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P. Javier

6 min

ESCUCHA LA MEDITACIÓN

FUEGO VINO JESÚS A TRAER A LA TIERRA

Transmitir el fuego del amor de Dios.

ORAR EN SILENCIO PARA ESCUCHAR A DIOS

En estos diez minutos con Jesús, como siempre lo primero que hacemos es pedirle un especial auxilio, porque estamos ante el desafío de establecer este rato de comunicación con el Señor.

Y en seguida nos sale el monólogo; la imaginación nos va a jugar muchas malas pasadas porque vamos a divagar, se nos van a ocurrir cosas, vamos a crear historias, vamos a intentar trabajar, resolver problemas que tenemos pendientes… Hay como muchísimos obstáculos que vienen como asteroides sobre nuestra oración.

La oración requiere mucha quietud. A veces es bueno hacer como un ejercicio a la introducción de la oración que es silencio: silenciar la imaginación, silenciar la razón, silenciar los monólogos, no permitir que todas esas ideas se interpongan entre Jesús y nosotros. Tampoco música, absolutamente nada; ni imaginación, ni música.

ESCUCHAR A DIOS

Un momento de quietud, de silencio para abrirnos a la escucha. Porque en el fondo lo que tenemos que hacer es escuchar a Dios, comunicarnos con Dios y poder escucharlo.

A Jesús lo que tenemos que decirle es cosas muy concretas. Señor, ayúdame con esto, no sé resolver tal cosa; me preocupa mi padre porque no avanza con tal tema o porque – concretamente el mío – no quiere a veces ayuda para que le ayuden en la limpieza de la casa y no sé cómo resolverlo porque le dice a la empleada que no necesita nada, la pobre mujer se tiene que ir…

Ayuda de Dios y fuego

No sé. Todos tenemos problemas concretos de diversa índole y se lo planteamos a Jesús así, pero eso es muy rápido. Lleva muy poco tiempo hablar con Jesús, decirle a Jesús nuestros problemas.

La cuestión es, además, escucharlo. Por eso necesitamos silencio; silenciar, hacer un rato de silencio, apagar la imaginación, apagar la música, que Dios empiece a emerger dentro de nosotros. Por eso le pedimos una especial ayuda al Señor, porque eso para nosotros es completamente imposible, es muy difícil de conseguir.

JESÚS TRAE FUEGO Y DIVISIÓN

Dice el Evangelio del día – esperemos que nos inspire, que nos ayude, que nos sugiera cosas – que Jesús le dijo a sus discípulos, que vino a traer fuego a la tierra.

He venido a prender fuego a la tierra y cuánto deseo que ya esté ardiendo. ¡Qué angustia sufro hasta que esto se cumpla!¿Acaso piensan que he venido a traer paz a la tierra? No, he venido a traer división. Desde ahora estarán divididos cinco en una casa, tres contra dos, dos contra tres. Estarán divididos el padre contra el hijo, el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra”(Lc12, 49-53).

En este evangelio Jesús nos sorprende con esas palabras tan duras. No parecían para nada las palabras de Jesús, en el que continuamente buscamos alegría, calma, consuelo, paz… el Jesús de la mansedumbre. Acá Jesús nos habla de traer guerra, de traer división, de enfrentarnos.

Y pienso que lo que pasa es que sus palabras son contrarias a veces al mundo sin Dios, al mundo en el cual predomina el mal. El mundo del mal, lo podríamos llamar, en el cual predomina la ley del más fuerte, la esclavitud, la guerra, los odios, las venganzas, las envidias todo aquello que nos divide y nos destruye. Son innumerables la cantidad de males, de cánceres, de virus que se van alineando para destruir la unidad entre las personas, la verdadera unidad.

Jesús habla de división, pero no es la división, digamos, que genera una guerra. Jesús habla de que la verdad puede generar división en quien está dispuesto a hacer la guerra.

