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P. Juan Carlos

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DARSE COMO CARLOS BORROMEO

La caridad de San Carlos Borromeo se extendía a todas las necesidades temporales y espirituales de su diócesis. Fundó hospitales, colegios y seminarios; catequizaba y confesaba a los pobres.

Hoy 4 noviembre, la Iglesia recuerda como todos los años, la figura de san Carlos Borromeo que fue obispo y confesor.  

San Carlos Borromeo fue hijo de un senador de Milán y sobrino de Pio IV, quien desde su juventud se consagró a Dios.

Distribuyó a los pobres el precio de un principado que había vendido y se expuso a la peste sirviendo a los atacados por ella, similar a lo que estamos viviendo ahora en esta crisis del Covid.

Él vivió una peste y alimentó a tres mil pobres durante una época de hambre, vendiendo para ello su platería y sus muebles más preciosos.

Dicen que se retiraba todos los años durante ocho días a un lugar solitario para hacer sus ejercicios espirituales. Murió a los 46 años de edad, siendo obispo de Milán. 

SU CARIDAD SE EXTENDIÓ 

La caridad de san Carlos Borromeo se extendía a todas las necesidades temporales y espirituales de su diócesis. Fundó hospitales, colegios, seminarios, catequizaba y confesaba a los pobres.

AMOR A LA ORACIÓN

Pero algo que le caracterizó, tal vez con más fuerza, era el amor a la oración que le unía de una forma especial a Dios, y que a veces se le vio permanecer hasta ocho horas seguidas en oración.

Dicen que un día un hombre perverso lanzó un tiro de arcabuz, o sea,  disparó al aire con una pistola mientras él estaba haciendo oración y san Carlos interrumpió su oración sólo para prohibir a sus servidores que persiguieran al criminal.

SABER ORAR BIEN ES SABER VIVIR BIEN

Que diferente a veces es nuestra oración, la menor cosa nos distrae, podemos pedirle como san Agustín,

Danos Dios el espíritu de oración, porque saber orar bien es saber vivir bien

Estaba buscando durante estos días, unas palabras de san Carlos Borromeo que había leído vida hace mucho tiempo y las encontré.

Bueno la verdad es que no estoy completamente seguro, pero son unas palabras justamente sobre la oración y creo que nos pueden servir para rezar hoy dia.

Decía san Carlos Borromeo:

“Admito que todos somos débiles, pero si queremos ayuda, el Señor Dios nos ha dado los medios para encontrarla fácilmente; Te gustaría que te enseñe a cómo creer de virtud a virtud, y en como, si ya estás centrado en la oración, ¿puedes estar más atento a la próxima vez, dándole así a Dios una oración halagüeña?

Oyeme y te diré”.

Y aquí empieza san Carlos Borromeo una serie de tips que nos pueden servir y dice:

«Sí una pequeña chispa del amor de Dios ya arde dentro de ti, no la expongas al viento ya que se puede extinguir, mantén al horno bien cerrado para que no pierda su calor y se torne frío, en otras palabras:

 Evita las distracciones lo mejor que puedas. Mantén el silencio con Dios».

Señor Jesús, queremos seguir estas recomendaciones del santo, queremos mantener el horno bien cerrado porque no queremos perder el calor.  

De todas formas, cuántas veces Señor al hacer nuestra oración, nos damos cuenta que nos dispersamos con facilidad, que nos vienen pequeñas heridas que tenemos todavía en el corazón, de resentimientos, de a veces esas distracciones de cosas que nos han dejado tal vez una marca.  

QUE NO SE EXTINGA LA CHISPA DE AMOR

Y me parece que es bien bonito lo que sugiere san Carlos Borromeo: Óyeme si una pequeña chispa de amor de Dios ya arde dentro de ti, no la expongas al viento, ya que se puede extinguir.  

QUE CREZCA

Señor que no se nos extinga, que estas buenas cosas que hemos hecho durante estos 10 minutos con Jesús, que de vez en cuando nos reaniman el corazón y nos dan nuevas ansias de serte más fieles, de conocerte mas, de decirte cosas de cariño Señor.

Que no se extingan, que más bien crezcan que a lo largo del día.

Señor enséñanos a tener oración, a ir como haciendo que crezcan estos 10 minutos, para que no sean 10 minutos, sino que sean 10 horas, que sea un continuo diálogo Contigo a lo largo del día. 

