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P. Juan Pablo

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SANCTA SANCTE TRACTANDA SUNT

Jesús reparte siete panes y da de comer a miles. Es una imagen de la Eucaristía, que es lo más santo que tenemos y que hemos de venerar y cuidar, al igual que a las demás personas, porque Cristo murió por todos.

LA SANTA EUCARISTÍA

«Jesús mandó a la gente que se sentara en el suelo, tomó los siete panes, pronunció la acción de gracias, los partió y se los fue dando a sus discípulos para que los distribuyeran, y ellos los fueron distribuyendo entre la gente»,

leemos en el Evangelio de hoy.

Es una de las multiplicaciones de los panes. Y tenemos Jesús haciendo esos gestos que son tan familiares porque los escuchamos. Cada vez que vamos a misa escuchamos que Tú tomaste el pan, lo partiste, lo repartiste y nos alimentamos de ese pan.

Esta multiplicación de los panes y además no solo los panes, sino también hubo pescado, pues todo el mundo quedó satisfecho y sobró en abundancia. Esto es un signo de la Eucaristía.

En el Evangelio, vemos cómo vas preparando a la gente, a tus discípulos, a los que te escuchan, a tus seguidores los vas preparando para que puedan recibir el tremendo don de la Eucaristía, en la cual Tú estás presente. En la cual tú estás ahí vivo y nos unes a Ti cuando te recibimos, que es además una prenda de vida eterna.

Tú estás ahí, Señor presente, y es lo más santo que hay, lo más grande que tenemos en este mundo. Tienes que ser tratado, Señor, en la Eucaristía, con sumo respeto, con amor y con veneración.

Hay un dicho en latín que dice: “Sancta sancte tractanda sunt”, ‘las cosas santas tienen que ser tratadas santamente’,< Sancta sancte tractanda sunt.

Y es verdad. Pues lo que es más santo tiene que ser tratado con sumo respeto, con suma veneración. Y las demás cosas, pues las tratamos de acuerdo a lo que son.

Pero pues, las cosas dónde está Dios presente, ahí implica nuestra atención, respeto y cariño. Poner mucho amor en esas cosas.

RESPETO A LOS SACRAMENTOS

En la Primera Lectura del día de hoy leemos precisamente como Jeroboam no trató santamente las cosas santas. Terminamos leyendo en esa lectura que: «Jeroboam no cambió su mala conducta. Este fue el pecado que causó la destrucción y el exterminio de la dinastía» de Jeroboam. Un pecado que trae un gran castigo.

¿Y qué es lo que hizo este hombre? Pues no distinguió la santidad del templo ni del sacerdocio. El templo en Jerusalén, al que asistía todo el mundo a ofrecer sacrificios.

Él dice:

“Es que si todo el mundo se va para allá, nos vamos a quedar sin gente acá. Entonces vamos a construir otros templos y otros sacerdotes para que ofrezcan sacrificios y la gente no tenga que ir hasta allá. Y aquí pues no nos quedemos vacíos”

<(cf.1 R 12, 26-32).

Y así hizo. Eso estuvo muy mal porque ese templo y sacerdotes que él constituyó no eran los que Dios quería. Una realidad es santa por lo que es (y especialmente en el caso del templo). En el caso del sacerdocio es por la elección de Dios.

Dios, cuando elige algo es que a través de esa realidad Él quiere hacerse presente, porque esos son los Sacramentos, pues ahí esa realidad adquiere una dignidad especialísima.

No todas las cosas las podemos tratar igual, porque no todas las cosas son iguales. Eso es la banalización. Una cosa digna la, la, la tratamos como si fuera cualquier cosa. Estamos banalizando.

LUGARES Y COSAS DIGNAS

Bueno, pues para entender un poquito mejor esto, me acordé de un videíto que vi hace tiempo. Es de un niño que está en un restaurante y está jugando como dando patadas al aire.

Está apoyado en una mesa y moviendo el pie, haciendo ese swing con el pie, y de repente sale volando el zapato Crocs que trae en el pie, y cae justo dos mesas más adelante… ¡en el plato de comida de un señor que estaba ahí!

Pues, el restaurante está dispuesto ya para comerse su sushi o lo que fuera, (porque se ve que son medio medio chinos o medio japoneses estos personajes) y el señor está un poco distraído con su teléfono, según recuerdo, y le cae el zapato ahí en su comida.