EN LA LUZ DE DIOS

Una persona que no quiere evitar la corrupción, que no quiere evitar su infidelidad, que no quiere evitar su falta de sinceridad, su falta de lealtad, su falta de honestidad, etcétera, se va a dividir con respecto a una persona que quiere ser honesta, que quiere ser fiel, que quiere ser buena, que quiere seguir a Dios, que quiere estar en la luz, que quiere ser hija de la luz, vivir en la luz, en la luz de Dios.

Por eso, entre la oscuridad, entre las tinieblas, entre el mal, entre los hijos del mal y los hijos de la luz, se interpone esa división. Esa es la división de la que nos habla el Evangelio.

El Señor ha venido a la tierra a traer la verdad, y la verdad divide, porque los hijos de la mentira no quieren convivir con los hijos de la verdad. Una persona corrupta, una persona mentirosa, un ladrón, no quiere vivir con una persona honesta, que quiere trabajar, que quiere salir adelante a través de su trabajo y no a través de un acto de corrupción, a través de plata fácil, a través del robo.

Por eso Jesucristo nos recuerda que ha venido a traer esa división que para nosotros es difícil de entender. Alinearse con lo que Jesús nos dice a veces nos marca como un poco locos, un poco extraños en esta sociedad, en ese mundo en el cual el mal parece que prevalece.

fuego y unidad

Los hijos de las tinieblas no entenderán jamás a los hijos de la luz. Por eso tenemos que pedirle como una especial ayuda para ser fieles como hijos de la luz.

Seguir a Jesús significa, en muchos casos, incomodar, ir contracorriente de lo establecido, de lo que nos apetece, porque también nosotros somos a veces hijos de las tinieblas y tenemos que vivir esa guerra dentro de nosotros. Esa división muchas veces está dentro de nosotros, esa guerra de la que habla el Señor está dentro de nosotros.

EL FUEGO QUE DA FUERZA

Pero Jesús nos anima a pelear porque ha traído un fuego que es capaz de extinguir esos virus. Qué es capaz de quemar la mugre, de quemar la suciedad, de quemar lo que nos aparta de él.

Ese fuego que es luz no es un fuego que quema mal, que deja heridas, sino que es un fuego que purifica, es un fuego que ilumina, un fuego que aclara. Ese es el fuego que el Señor ha venido a traer a la tierra y que quiere que arda.

Por eso, ser honestos, huir de toda falsedad, ser amigos de la verdad es exigente porque Jesús es exigente. Pero tenemos que acordarnos que Dios está con nosotros para justamente ayudarnos.

Hace poco un amigo me mostró una tarjeta que lleva siempre en la agenda desde hace años, que un día yendo a conocer la Sagrada Familia en Barcelona, se encontró con un chico que estaba en la calle sin brazos y que había dibujado con los dedos del pie.

SAGRADA FAMILIA

Era una estampa muy bonita de la Sagrada Familia y me impresionó porque pensé que era una cosa impresa -nunca pensé que lo había dibujado alguien y muchísimo menos con los dedos del pie.

Y detrás decía una frase que la escribió en el momento: “Cuando la voluntad es grande, los obstáculos son pequeños. No tengas miedo, con cariño, fulanito”(no me acuerdo el nombre del chico).

Pienso que esto nos puede ayudar a todos. El Señor ha venido a traer ese fuego y esa fuerza. Cuando la voluntad es grande, cuando la voluntad está iluminada por Dios, cuando la voluntad tiene ese aire en las velas que pone Dios, los obstáculos son absolutamente pequeños y podemos vencer cualquiera de esos males que se nos meten en el corazón o que se nos meten en la familia, o que se nos meten en la sociedad.

No podemos tener miedo y no podemos ser pesimistas. No podemos ser pesimistas ni con el país, ni con nuestra familia, ni con nuestra empresa, ni con nuestro mundo, ni con nosotros.

Por eso, como hijos de la luz, confiamos en que Jesús siempre estará con nosotros. Ponemos estas intenciones en sus manos.


Citas Utilizadas

Ef. 3, 14-21

Sal 32

Lc. 12, 49-53

Reflexiones

Señor, que la fuerza de la verdad me permita no tener miedo y caminar siempre con optimismo.

Predicado por:

P. Javier

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