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P. Juan Carlos

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VERDADERA INCLUSIÓN

Para ser imitadores de Cristo ante un pobre o un enfermo, no tenemos que tener miedo de mirarlo a los ojos y de acercarnos con ternura y compasión y de tocarlo y abrazarlo.

El Evangelio que nos propone la Iglesia, el día de hoy, lo hemos escuchado hace poco porque es el de Zaqueo, cómo Jesús entra a Jericó y a este, que era el jefe de los publicanos, le llama por su nombre. Le dice:

“- Zaqueo, baja pronto, porque conviene que hoy me quede en tu casa”

(Lc 19, 5).

Hay que recordar que los publicanos (este era el jefe de los publicanos), no estaban bien vistos por los judíos, porque les habían vendido (por así decirlo) que eran los que se dedicaban a cobrar los tributos para los romanos, trabajaban con la fuerza extranjera, eran mal vistos.

Sin embargo, Jesús no hace acepción de personas, sino que inmediatamente va a hacia él, le busca y le dice que se va a hospedar en su casa. Este hombre no es que padecía pobreza o que tenía una enfermedad, sino que estaba alejado de la buena práctica, estaba alejado de Dios y lo que hace Jesucristo es incluirle de nuevo para que vuelva a recuperar la fe.

De hecho, eso es lo que hace este hombre cuando Jesús le dice que va a ir a su casa:

“-Señor, le voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres y si he perjudicado a alguien le daré cuatro veces más. Jesús le dijo: -Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido”

(Lc 19, 8-10).

 

NO DISCRIMINAR A LA GENTE

Inclusión

Jesucristo ha venido por todos y nos da ejemplo y nosotros tenemos que aprender de Él a no hablar mal de nadie, a no discriminar a la gente.

El Papa Francisco nos recordaba:

“Para ser imitadores de Cristo ante un pobre o un enfermo, no tenemos que tener miedo de mirarlo a los ojos y de acercarnos con ternura y compasión y de tocarlo y abrazarlo”

(Angelus, 15 febrero 2015).

Yo creo que a todos nos viene a la cabeza esa imagen del Papa abrazando a un enfermo, con una enfermedad de la piel que desde lejos se veía que estaba lleno de granos y en una situación un poco complicada… Y el Papa le vio y se acercó a darle un abrazo.

No creo que haga falta bajarnos del carro cuando te encuentras con alguien en la calle para darle un abrazo, pero sí que es una actitud propia del corazón. Si queremos ser imitadores de Cristo, tenemos que quitar el miedo de ver a los ojos.

¿Cuántas veces se nos acerca esa gente -cuando estamos conduciendo- para pedir? ¿Cuántas veces nos encontramos caminando por la calle con gente que tiene necesidad? ¿Los vemos realmente a los ojos? O si quieres también, toda la gente que conocemos que está enferma, que necesitan a veces nuestra atención o los minusválidos o los muy ancianos.

¿Vemos realmente a los ojos? ¿Cómo vivo esa inclusividad? ¿Les meto también en mi vida? Es una idea que tenemos que vivir como cristianos.

“Señor Jesús, hoy acudimos a Ti para que nos abras un poco más los ojos. Que aprendamos a servir a todos a los que más lo necesitan y a los que a veces son excluidos por nuestra sociedad: los inmigrantes o, a veces, los que tienen discapacidades.”

Porque, tal vez, tienen una incapacidad para expresarse rápidamente o porque no ven, son sordos…, tienen cantidad de cosas que la inclusión es algo importante porque nos ayuda a vivir más como cristianos.

MIRAR A LOS OJOS

El Papa Francisco, también, en un discurso que a mí me gustó mucho del 2013 recuerdo que decía:

“¿Me inclino hacia quien está en dificultad o bien tengo miedo de ensuciarme las manos? ¿Estoy cerrado en mí mismo, en mis cosas o me doy cuenta de quién tiene necesidad de ayuda? ¿Sirvo solo a mí mismo o sé servir a los demás como Cristo ha venido para servir hasta donar su vida? ¿Miro a los ojos de quienes piden justicia o vuelvo la vista a otro lado para no mirar a los ojos?”

(Discurso 10 de septiembre, 2013)

“Señor, hoy quiero pedirte perdón por todas esas ocasiones en las que no he sabido mirar a los ojos a la gente, en la que no he pensado con anterioridad.”

Alguna vez me pasaba…yo tengo la costumbre de intentar llevar en el vehículo, donde me transporto, caramelos, fundas de galletas. Tengo un amigo galletero que es súper bondadoso y con alguna frecuencia cuando me veo con él, me regala una bolsa de galletas y son muy buenas; algunas me las como, pero otras, como tienen varios paquetes individuales, las llevo en el carro y voy repartiendo según la gente se acerca.

Porque, no simplemente para dar buen ejemplo del cura que regala cosas en el carro, sino porque la gente, cuando se me acerca a pedir limosna, me busca normalmente los ojos y cuando no tengo nada, a veces, es difícil ver a los ojos y decir: -No tengo nada. Sino que, uno se hace el que ve más lejos y estoy seguro de que Jesús no actuaría así, ¡nunca!

