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P. Juan Carlos

5 min

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SEMILLA DE MOSTAZA Y 3 AVEMARÍAS

La devoción a la Virgen es importante y esta corta práctica de piedad, es como la semilla de mostaza: es pequeñita, pero manifiesta un cariño de niño; es como despedirse de nuestra Madre antes de dormirnos con esas 3 Avemarías. Es un verdadero detalle de ternura y de fe que hará que nuestra devoción a la Virgen vaya creciendo cada vez más.

El Evangelio del día de hoy martes, dice un texto de san Lucas (que es el que estamos leyendo últimamente):

“En aquel tiempo decía Jesús: ¿a qué es semejante el Reino de Dios o a qué lo compararé?  Es semejante a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en un huerto.  Creció, se hizo un árbol y los pájaros del cielo anidaron en sus ramas”

“¿A qué comparé el Reino de Dios?”

siguió Jesús y dijo:

“es semejante a la levadura que una mujer tomó y metió en tres medidas de harina hasta que todo fermentó”.

(Lc 13, 18-21)

Estas dos parábolas o estas dos comparaciones parten de algo que es pequeño y llega a tener un impacto mucho más grande que su medida original.  No se trata de algo tan extraordinario, todos sabemos que una semilla puede crecer en árbol.  Lo difícil es imaginarse desde el principio, que algo tan pequeño pueda llegar a ser importante o que algo, con tiempo, vaya siendo cada vez más grande.

Igual que esas tres medidas de harina que mete un poquito de levadura y sólo con un poquito de levadura todo cambia; al final, el pastel o ese pan sale completamente distinto, porque esa levadura ha actuado en toda la masa.

PLAN DE VIDA

Hoy día, me gustaría centrarme en este rato de oración, en una norma del plan de vida que es bastante sencilla y con la que vamos a terminar esa serie que empezamos hace varias semanas sobre las normas del plan de vida: las tres Avemarías de la pureza.

Cuenta la tradición que la Virgen se presentó a santa Matilde, que era esposa de un rey -que luego se quedó viuda- y le pidió que rezara esta oración: tres Avemarías.

Yo creo que todos los que escuchamos estas meditaciones, hemos recibido esta misma enseñanza de nuestra madre, de nuestra abuela y, seguramente, lo hacíamos mientras éramos pequeños.

SANTA MATILDE

Algunos, por supuesto, lo seguimos haciendo ahora, porque se trata de algo pequeño que tiene una gran influencia.  De nuevo, es esa semilla que el Señor pone en nuestras almas para que tenga un fruto del que, realmente, ni nos imaginamos sea tan grande.

Esas tres Avemarías que santa Matilde escuchó y que empezó a hablar sobre ellas y a animar cada vez más a otras personas a que también lo recen, se fue difundiendo en la Iglesia y son muchos los santos que la han recomendado.

Por ejemplo, san Antonio de Padua, san Leonardo, san Alfonso María Ligorio, el mismo san Josemaría… todos han sido parte de esta difusión y ¿qué es lo que han visto -podríamos decir- en esta pequeña oración?  Pues han visto el amor de una madre; han visto una cosa pequeña que crece en el trato diario y es que, las cosas de la Virgen son así desde su nombre.

ESTRELLA DEL MAR

El nombre de María tiene como distintos significados.  San Bernardo decía que el significado de María era Estrella del mar, mar ante las tempestades.  Mira la estrella, decía, llama a María.

¿Cuántas veces nosotros también hemos repetido ese ¡mamá, mamá!? ¿Cuántas veces yo me he encontrado así en la vida como un niño gritando a la mamá en una tempestad?, regresar a ver a la estrella, la Virgen, está más presente en nuestra vida.

La Virgen es radicalmente quien nos ha dado y nos conduce a Cristo.  Por eso, en la mitad del Avemaría está en

“el fruto de tu vientre, Jesús”

(este es justo, si te das cuenta, la mitad del Avemaría) y es que siempre la Virgen nos conduce a Cristo; dentro de su oración fundamental, está Cristo escondido.