LO IMPORTANTE ES GANARSE EL CIELO

Estos santos que han dado tanto de su vida para tenerte cerca, deben ser un ejemplo para nosotros y san Carlos Borromeo aunque vivió una vida intensísima, murió a los 46 años, desde el principio tenía claro que lo importante de esta vida era ganarse el Cielo.

NO QUEREMOS PERDER EL CALOR Y TORNARNOS FRÍOS

Y eso es algo que queremos hacer nosotros, por eso queremos tener el horno bien cerrado para no perder calor, para no tomarnos fríos, para volver una y otra vez a Ti Señor, para tenerte claro que eres lo principal en nuestra vida.

Te pedimos que ahora en este rato de oración, nos ayudes a perdonar las cosas que aún siguen en nuestro corazón sin ser limpiadas, que nos ayudes a quitar esas cosas que sabemos que nos alejan de Tí Señor.

Por que son a veces cosas en contra de otra de las criaturas que Tú tanto amas, a veces es una vanidad o tal vez es ese deseo de que nos reconozcan algo que claramente no nos corresponde o que tal vez nos corresponde, pero que nos hace perder de vista lo más importante que es el Cielo.

SAN CARLOS DEJÓ TODO POR SEGUIRTE

Al igual que este santo, Carlos Borromeo, que vio en nada su principado, vio en nada sus bienes materiales y estuvo dispuesto a dejarlo todo por seguirte. 

Qué bonito, porque no es que lo dejó todo, todo, todo, sino que fue como ir dejando a lo largo del tiempo, cuando hacía falta y cuando llegó esa peste a la que Milán se tuvo que plegar porque realmente la ciudad se hizo pedazos, él estuvo en todas partes atendiendo a los más pobres y murió en la peste.

Porque uno puede decir bueno Dios le protegió, le puso como un escudo de fuerza para que no le ataque la peste, no, este hombre murió allí.

Pero por eso, estas cosas le dieron más fuerza, porque estuvo dispuesto a dar su vida. 

Igual que tú y yo, tenemos que estar dispuestos a dar la vida por los demás.

DAR LA VIDA POR LOS DEMÁS

Eso es lo que el Señor nos ha dicho que nos gana completamente el reino de los cielos. Y es lo que hicieron los Apóstoles, por eso todos les festejamos de rojo, la misa se celebra de mártires.

Para poder ser estos buenos instrumentos en la Tierra, tenemos que tener esta claridad de entrega, esta claridad de cuidar bien nuestra oración para tener la fuerza necesaria de hacer las cosas que más cuestan, de entregarnos, de no responder de forma dura a los que nos molestan, de no tener reservados para nosotros como unas posibles rutas de escape.

QUEREMOS ENTREGARTE TODO

Me parece que es fundamental que pidas ahora al Señor, se lo hago yo también, Jesús, tú que nos escuchas, queremos entregarte nuestra vida, y hacerlo de forma sincera, como lo hizo Carlos Borromeo, que llegó hasta el final.

Aceptó todos los retos que le presentabas Señor: aceptó ser el obispo de Milán, reorganizar su diócesis, el trabajar en los Concilios y hacer Concilios locales para transmitir lo que había decidido el Concilio de la Iglesia, de forma local también.

SER DESPRENDIDOS

Es un hombre que estuvo a tu disposición Señor, ¡que ganas de ser como Carlos Borromeo!

Hombres y mujeres completamente entregados, que aunque cueste, saben darle a Dios todo su esfuerzo intelectual, su trabajo manual, su red de contactos, hasta sus pertenencias.  

Claro no vamos a vender, especialmente si son padres o madres de  familia, no van a vender todas las cosas para dejarles sin nada a sus hijos, pero sí que tenemos que ver que todo lo que entregamos a los pobres, lo entregamos también para la gloria de Dios y son cosas que nos pueden servir, son cosas que enseñan también a nuestras familias, que es lo primero. 

SER GENEROSOS COMO SAN CARLOS

Que seas muy generoso, igual que lo fue Carlos Borromeo.

Vamos a ir  terminando este rato oración, pidiendo a la Santísima Virgen que nos toque el corazón como lo hizo con este hijo suyo, que estuvo siempre dispuesto a darlo todo. 

Señora a tí acudimos hoy para pedirte que sepamos ser verdaderos apóstoles, darlo todo para agradar a Jesús. 


Citas Utilizadas

Rm 14, 7-12

SaL 26

Lc 15, 1-10

Reflexiones

Señor Jesús, ayúdame a hacer oración sin distracción, quiero ser un horno encendido de amor hacia Tí, quiero ganarme el Cielo.

 

Predicado por:

P. Juan Carlos

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