Siempre buscaría los ojos de las personas y eso implica pensar, pensar antes, tener la delicadeza de ir a buscar las bolsas, los caramelos o lo que se te ocurra que puedes ayudar.

Por eso, que tengas esas ganas de estar al servicio de los demás y servir.

“¿Qué significa servir? Servir significa acoger a la persona que llega con atención; significa inclinarse hacia quien tiene necesidad y tenderle la mano, sin cálculos, sin temor, con ternura y comprensión, como Jesús se inclinó a lavar los pies de los apóstoles. Servir significa trabajar al lado de los más necesitados, establecer con ellos ante todo relaciones humanas, de cercanía, vínculos de solidaridad”

(Papa Francisco. Discurso, 10 septiembre, 2013).

PROPUESTA DE ACCIÓN

El Señor quiere que nosotros trabajemos así. Con estas ganas de servir, con esta idea de servicio inclusivo. Ahora se nos ocurría hacer un listado de propuestas de acción, que puedes hacer para tener este servicio, por ejemplo:

– Prestar gratuitamente, si es posible, algún servicio profesional en favor de personas que no puedan pagarte.
– Compartir tus talentos y conocimientos con aquellos que les hace falta.
– Rezar por las personas con las que entras en relación a través de tu trabajo profesional.
– Apoyar a los enfermos y necesitados con tu ayuda, tu compañía y tu oración.
– Rezar diariamente por tu familia y por todas las familias del mundo (eso ya es una forma de inclusión).
– Rezar diariamente por los que más lo necesitan.
– Procurar difundir a tu alrededor alegría y optimismo.
– Estar más atento a las personas que necesitan ser escuchadas o acompañadas.
– Informarte de las estructuras de acogida que hay en tu entorno: casas para ancianos, para niños, por ejemplo. Si es posible donar algo de tu tiempo y compañía a esas personas que ahí residen.
– También cosas que van con respecto al perdón. Propuestas de acción que puede ser pedir perdón a Dios con frecuencia a través de actos de contrición. ¿Eso ayuda? ¡Por supuesto! Primero te ayuda a ti y ayuda al mundo.
– Acudir periódicamente a la confesión sacramental que es fuente de gracia y de perdón.
– Solicita al Señor la gracia de saber perdonar siempre: lo grande y lo pequeño, aunque cueste. Pídele que no tengan lugar en ti el rencor, el resentimiento o el deseo de venganza.

Si aprendes a pedir con frecuencia perdón a Dios, si aprendes a confesarte, es lógico que después es más fácil que en tu alma vaya creciendo esa solicitud por saber perdonar siempre.

– Reza frecuentemente por quienes te han ofendido o por aquellos a los que has ofendido. Si debes reconciliarte con alguna persona porque la has ofendido o porque te ha ofendido, reza por ella y toma la iniciativa.

 

VIVIR CON ESPÍRITU DE SERVICIO

VERDADERA INCLUSIÓN

Esto es lo que tenemos que hacer.

“No pases indiferente ante el dolor ajeno. Esa persona -un pariente, un amigo, un colega… ese que no conoces, es tu hermano. Acuérdate de lo que relata el Evangelio y que tantas veces has leído con pena: Ni siquiera los parientes de Jesús se fiaban de Él. Procura que la escena no se repita”

(San Josemaría, Surco, n. 251).

Este número 251 de Surco, nos da un marco de cómo tenemos que vivir. Yo creo que es importantísimo que todos nos propongamos esta belleza de vivir con este espíritu de servicio, incluyendo a los pobres, a los que tienen discapacidades, a toda la gente que está cerca.

“Señor, que sepamos ver a los ojos de nuestros hermanos, que sepamos detectar dónde se necesita de nuestra colaboración.”

Esta semana vamos a estar hablando, en 10 Min con Jesús en las redes sociales, del libro de Estelita y su Ángel de la Guardia, que escribió Tere, que es una de nuestras blogueras y que habla justamente de esta niña que tenía síndrome de down y que traía tanta alegría a su casa.

Yo creo que es muy bonito que, esta semana, vamos a darle un poco de vueltas a este tema y por eso queríamos dar el inicio con esta meditación.

Vamos a pedirle a Nuestra Madre, la Virgen, que nos ayude a tener los ojos bien abiertos para saber cómo podemos incluir a todos.

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Citas Utilizadas

Ap 3, 1-6. 14-22

Sal 14

Lc 19, 1- 10

Papa Francisco. Angelus, 15 febrero 2015

Papa Francisco. Discurso, 10 de septiembre 2013

san Josemaría, Surco, n. 251

Reflexiones

Señor Jesús, hoy acudimos a Ti para que nos abras los ojos, para que aprendamos a servir a todos los que nos rodean, en especial, a todos aquellos que por alguna razón son excluidos por nuestra sociedad.

 

Predicado por:

P. Juan Carlos

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