Nada más voltea y se da cuenta de lo que sucede. Y para eso, ya llegó el niño corriendo, toma su zapato y se va. Y este señor lo que hace serenamente, es apartar su plato de comida, lo hace hacia adelante con sus manos y ya no come más.

Y se entiende, ¿quién va a querer comer un sushi pisado por un zapato de un niño que estaba jugando?

Es que la comida es algo que hay que cuidar, pues tiene que estar limpia, y sabrosa. Tiene que estar cuidada la cocina, pues es un lugar también donde tiene que haber esa limpieza.

Preguntaba un predicador famoso: “¿Cuántos cucarachos permitiría usted, señora que hubiera en su cocina? ¿Qué número le parece un buen número de cucarachas? Ninguno, ¿verdad? ¡Pues no, en la cocina no puede haber ni cucarachas, ni ratas, ni suciedad, porque es un lugar que tiene una dignidad especial!

RESPETO AMOR Y VENERACIÓN

Pues si así tratamos el alimento de la Tierra, también el alimento del alma, las cosas santas, no sólo la Eucaristía, sino todo lo que se refiere a Dios tiene que ser tratado con gran dignidad.

Pensemos también, por ejemplo, en un quirófano donde el doctor opera. Ahí tiene que estar también todo completamente limpio.

¿Qué otras realidades Dios ha escogido especialmente y son también así, santas, y tienen que ser tratadas con mucha veneración, además de los sacramentos?

Pues realmente, todas las personas. Todas las personas, tienen que ser tratadas con sumo respeto, con amor y veneración, porque somos y estamos llamados a ser Hijos de Dios.

Estamos llamados a estar con Dios para siempre y Dios ha muerto por cada uno de nosotros. Cada uno de nosotros vale toda la sangre de Cristo.<

Eso nos habla del gran valor que tenemos y de cómo hemos de cuidar a los demás y cuidarnos a nosotros mismos.

Nos acordamos de aquellas palabras del Evangelio en el que Jesús habla del Juicio Final y cómo vendrá

«Y pondrá unos de un lado y otros de otro, y dirá: —Vengan hijos de mi Padre. En verdad les digo que cuando hicieron a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicieron»

(cf. Mt 25, 33-46).

Tú, Señor, estás presente en cada persona y cuando tratamos bien a los demás es como si te tratáramos bien a Ti y al revés también.

Porque Tú nos quieres así a nosotros, y quieres que nos tratemos bien, con cariño, que no veamos a los demás como cosas.

FRATERNIDAD CON CRISTO EN LA EUCARISTÍA

Cuando se habla de la impureza, se habla de eso, como uno con la impureza trata a las demás personas como objetos, como cosas.

decía san Josemaría en un punto de Camino:

“Egoísta. —Tú, siempre a «lo tuyo». —Pareces incapaz de sentir la fraternidad de Cristo: en los demás, no ves hermanos; ves peldaños”

(Texto perteneciente al punto 31 del libro ‘Camino’ de Josemaría Escrivá de Balaguer).

Es una imagen que a mí me sirve, como a veces podemos ser así, ver en los demás peldaños, simplemente cosas para nosotros subir más.

Pues le pedimos hoy a Jesús que me ayude a tratar dignamente las cosas dignas, santamente las cosas santas, tener un gran respeto a Tu presencia en los sacramentos, y a Tu presencia en las demás personas.

Porque Tú estás presente en cada uno de nosotros.

Se lo pedimos a nuestra Madre la Virgen, que sepamos querer a todo el mundo como Jesús nos ha querido.


Citas Utilizadas

1 R 12, 26-32; 13, 33-34

Sal 105

Mc 8, 1-10

Camino, P. 31

Mt 25, 33-46

Reflexiones

Señor, ayúdame a tratar dignamente las cosas dignas, santamente las cosas santas, tener un gran respeto a Tu presencia en los Sacramentos, y a Tu presencia en las demás personas.

Predicado por:

P. Juan Pablo

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COMENTARIOS

  1. me gustan las meditaciones todos los dias las escucho los 10 minutos con jesus me ayuda mucho gracias muchas gracias Bendito sea Dios

  2. Juana sanchez martinez dice:

    me gustan las meditaciones todos los dias las escucho los 10 minutos con jesus me ayuda mucho gracias muchas gracias Bendito sea Dios

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