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Panameña. Comunicadora Social. Autora de "Te ofrezco mis puertas"(2019) y del libro ilustrado "Chachalaca y su viaje inesperardo" (2020)

5 min

Jesús Nos Regaló La Vida Eterna

“Jesús no bajó a los infiernos para liberar allí a los condenados ni para destruir el infierno de la condenación, sino para liberar a los justos que le habían precedido”.

Reseña:

Tere Dominguez O.  reflexiona sobre el regalo que nos hizo Jesús de la vida eterna al liberarnos de la muerte perpetua en que nos había dejado sumidos el pecado original. 

Siempre me había causado confusión la frase “descendió a los infiernos” en el Credo. ¿Cómo era posible que Jesús hubiera estado en el infierno? pensaba. Pero nunca había indagado ni preguntado a un sacerdote sobre el tema.

Para mí lo importante era que Jesús había muerto para liberarnos de los pecados y que después había resucitado, pero sin profundizar en lo que significaba realmente ese paso entre su muerte y su resurrección. De hecho, el Credo siempre lo recitaba sin meditarlo. Incluso, a veces sentía que era muy largo y cuando se estableció la versión corta en las misas hasta me puse contenta.  

En “La peregrinación en la fe” que inició el pasado Miércoles de ceniza, el P. Juan María Solana ha ido desgranando el Credo, frase por frase, apoyado en el Catecismo de la Iglesia Católica, el cual nos ha recomendado consultar siempre. Yo lo obtuve el año pasado y ha sido de apoyo para escribir varios posts, pero no me había dado por revisar este tema. Desde el inicio de la peregrinación estaba esperando a que llegara esta parte. Me decía que finalmente iba a entenderla.

Comprobé que mi esposo también se había hecho la misma pregunta, aunque no lo habíamos comentado hasta ese momento. Pregunté a algunas amigas y muy pocas estaban claras sobre el tema. Como en pocos días viviríamos la Muerte y Resurrección de Jesús, pensé que sería oportuno compartirles lo que había aprendido.

¿Qué significa que Jesús descendió a los infiernos?

vida eterna

El Catecismo de la Iglesia Católica (633) nos dice que “la Escritura llama infiernos… a la morada de los muertos donde bajó Cristo después de muerto, porque los que se encontraban allí estaban privados de la visión de Dios. Tal era, en efecto, la espera del Redentor, el estado de todos los muertos malos o justos…”. Continúa así: “Jesús no bajó a los infiernos para liberar allí a los condenados ni para destruir el infierno de la condenación, sino para liberar a los justos que le habían precedido”.

En la peregrinación, el P. Solana amplió que durante esos días que el cuerpo de Jesús estuvo en el sepulcro, su alma descendió a los infiernos que era a donde, desde el pecado original de Adán y Eva, habían ido los justos y pecadores. No había una vida después de la muerte. 

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¿Por qué Jesús descendió a los infiernos?

Desde el pecado original que cometieron Adán y Eva, el destino de los justos tanto como de los pecadores sin distinción, al morir, era ir a un lugar donde sus almas quedaban detenidas. No había la oportunidad de purgar los pecados y menos de llegar al cielo al lado de Dios. Iban al infierno.

El Catecismo de la Iglesia Católica (635) explica: “Cristo, por tanto, bajó a las profundidades de la muerte para que los muertos oigan la voz del Hijo de Dios y los que la oigan, vivan. Jesús ‘el príncipe de la vida’, aniquiló mediante la muerte al señor de la muerte, es decir, al diablo, y liberó, a cuantos, por temor a la muerte, estaban de por vida sometidos a la esclavitud…”.

Jesús, con su Pasión y Muerte, realmente estuvo muerto y tal cual pasaba con todos los mortales que fueron al infierno.  Con la Resurrección, les dio la oportunidad a todos los que en ese momento estaban vivos de poder ganarse el cielo, a los que vendríamos después, y además liberó del infierno a los justos que hasta ese momento se encontraban allí.

