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P. Neptalí

4 min

JESÚS ES LA PERSONA QUE MÁS NOS COMPRENDE

Iremos a Jesús también en la virtud de la comprensión, con una consecuencia práctica de la caridad.

JESÚS COMPRENDE

Hoy, en la liturgia de la Iglesia, nos presenta el siguiente pasaje del Evangelio:

«En aquel tiempo: A los discípulos se les olvidó llevar pan; y sólo tenían más que un pan en la barca. Jesús les recomendó: “Tengan cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes”. Ellos comentaban: “Lo dice porque no tenemos pan”. Dándose cuenta de ello, Jesús les dijo: “¿Porque comentan que no tienen pan? ¿No acaban de entender? ¿Tan torpes son? ¿Para qué les sirven los ojos, sino no ven, y los oídos, sino oyen?  A ver: ¿Cuántos canastos de sobra recogisteis cuando repartí cinco panes entre cinco mil hombres? Se acuerdan… Ellos contestaron “Doce”.  Y Él añadió: “¿Cuántos canastos de sobras recogisteis cuando repartí siete entre cuatro mil?”. Y respondieron: “Siete”.  Entonces Él dijo: ¿Y todavía no acaban de entender?»

(Mt 8, 14-21)

El Señor, utiliza aquí la imagen de levadura, que muchas veces es ayuda para significar la fuerza que encierra su doctrina. Aquí, sin embargo es utilizada, la palabra levadura, como ejemplo de sentido negativo de mala disposición.

JESÚS NOS PREVIENE DE LA HIPOCRESÍA

La hipocresía farisaica de la vida disoluta de aquel reyezuelo: Herodes, que solo se movía por ambiciones personales, era esa levadura que contagiaba a la masa de Israel, para corromperla.

Él Señor, quiere prevenir a sus discípulos contra esos peligros y hacerles entender que para recibir su doctrina, se necesita un corazón puro, sencillo.

Los Evangelios nos muestran de continuo, las carencias de los discípulos del Señor. Los vemos cómo tardaron en entender las enseñanzas de el Señor, incluso en cosas muy elementales. Y estos Apóstoles escogidos por el Señor, pues… «No entendían».

San Josemaría, decía en este sentido: que no eran cultos, ni siquiera muy inteligentes; al menos en lo que se refiere a las realidades sobrenaturales. Incluso, los ejemplos y las comparaciones más sencillas, les resultaban incomprensibles. A lo que siempre regresaban acudiendo al Maestro, diciéndole… “Explícanos la parábola Señor».

DIOS CUENTA CON NOSOTROS, CON CUALIDADES Y DEFECTOS

Éstos, eran los Discípulos elegidos por el Señor y así los escogió Cristo. Así aparecían antes que  fueran llenos del Espíritu Santo, ellos iban a ser las columnas de la Iglesia. Hombres corrientes, con defectos, con debilidades, con ambiciones, con la palabra más larga que las obras y sin embargo, son a ellos los que el Señor los llama para ser pescadores de hombres, administradores de la Gracia de Dios.

Bien, lo mismo nos puede pasar a nosotros. Aunque no tengamos grandes dotes, ni  cualidades, ni seamos grandes en sabiduría. Pues, el Señor nos llama. Y lo qué importa, es el amor de Dios que está, y nuestra correspondencia y nuestra docilidad a sus palabras. Que con ello, brotarán en nuestras almas los frutos de Santidad, los frutos de la eficacia sobrenatural.

Jesús comprende, era muy comprensivo porque, por supuesto, tenía un gran corazón. Su naturaleza humana, ese ejemplo, al que tenemos que seguir, su humanidad santísima, generoso, dispuesto a ayudar, de servir como lo necesitan los demás. Muestra siempre una gran comprensión con aquellos discípulos suyos, con gran paciencia los va formando en esas realidades sobrenaturales.

JESÚS COMPRENDE, JESÚS BENEVOLENTE

Es una virtud la comprensión, virtud que es muy útil y muy necesaria, siempre pero hoy día mucho más….¡Comprender!
Él Señor es comprensivo con los demás, en un modo concreto, es el ejercer la caridad, demostrar el cariño, que ayudar con eficacia a los demás, como desearían ser ayudados.

Como comentaba un autor: “Que ser bueno, entre otras cosas, es ser comprensivo”, porque si uno, no lo es, definitivamente no puede ser bueno con los demás.

San Josemaría comentaba que: “La caridad, más que en dar, está en comprender.”

Para comprender hay que salir de uno mismo; se necesita un poco de atención, escucha, apertura, interés, reflexión. Bueno, son todos estos actos que requiere la buena comprensión del otro, todo esto se puede resumir en: ¡Generosidad!

Al salir, de uno mismo, para acoger al otro. Cuando encontramos a alguien así… Entendemos que se puede contar con esa persona si necesitamos ayuda y acudimos a Él, cada vez que tengamos alguna dificultad en la vida.

Son personas que de algún modo, también son amables…

Jesús comprende

ESCUCHAR, COMPRENDER Y ACOGER

Es por lo que comprendemos las razones de los demás también y nos hace librarnos un poco, de esos juicios precipitados, que con frecuencia concebimos.

Cuando no se quiere comprender, es muy fácil caer en un juicio negativo con los otros, esto, por qué no somos capaces, de ver su verdad íntima y así normalmente, llegamos a conclusiones equivocadas.

Comprensión y benevolencia son actitudes que vemos siempre presente en la vida del Señor y que nos ayudan, a ti a mí sí, lo invitamos a ser más justos con los demás. Comprender… una gran obra de misericordia, una gran obra de caridad.

LA MEJOR FORMA PARA ALIVIAR EL SUFRIMIENTO PROPIO Y DE LOS DEMÁS

En muchas ocasiones es la fórmula adecuada y la mejor forma de aliviar el sufrimiento.

Y esto, porque entramos en el ámbito de la preocupación del otro, para compartir de algún modo lo que le ha pasado, o lo que piensa hacer.

Es por tanto, un requisito siempre elemental, pero imprescindible para poder ayudar de manera efectiva a los demás; saber escuchar, saberse poner en el lugar del otro, ponerse en la piel del otro.

Consecuencia de esto, es que brota de manera natural: La Empatía. Pues bien, vamos a través del mensaje de el Señor, podemos ver con claridad que… ¡Comprender es Amar!

Un Amor que es inteligente, un Amor que es generoso, que sale al encuentro de los demás para compartir: la Alegría, las dificultades, los sufrimientos, los recuerdos, proyectos, sentimientos, inquietudes… TODO.

Qué bueno es conseguirse con una persona comprensiva, ¡Que seamos pues, nosotros también así!

Se lo pedimos a nuestra madre, Santa María. Ella, que nos comprende y nos comprende mucho, comprende nuestras limitaciones, comprende nuestras miserias y hasta comprende nuestros pecados y no para juzgarlos, sino para llevarnos, siempre de regreso a nuestro Señor, para pedirle perdón.


Citas Utilizadas

Génesis 6, 5-8; 7, 5-10

Salmo 28

Marcos 8, 14-21

Reflexiones

¡Señor mío, enséñame a amar mucho y a amar bien!

Que en mi mente, no existan juicios insensibles.

Que de mi boca, salgan siempre palabras que alivien.

Y que en mi corazón, nazcan muchos actos de Amor y Comprensión.

Predicado por:

P. Neptalí

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