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María Paula Riofrío

Comunicadora social, blogger profesional y emprendedora. Presidenta y Fundadora de Smart Fashion ATX, para elevar la dignidad de la mujer.

7 min

Manual Para Subir Montañas

Lo importante es “elegir la montaña”. Sin dejarnos influenciar por comentarios u opiniones de otros que piensan que “esa montaña es más fácil de escalar, o esta de acá es más bella”. Pero, entre tantas opciones que tenemos y tal variedad de papeles que debemos ejercer en nuestra vida ¿Cómo elegir? ¿Cómo decidir cuáles deben ser nuestras metas? ¿Cuáles realmente valen la pena alcanzar?

Abriendo las puertas del 2021 y haciendo limpieza profunda de todos los cuadernos, libros y documentos que guardo en mi oficina, me encuentro con un artículo que Paulo Coelho escribió hace varios años para El Universo, uno de los diarios más importantes del Ecuador. Yo soy de esas personas a las que le gusta tener todo por escrito, y al iniciar el año me encanta tomarme un tiempo para sentarme y –junto a una taza de té caliente- hacer planes, poner metas concretas y soñar. ¡Soñar en grande!

Rachel Hollis –fundadora de Start Today- diría que “una meta sin un plan es solo un sueño”. Por eso a mí me gusta poner sobre papel cuáles serán los retos y propósitos para este año que comienza. Mis metas no son solo sueños, son proyectos muy pensados, con un plan de acción y pasos bien definidos para conseguirlas. Hoy quiero compartir con mis amigos algunas ideas que pienso pueden servir a la hora de hacer propósitos para el año nuevo.

En su manual para subir montañas Paulo Coelho escribió que, antes de dar el primer paso, lo importante es “elegir la montaña”. Sin dejarnos influenciar por comentarios u opiniones de otros que piensan que “esa montaña es más fácil de escalar, o esta de acá es más bella”. Pero, entre tantas opciones que tenemos y tal variedad de papeles que debemos ejercer en nuestra vida ¿Cómo elegir? ¿Cómo decidir cuáles deben ser nuestras metas? ¿Cuáles realmente valen la pena alcanzar?

Antes de elegir, debemos ordenar la cabeza (y también los sentimientos). Sin orden resulta imposible discernir qué es lo más importante. La raíz de la palabra orden viene del griego Orthos que significa “lo correcto, lo bien estructurado”. Filosóficamente, orden se define como “la disposición correcta de los elementos de un conjunto con relación a su fin”. Uno, por ejemplo, no guarda las toallas en la despensa de la cocina o las latas de comida y especies en el clóset del baño. Las cosas las vamos ordenando de acuerdo a su fin.

Para definir qué nos debemos proponer para este 2021 es fundamental tener nuestras prioridades claras y pensar ¿Cuál es nuestro fin? ¿Qué queremos alcanzar con todo esto? “Nos hiciste Señor para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”, nadie lo dice de modo más sencillo y más claro que San Agustín. Este es nuestro verdadero fin. Venimos de la mano creadora de Dios y ahí hemos de retornar. Y todo lo que yo haga, todos mis sueños, mis proyectos familiares, profesionales, deportivos, económicos, culturales, sociales, intelectuales… Todo, ¡ha de servirme para alcanzar mi verdadero fin!

Montaña
Encontrar el camino

¡Hemos elegido nuestra montaña! Y nos parece la más maravillosa de todas. Pero al intentar acercarnos nos damos cuenta que “está rodeada de carreteras y bosques que se interponen –continua Coelho-. Lo que aparece claro en el mapa, es difícil de alcanzar en la vida real.” Esas carreteras y bosques que se interponen entre nosotros y nuestros deseos más profundos, muchas veces son nuestros propios defectos. El peso de nuestros errores que con los años vamos cargando, casi sin darnos cuenta.

Para despejar el camino no existe nada mejor que un buen examen de conciencia. Y, si lo que queremos son luces claras para realmente dar con la raíz de nuestros problemas, nada mejor que ponernos delante de Dios y preguntarle: ¿Señor, tú cómo me ves? ¿Qué tengo que cambiar? Seguramente veremos mil cosas: pereza, desorden, debilidades personales, dejadez, impaciencia, odio, pesimismo… Aquí lo importante es dar con la raíz del problema, elegir un solo frente y decidirnos –con la ayuda de Dios- a cortar por lo sano.

Aprender de quien ya caminó por ahí

Hemos de reconocer que al analizar nuestras acciones y juzgar nuestras caídas, no solemos ser muy objetivos. Son innumerables los santos, life-coach y gurús que recomiendan acudir a una tercera persona que nos ayude a ver con realismo nuestra vida. “Siempre habrá alguien que tuvo el mismo sueño antes que tú, y dejó marcas que te pueden facilitar el recorrido”, asegura Coelho.

En el mundo empresarial lo que se recomienda es elegir un “mentor” que nos ayude a dar pasos firmes y proyectarnos hacia el futuro. Y hoy en día existen entrenadores para todo: Para una dieta sana, para ejercitar nuestro cuerpo, para desarrollar un plan de carrera, para mejorar nuestra imagen personal, y mil detalles más… En lo personal, desde que tengo 14 años, yo siempre he contado con un sacerdote que guíe mis pasos y dirija lo más íntimo y valioso que tengo: mi alma.

