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TRISTEZA BUENA Y MALA

Tristeza buena y mala

“No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios, creed también en mí…”

(Jn 14, 1)

dice el Señor en el evangelio y luego nos da esa ese consejo que nos deja tranquilos:

“(…) En la casa de mi Padre hay muchas moradas. Si no fuera así, se lo habría dicho a ustedes, yo voy a prepararles un lugar, y cuando me haya ido y les haya preparado un lugar, volveré para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté también estén ustedes. Ya conocen el camino del lugar donde voy. Tomás le dice: -Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo vamos a conocer el camino?

(Jn 14, 2-5)

Y aquí Jesús responde con esa frase que nos da tanta luz y tanta tranquilidad también, Jesús le respondió:

“- Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida; nadie va al Padre si no por mí.»

(Jn 14, 6).

Señor, sabemos que Tú eres el camino, que Tú eres quien está detrás de todas estas maravillosas lecciones que aprendemos en el evangelio. Sabemos que Tú eres quien está detrás de la Iglesia, que actúas a través del Espíritu Santo, nos ayudas a dar los pasos convenientes para hacer las cosas bien.

Nos vas revelando Tu voluntad y también que nos van llevando, poco a poco, por un camino que a veces no tiene tanto sentido: a veces el dolor, a veces las cosas inconvenientes.

Sin embargo, Tú nos has dicho que te vas a ver las habitaciones, que utilizaremos de la vida eterna, por así decir, y luego volverás.

Señor, sabemos que Tú has resucitado y esto nos trae una alegría, porque nosotros también resucitaremos para estar contigo y tendremos que irnos puliendo aquí en la tierra.

LAS SITUACIONES DIFÍCILES NOS PULEN

Es bonito saber que lo que vale realmente se pule, ¿no? Cuando uno encuentra un diamante se esfuerza por pulir el diamante. Si uno encontrara, simplemente, una piedra, la piedra no se pule, no hace falta pulirla, porque no es que sea algo importante; uno lanza las piedras. Pero, cuando encuentras un diamante, eso sí que hay que pulirlo.

¿Y cómo se pule? Pues, a veces, a base de golpes o a base de ponerle presión, y eso es lo que pasa con nuestras vidas. Tenemos que pasar muchas veces por situaciones difíciles, pero eso nos pule. Nos prepara para ese encuentro con el Señor.

De todas formas, uno puede decir sí. Pero, cuando estoy durante ese proceso, a veces, duele y, a veces, puede ponerme un poco triste de que las cosas aquí en la tierra no se dan.

La tristeza hay que saber dividirla, porque existen dos tipos de tristeza. En primer lugar, hay que establecer esa tristeza que es propia de la vida cristiana y que con la gracia de Dios se transforma en alegría. Esa, por supuesto, no es una tristeza que deba rechazarse y es parte del camino de la conversión.

También existe un segundo tipo de tristeza, que se va insinuando en el alma y la sume en un estado de abatimiento. Este segundo tipo de tristeza es el que hay que combatir con decisión y con todas las fuerzas, porque procede del maligno.

También encontramos esta distinción de tristeza buena y tristeza mala en san Pablo, que cuando les escribe a los Corintios les dice:

“La tristeza, según Dios, produce arrepentimiento irrevocable que lleva a la salvación; mientras que la tristeza del mundo produce la muerte.»

(2 Cr 7, 10).

LA TRISTEZA AMIGA CONDUCE A LA SALVACIÓN

Efectivamente, la tristeza según Dios produce el arrepentimiento. Cuando uno se siente triste de haber hecho algo mal, porque hay una tristeza amiga que conduce a la salvación.

Esta es la tristeza, por ejemplo, del hijo pródigo de la parábola, cuando toca el fondo de su degeneración siente una gran amargura y esto es lo que le impulsa a entrar en razón de nuevo y decidir volver a la casa del padre.

Es una gracia lamentarse por los propios pecados, recordar el estado de gracia del que hemos caído, llorar, porque hemos perdido la pureza en la que Dios nos soñó. Y luego, volver, volver a través de la confesión, volver al padre a pedir disculpas, acercándonos de nuevo a Dios, eso es una gracia.

Pero hay una segunda tristeza que es una enfermedad del alma y surge en el corazón humano cuando se desvanece esa esperanza; cuando esos deseos se ven incumplidos.

Aquí podemos referirnos también a la historia de los discípulos de Emaús. Aquellos dos discípulos que salen de Jerusalén con el corazón desilusionado.

Y Jesús, ese forastero, que en un momento dado los acompaña, le dicen: Esperábamos que él, o sea Jesús, fuera quien iba a liberar a Israel; pero, ya lleva tres días muerto…

Ha sido tanta la impresión que ellos ya se han dejado perder y están huyendo, están saliendo de Jerusalén, están yendo a Emaús. Ya, por así decir, han tirado la toalla.

Y esta dinámica de la tristeza está normalmente ligada a la experiencia de la pérdida. Y en el corazón humano nacen esperanzas que se frustran completamente. Puede ser, a veces, el deseo de poseer algo que no se puede obtener.

También, algo importante, como la pérdida de un afecto: los que se divorciaron, las rupturas, un ser querido que se aparta… Sentirse despreciado, sin sentido, no conforme con lo que se tiene, con unas falsas expectativas, que ahora sé, que no voy a alcanzar nunca…

PAUSA PARA EL ALMA

De todas formas, ojo, porque el Señor permite todas estas cosas, para que volvamos la cabeza a Él. Porque cuando esto sucede, es como si el corazón del hombre cayera en un precipicio y los sentimientos experimentan desánimo, debilidad de espíritu, depresión, angustia…

Por supuesto, que todos pasamos por pruebas que generan tristeza en nosotros, porque la vida nos hace concebir, a veces, sueños que no se llevan a cabo. Pero, hay que tener esa visión positiva de cómo podemos seguir caminando, seguir cambiando, cómo no nos podemos desanimar completamente. El Señor busca sus sentidos más increíbles para hacerlo.

Yo tengo un programa en la radio que se llama “Pausa para el alma”, sale con alguna frecuencia en varios países de Latinoamérica. Por ese programa, la gente me busca a veces y me escribe.

Hace pocos días recibí este mensaje que me pareció simpático, que decía:

“Buen día, realmente no soy de hacer esto con alguna figura pública, (yo no soy ninguna figura pública, pero bueno… o relacionado al medio) pero más que todo, quiero agradecerle por la reflexión que escuché hoy en “JC Radio”. Dios quita, pero devuelve el doble.

En esta época con mi familia la hemos estado pasando duro con una racha en la que todo se nos daña. Especialmente se ha notado en una baja de clientes que nos afecta grandemente al negocio, pero seguimos resilientes. Y con otra actitud, estamos atendiendo de nuevo a los clientes, que va mejorando poco a poco. De verdad la reflexión que escuchamos en la radio llegó en el preciso momento. Tenga un lindo día y espero algún día conocerlo y que nos regale una foto.”

EL SEÑOR DA SIEMPRE EL DOBLE O MÁS…

Yo pensaba: Increíble, ¿no? Porque efectivamente uno va haciendo cosas y Dios es el que pone el incremento y Él hace que funcione. Y unas pequeñas palabras, de repente, a una persona le dan sentido a un sufrimiento en el que estaba.

Pero lo simpático es que este mensaje, que me mandaron por Instagram, me llegó en un momento en que yo estaba un poco, también, medio bajoneado.

Entonces, inmediatamente cuando recibí esto, le contesté a este señor diciéndole: “El Señor es fabuloso y, aunque no creas, también me llegan tus letras en un momento en el que necesitaba un pequeño empujón para seguir dándolo todo. El Señor da siempre el doble o más. Jajaja”

Y es que es así, el Señor siempre da el doble o más. El Señor siempre está cerca de nosotros y lo que quiere es que le sepamos corresponder; que no dejemos que la mala tristeza nos taladre el corazón, que la saquemos inmediatamente.

Tenemos también para lograrlo a santa María. Ella es causa nostræ laetítiæ, la causa de nuestra alegría. Ella nos ayudará a transformar esas tristezas tontas en alegrías grandes, de entregar esos pequeños esfuerzos al Señor.

Señora, te ponemos estas intenciones en tus manos.

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