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P. Juan Carlos

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SEIS FORMAS DE AMAR AL ENEMIGO

No podemos agradar a todos y no a todos les caemos bien; pero en la Biblia hay varios pasajes que nos instan a amar a las personas más difíciles que pueden existir: nuestros enemigos. Y tal vez se te venga a la mente las miles de referencias en la cultura popular, en donde pintan a los enemigos como los más crueles villanos; y creas que, teniendo esto en mente, no tienes ningún enemigo. No obstante, siempre hay alguien que nos maltrata, insulta, critica, rechaza, hiere, roba, etc., y es a esta clase de gente a quienes debemos de mostrar amor.

 

AMARNOS LOS UNOS A LOS OTROS

Jesús dijo a sus discípulos:

“Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores. Así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque Él hace salir el sol sobre malos y buenos, y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes les aman, ¿qué recompensa merecen?”

(Mt 5, 43-46).

“Señor Jesús, hoy queremos hacer este rato de oración con este texto tuyo que tantas veces ya hemos comentado en estos diez minutos. Y es importante que vayamos al meollo, al centro de qué casa somos, de cuál es nuestro padre, de cuáles son las características esenciales de nuestro linaje, de ese “somos hijos de Dios y Dios quiere algo concreto en nosotros”.

Los cristianos tenemos que sobresalir por esta virtud: porque nos amamos los unos a los otros, inclusive a nuestros enemigos. A veces nos puede resultar un poco difícil, porque el mal de nuestro tiempo no es el hedonismo, ni el egoísmo imperante, ni la falta de ideales, sino más bien la falta de esperanza.

Tenemos poca esperanza en la mejoría de la gente que nos rodea y a veces en nuestra propia mejoría. Y por eso nos admitimos hablar mal, pensar mal o tener como una carga de ira, porque no tenemos esa esperanza de saber que la gente va mejorando.

San Josemaría hablaba de que: “las almas mejoran con el tiempo, como el buen vino” (cfr. Amigos de Dios, Punto 78), y se refería a esas almas de personas que luchan poco a poco por la santidad, pero que también podemos aplicar al resto de personas.

AMAR A LOS ENEMIGOS

¿Quiénes son los mejores hijos de Dios? Pues los que mejor o más se parecen a Jesucristo. Y ¿quiénes son los que más se parecen a Jesucristo? Pues los que aman a sus amigos y aman a sus enemigos.

A veces tenemos esa tendencia de pensar que los demás no tienen solución o que alguien tiene que entrar en la lista negra porque nos ha sido demasiado doloroso lo que nos ha hecho. O no le deseamos el mal, pero no queremos ni verle, ni saludarle, ni cruzarse con nosotros, ni nada. Y esto me parece que es una forma de vivir como si tuviéramos enemigos, y eso no lo podemos hacer.

¿Qué es lo que tenemos que intentar desarrollar entonces para que esto funcione mejor? Pues yo te diría lo que a Santo Tomás de Aquino le preguntaba una vez su hermana. Se cuenta que su hermana le preguntó qué debía hacer para ser santa, es decir, para ir al cielo. Él le respondió: querer.

QUERER
demás

Esta es una respuesta muy importante, porque no es solo tener ganas, no es sólo un capricho que me gustaría… Querer es lo que me mueve a buscar las formas de hacerlo; querer es hacer lo necesario, en este caso, si es para ir al cielo, hay que investigar la fe, hay que vivir una buena vida moral, hay que darle pasos…

Querer de esta forma a nuestros hermanos implica que busquemos la forma de olvidar los agravios sufridos, de quitar las listas negras, de esforzarnos por ser agradables con los cargantes, con los pesados, con las personas que nos podrían caer mal… Con esas personas que ya estamos hartos porque ha sido una, dos, tres, cinco, diez, quinientas veces que les hemos perdonado.

A mí me parece que a veces somos demasiado fuertes, demasiado duros a la hora de juzgar a los demás y no damos oportunidades. El Señor en este evangelio nos dice claramente que tenemos que llegar a amar. No simplemente a tolerar, no simplemente a no desearles el mal. Amar.

Amar es darse cuenta que tenemos que evitar todas las cosas que son desagradables para los demás.

Uno puede decir: bueno, es que tengo un carácter difícil. Si, puedes tener un carácter difícil, pero eso no te da el derecho de que trates mal a las otras personas, de que les grites, de que les hagas sentir mal…

O decir: es que realmente ya estoy demasiado cargado con cosas. Bueno, habrá que descargarse un poco ¿no? Pero siempre, siempre tenemos que aprender a mejorar nuestro carácter.

SEIS IDEAS PARA PRACTICAR CON LOS DEMÁS

San Josemaría hablaba también, en su libro Camino, nos decía: “No digas: “Es mi genio así…, son cosas de mi carácter”. Son cosas de tu falta de carácter: se varón” (Camino, Punto 4). Esfuérzate.

Yo creo que esto nos puede venir bien a todos: ¿De qué manera podemos ser mejores cristianos? Pues aprendiendo a poner por obra este: “amen a sus enemigos y traten bien a los que les maltraten”.

Corazón liberado de rencor

1). LA AMABILIDAD

La primera: ¿cómo hacer esto vida? Primero, siendo amable. Comienza siendo amable con acciones diarias. Quizás pienses que esto es insignificante, pero verás que con el tiempo te será mucho más sencillo tratar bien a otros.

Es probable que al principio recibas reacciones reacias, pero es más importante que no te des por vencido y que seas paciente; pronto te darás cuenta que la constancia siempre tiene su fruto.

Y si es que a veces es esa relación con un marido un poco más difícil, o con una mujer más complicada, o con un jefe, o con una cualquier persona, siendo amable uno puede ir poco a poco reblandeciendo los corazones.

2). NO RECIBIR INSULTOS

Respondiendo a los insultos con bien, una segunda forma de vivir esto. A los que nos insulten respóndeles con buenas palabras, dice también el Señor.

Es normal que, al recibir a veces un insulto, uno sienta como la necesidad de responder con algo aún más hiriente. Sin embargo, debemos cambiar esa actitud y no sólo decir palabras malas, sino más bien palabras buenas, buenas palabras y demostrarlo con acciones.

Recuerda que tus palabras tienen poder y que, por tanto, tienes que ser sabio y prudente al momento de abrir la boca, porque a veces podemos causar más heridas.

3). REZAR POR LOS ENEMIGOS

La tercera forma sería orando por ellos. Si alguien los rechaza, oren por esa persona. Hay personas que creen que rezar por sus enemigos implica pedir a Dios que los maldiga o los cambie. Y ¡no!, esto es erróneo.

Al rezar tienes que rogar que Dios haga su voluntad en la vida de esa persona, y también en la tuya, pues solo Él conoce el futuro y sabe qué es lo que más conviene. Rezar por los que no te caen bien o por tus enemigos.

4). PERDONAR

La cuarta sería perdonarles. