< Regresar a Blog

Juan Carlos Vásconez

Sacerdote. Doctor en Teología. Evangelizador digital. Instagram p.juancarlosv

4 min

Un regalo para el Niño Jesús

Sacar del corazón los odios, revanchas, envidias, curiosidad impura, malos hábitos, etc. En definitiva, darnos cuenta de que debemos limpiarnos primero por dentro para que ese sea nuestro regado al niño Jesús.

Está encima ya la fiesta y se ve el movimiento de miles de personas buscando regalos para aquellos a quienes aman. Sin embargo, muchas veces nos olvidamos de tener listo, lo más importante, un regalo para el niño Jesús.

Cuando buscamos un regalo a una persona especial pensamos en qué es lo que le haría más ilusión, y solo entonces buscamos en la tienda en línea, a través de otra persona, o yendo personalmente a comprarlo. Aquel que recibe el regalo, quizá no sabrá qué procedimiento se ha seguido, pero evidentemente el afecto y el interés del que regala es distinto, según esas circunstancias.

El que lo piensa mucho, y como conoce, más profundamente sabe qué es lo que más agrada al que va a recibir el regalo, se esfuerza por hacerlo todo con cariño.

Creo que para todos es obvio que regalar algo al niño Jesús se trata de algo especial. Porque Dios es el único que sabe exactamente lo que pasa dentro de nuestros corazones, puede ver nuestras intenciones. Por lo tanto, al buscar que le queremos dar debemos recordar que ¡no se trata de cumplir, sino de amar!

Por supuesto, el niño Jesús sabe cuál es la diferencia. Todo radica en nuestro corazón.

El desposeído

regalo de navidad

Chesterton escribió que ”la Navidad se construye sobre una hermosa paradoja llena de intencionalidad: que el nacimiento de alguien sin casa para nacer, se celebre en todos y cada uno de los hogares.”

El desposeído, el “que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” (2 Cor 8, 9). Seguramente Jesús no está esperando cosas materiales de regalo, pero seguramente desea que lo hagamos con los más necesitados, siguiendo sus palabras “cuanto hicisteis a unos de estos hermanos, a mí me lo hicisteis” (Mt 25, 31).

Suena razonable que la Navidad esté dedicada especialmente a los desposeídos, a los que nada tienen, o tienen mucho, pero no lo pueden compartir con los demás por sus propios traumas, envidias, heridas sin sanar, etc. Qué importante abrir tiempo en estos días para ver cómo ayudar a los que están solos o a los que por su carácter o su vida pasada muchos les esquivan.

La Navidad nos viene a recordar lo propio del mensaje de Jesús: la caridad. La caridad no como mera filantropía, sino como verdadero amor a Dios que vive realmente en mi prójimo. Esta caridad brota naturalmente del amor a Dios. Si amo a Dios, no puedo dejar de amar a mi hermano. Y por ello todo lo que haga a mi prójimo se lo hago a Dios Nuestro Señor, porque él habita en mi persona y en los demás.

El Papa Francisco nos animaba en este sentido: “no basta conformarnos con no criticar a los demás, hace falta hablar bien de mi prójimo, promover lo bueno y silenciar lo malo, hablar bien de los demás. No hace falta inventarse virtudes o cualidades donde no las hay, hay que reconocer y hablar de las que tienen los demás.“

Se dice fácil, pero cuesta. Haz la prueba de hablar bien de los que están a tu alrededor y verás que es fácil. Más, Dios lo quiere, y sobre todo, recuerda que Dios vive en el prójimo.

¿Y para Jesús, cuál sería el mejor regalo?

Regalo

Si bien es cierto, podemos buscar por fuera a los más necesitados, también debemos examinar por dentro de nosotros mismos. Qué le gustaría a Jesús que le regalemos en nuestra vida interior.

Jesús niño llegará a nuestros corazones como al portal de Belén. Aunque un comedero de animales no es el sitio ideal para recibir a un recién nacido, la verdad es que se parece bastante al corazón del hombre. Por lo tanto, lo primero será limpiar nuestra alma para recibir a Jesús.

Una buena confesión, y hacer un acto de repudio del pecado. La raíz del pecado está en el corazón del hombre, en su libre voluntad, según la enseñanza del Señor: “De dentro del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias. Esto es lo que hace impuro al hombre” (Mt 15,19-20).

Sacar del corazón los odios, revanchas, envidias, curiosidad impura, malos hábitos, etc. En definitiva, darnos cuenta de que debemos limpiarnos primero por dentro para que ese sea nuestro regado al niño Jesús.

Puede servir este acto de contrición: Dios mío, me arrepiento de todo corazón de todos mis pecados y los aborrezco, porque al pecar, no solo merezco las penas establecidas por ti justamente, sino principalmente porque te ofendí, a ti sumo Bien y digno de amor por encima de todas las cosas. Por eso propongo firmemente, con ayuda de tu gracia, no pecar más en adelante y huir de toda ocasión de pecado. Amén

Buscar agradar a Cristo a través de mis obras, de mis reacciones, de mis actitudes con los demás. Jesús sabe que es lo que más conviene siempre, por eso repítele “Señor: lo que quieras, cuando quieras, como quieras, donde quieras”


Escrito por

Juan Carlos Vásconez

Sacerdote. Doctor en Teología. Evangelizador digital. Instagram p.juancarlosv

¿TE GUSTARÍA RECIBIR NUESTRAS MEDITACIONES?

¡Suscríbete a nuestros canales!

¿QUÉ OPINAS SOBRE EL ARTÍCULO?

Déjanos un comentario!


COMENTARIOS

Regresar al Blog
Únete
Donar