Si bien he vivido siempre la Semana Santa con mucho fervor, asistiendo a todos los oficios religiosos, no había comprendido que Jesús efectivamente murió con todo lo que hasta ese momento significaba morir. No sé por qué pensaba que después de su crucifixión había quedado suspendido, esperando resucitar. Como una vela que se apaga y espera ser prendida. 

Recuerdo que, en mi niñez, mi papá, a partir del Viernes Santo a las 3:00 p. m., nos prohibía poner música y empezaban unas horas de total recogimiento. Igual les inculcamos mi esposo y yo a nuestros hijos.

Pero no había internalizado que durante esas horas después de su muerte, Jesús descendió a ese infierno a donde iban todos los que morían sin distinción. Sabía que Él había muerto para liberarnos de los pecados, pero no comprendía que había sido una muerte real. No fue que lo torturaron, lo crucificaron, murió y quedó suspendido en un estado celestial hasta resucitar. Él murió como morían todos los demás hasta ese momento.

Cristo… Abrió las puertas del cielo a los justos que le habían precedido”.

El mejor regalo: la vida eternavida eterna

Cristo, al morir y resucitar, venció a la muerte perpetua en que habían quedado todos los que murieron antes de su llegada. Nos dio otra vez la oportunidad de ganarnos la vida eterna. Qué mejor regalo que poder aspirar a vivir por siempre a su lado en el cielo.

Saber que nuestra vida terrenal terminará, pero tenemos la oportunidad no solo de ganarnos el cielo viviendo en la gracia de Dios, sino que si hay algo que no hemos vivido bien, nos da aún la oportunidad de borrar esas manchas en el purgatorio. 

Mientras escribía este post murieron dos guerreras, de una de las cuales incluso escribí un post en mi blog en octubre pasado al que titulé “Las súper guerreras”, como denomino a aquellas mujeres que contraen cáncer teniendo hijos pequeños.  Ambas sufrieron mucho físicamente, pero se mantuvieron confiando en Dios y muy especialmente en la Virgen. Gracias a que Jesús nos regaló con su Muerte y Resurrección el poder ir al cielo al morir, ambas gozan hoy de esa vida eterna. Estoy segura de eso ya que ambas se purificaron en la vida terrenal con sus sufrimientos. Dejan un legado de enfrentar las adversidades con fe, con una sonrisa y obsequiando mucho amor a su alrededor. 

Y ahora te pregunto:

¿Apreciamos el regalo que Jesús nos dio de poder ganar la vida eterna?

¿Cómo nos preparamos para llegar a la vida eterna?

¿Estamos en riesgo de descender a los infiernos?


Escrito por

Tere Dominguez

Panameña. Comunicadora Social. Autora de "Te ofrezco mis puertas"(2019) y del libro ilustrado "Chachalaca y su viaje inesperardo" (2020)

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COMENTARIOS

  1. Julieta Garcia de Morris dice:

    Tere cada vez que leo tus reflexiones me maravilla ser testigo de la velocidad de tu crecimiento espiritual y me conmueve sentir la autenticidad y sencillez de tu respuesta a la invitacion del Señor para difundir Su mensaje de Amor y Vida Eterna. Tu testimonio es prueba fiel de que tu inspiracion viene del cielo… Que el Espiritu Santo te siga derramando su gracia!

  2. Marta M dice:

    Excelente reflexión, yo tampoco entendía de ese tema, me lo aclaraste de una forma tan sencilla y lógica , muchas gracias Tere, no me canso de aplaudirte

  3. Eduardo A. Molino P dice:

    Interesante artículo Tere. Muy bien explicado. Yo también pensaba que la frase «descendió a los infiernos» era literal. De niños nos enseñaron el credo, ahora hay una versión más corta, pero no recuerdo que nuestros maestros de religión, hayan desgranado esta oración. Lo importante aquí es que Cristo murió por nosotros, cargo nuestros pecados sobre sus espaldas ( pesada cruz ) y resucitó entre los muertos, de allí su gloria y grandeza.

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