LA ENCARNACIÓN

Avemarías

La finalidad última de la Encarnación, es que lleguemos a ser hijos de Dios y esto nos llega por la Encarnación.  “Es tan decisivo por lo que Tú Jesús has muerto por nosotros”.  No podemos conformarnos con ser hijos de Dios, hemos de sentirlo.  Es el don que pedimos ahora: sabernos hijos; es una actitud profunda del ser que está presente en todos los afectos, en los deseos, en los anhelos…

Que la Virgen nos vaya consiguiendo esta actitud profunda del alma, de sentirnos hijos; es más fácil sentirnos hijos de nuestra madre la Virgen, pero ella nos llevará a que también nos sintamos hijos de Dios.

Tenemos que ir creciendo en esto y que esto nos lleve a entender esa actitud profunda de confianza.  Igual que la Virgen:

“Hágase en mí, según tu voluntad”,

(Lc 1, 38)

eso es una confianza infinita.  “Que estemos Señor para lo que Tú queras, para lo que quieras en el trabajo, en la familia, en mi persona… para lo que sea.

MADRE, EN TI CONFÍO

Todos necesitamos Tu gracia y queremos darte ese corazón confiado que realmente es: lo esperemos todo de ti”. ¿Cómo comenzamos? Pues yendo a la Virgen por supuesto, diciéndole: Madre, en ti confío.

Esto nos tiene que llevar a una acción de gracias, a una petición de perdón muy profunda y también saber agradecerle tantos peligros que nos evita.  Por eso, esas tres Avemarías por la noche, son como un beso a tu madre cuando te despides para irte ya a dormir; es como el detalle de cariño para cerrar; es como los niños bien educados que saben cuáles son las cosas que les gustan a sus padres y, una cosa fundamental, es saludar y despedirse.

Fíjate de nuevo, esa pequeña simiente, ese grano de mostaza, que es la más pequeña de todas.  Eso también será para nosotros las tres Avemarías.  La costumbre es rezarlas por la pureza y eso es lo que le pedimos con confianza: por la pureza nuestra y por la pureza de los demás.

AGUA BENDITA

¡Qué bonito! La Virgen que se encarga de velar por nuestro sueño; la Virgen que se encarga porque en ella sí confiamos de estar detrás de nosotros en todo, especialmente, cuando nos vamos a acostar.

Hay también otra costumbre bastante pequeñita, que es rociar con agua bendita la cama antes de dormir.  No es tan difícil, uno puede tener una botellita y también implica como un acordarse del Señor.

Te invito a vivir estas normas del plan de vida para tener un trato más intenso con la Virgen y, por supuesto, con nuestro Señor Jesucristo.

¡Qué importante es que tengamos manifestaciones concretas en nuestra vida de ese amor! Y no me vas a decir que es súper bonito un detalle de amor; súper bonito darle ese beso a la Virgen antes de dormir, con estas dos pequeñas prácticas de piedad.  Ese rezarle las tres Avemarías antes de dormir y el rociar de agua bendita tu habitación.

LA SONRISA DE LA VIRGEN

La Virgen, nuestra Madre, se debe sonreír cada vez que hacemos de estas dos cosas.  Fíjate ¿cuántas veces uno se alegra por haberle sacado a su madre una sonrisa?  Pues nos podemos alegrar todas las noches si vivimos esta pequeña devoción.

“Señor Jesús, ayúdanos a que te queramos cada vez más y sabemos que te querremos más si utilizamos este conducto reglamentario que es la Virgen María si vamos a Ti a través de ella”.

Madre Santa, queremos darte esta alegría todos los días de rezarte las tres Avemarías.

(Hemos preparado también un pequeño video explicando también esta devoción que se puede ver en la cuenta de Instagram).


Citas Utilizadas

Rm 8, 18-25

Sal 125

Lc 1, 38

Lc 13, 18-21

Reflexiones

Jesús, yo quiero hacerte sonreír, junto con María, todas las noches al rezar las tres Avemarías.

Predicado por:

P. Juan Carlos

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