Metas
Saber que el paisaje cambia

Una mañana de luz y calor puede convertirse en una tarde nublada y lluviosa; y lo que inicia como un camino empedrado puede transformarse en un sendero lleno de lodo o cubierto de árboles que debemos ir despejando con todo nuestro cuerpo.
Nuestras circunstancias personales siempre irán cambiando con el paso del tiempo, lo que no cambia es nuestro fin. La meta sigue ahí, inamovible, esperándonos.

Este fin de semana escuchaba la meditación de un sacerdote español que decía: “Para el año nuevo muchos hacen propósitos: Comer mejor, hacer todos los días una hora de ejercicio, dejar de fumar. Como si de un día para el otro fuéramos a cambiar, o convertirnos en una persona distinta.” Y no es así. Cambiar toma tiempo, muchas veces son años luchando en las mismas cosas, contra los mismos defectos. “Es mucho más fácil dejarnos transformar. Acudir a quien realmente puede llenar de luz y fortaleza nuestro pobre corazón herido”, concluía.

El empeño y esfuerzo personal es importante. Pero este año, dejemos de pensar que las cosas saldrán a punta de nuestro propio esfuerzo, y pongamos nuestros asuntos en las manos de Jesús, con una oración diaria, confiada. Sabiendo que no podemos estar en mejores manos. Emprender el recorrido de esta manera es ya parte de la victoria.

Aprovechar la perspectiva

“A medida que se va subiendo se pueden ver más cosas, y no cuesta detenerse en el camino a disfrutar del panorama –continúa Coelho-. A cada metro conquistado puedes ver más lejos.” Esta es una realidad, cuando llevamos tiempo luchando por alcanzar nuestros objetivos y se conquistan pequeñas batallas, resulta más fácil entender lo que funciona y distinguir lo que ni siquiera vale la pena intentar.

Ascender también nos ayuda a descubrir cosas que antes no logramos divisar. Y hasta nos puede llegar a parecer que mientras más luchamos por alcanzar nuestros objetivos más inconvenientes aparecen en el camino. A veces, descubrir más frentes de lucha puede desanimarnos y hacernos pensar que no estamos adelantando en lo absoluto. Pero no es así. De alguna forma, descubrir nuevos errores y tropiezos en el camino es estar ya a mitad de camino.

En un retiro en California escuché una explicación que me encantó. “Cuando el agua está revuelta, son pocas cosas las que se logran ver en el fondo porque todo se mezcla, agua, arena, algas, peces… Es en la calma, cuando el arena baja y el agua aparece cristalina, cuando podemos ver todas las formas y colores que habitan en la profundidad del mundo submarino.” Lo mismo podemos decir del que camina a diario, luchando, con sacrificio y esfuerzo, por sacar adelante su misión. Desde cierta altura se logra ver con más precisión el amplio y verdadero panorama de nuestra vida.

Metas
No llega a la cima el que nunca cae, sino el que siempre se levanta.

Hemos caído y nos hemos equivocado una y mil veces. ¿Por qué va a ser distinto ahora? Sabemos que somos seres limitados e imperfectos, tropiezos los vamos a tener siempre. Pero es el amor de Dios lo que nos sostiene y es ahí justamente donde se encuentra nuestra verdadera grandeza. ¡Que Dios nos ama con locura infinita! No “a pesar de nuestras flaquezas”. Nos quiere tal y como somos, con todas nuestras luces y todas nuestras sombras. Y contamos siempre con su ayuda.

Dios no es un espectador lejano que crea el universo y se desentiende. Para mí, Dios es un Padre que está pendiente de cada paso y cada palabra que sale de la boca de sus hijos. Y se involucra en nuestras vidas en la medida que nosotros se lo permitamos. Pues no hay nada que Dios respete más que nuestra libertad.

Prepárate para caminar un kilómetro más

“El recorrido hasta la cima de la montaña es siempre mayor de lo que esperamos, -nos aconseja Coelho-. No te engañes, va a llegar el momento en que aquello que te parecía cercano está aún muy lejos.” Suele suceder que cuando faltan ya pocos metros para llegar a meta sentimos que ya no podemos más, el cansancio nos vence y la tentación de abandonar el camino se hace más grande.

¡Llegó el momento de la verdad! Yo lo he experimentado en mi vida una y otra vez. Cuando llegamos al límite de nuestras fuerzas y pensamos que ya no nos queda nada por dar, es el momento de confiar -algunas veces a ciegas- en que Dios tiene un plan. “Señor, hasta aquí llego, ahora te toca a Ti”, le he dicho muchas veces a Jesús. Y la verdad es que jamás me he visto defraudada.

Llega un momento en nuestra vida que hemos de imitar a Pedro, que se ha pasado la noche entera metiendo y sacando la red al mar sin conseguir más que algas y basura. Pero se fía de Jesús y en plena mañana, cuando el sol brilla y ya no es hora de pesca, le dice: “Señor en tu nombre echaré las redes”, y saca tal cantidad de peces que es necesario llamar a la barca vecina para recoger entre todos el fruto de su trabajo.

Metas


Escrito por

María Paula Riofrío

Comunicadora social, blogger profesional y emprendedora. Presidenta y Fundadora de Smart Fashion ATX, para elevar la dignidad de la mujer.

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