dios sea el dueño de mi vida, entonces obtengo paz porque Dios repara mis fuerzas, incluso cuando hay cosas difíciles de soportar. Tengo la paz que obtuvo Cristo.

Y esa paz de Cristo no fue sin sufrimiento, porque murió, fue condenado injustamente, abandonado por los suyos. Cuando yo quiero ser el que tiene el control de toda mi vida, pierdo la paz. Porque habrá cosas que siempre salen como no quiero, porque hay algunas personas que me tratan de un modo que no me gusta o porque la idea que yo me había figurado al final se cae.

Pero el Señor es el que nos da la paz, porque Él es quien nos conduce hacia fuentes tranquilas, si lo dejamos triunfar, si lo dejamos que sea Él  el que  lleve las riendas de nuestra vida.

Y un tercer mensaje de este Salmo: La Esperanza.

“Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, habitaré en la casa del Señor por años sin término”:

El futuro, cuando se lo entregamos a Dios y queda en sus manos, es un futuro sereno, tranquilo, esperanzado. Cuando queda en mis manos, cuando quiero tener todo controlado hacia adelante, sufro.

amor incondicional

Cristo te ama, deja que reine en tu corazón

Una beata, Ángela de Foligno, estaba en su oración considerando la Pasión del Señor, todo lo que había sufrido Jesucristo por nosotros. Y Dios le hizo resonar en su corazón unas palabras:

“No te he amado en broma

– Como quien dice –

la expresión de mi amor ha sido una expresión totalmente seria, hasta las últimas consecuencias, tan grande que me ha llevado a morir por ti. Mi amor no es de mentiras, mi amor es totalmente real ¿Por qué dudas de mí Ángela?”

Es lo que ella sintió en su corazón.

Y nosotros, a veces, dudamos del Señor, nos tomamos como en una broma el amor de Dios, y cuando eso sucede sufrimos.

En este día de Cristo Rey, queremos que Él reine en nuestro corazón. Y fruto de eso, experimentaremos que nada nos falta. Que el Señor nos trae la paz y que nos llenamos de esperanza.

Así fue la Virgen María, cuyo corazón siempre estuvo alegre, porque su vida la dejó en manos del Señor. Que Ella nos ayude a no querer controlarlo todo, sino a dejar que Cristo reine.


Citas Utilizadas

Ez 34, 11-12. 15-17

Sal 22

1 Cor 15, 20-26, 28

Mt 25, 31-46

Mt 21, 9  

Ángela de Foligno

Solemnidad de Jesucristo, Rey del universo

Reflexiones

Señor, pongo mi vida en Tus manos 

¡Cristo, reina en mi corazón! 

Predicado por:

P. Jorge Mario

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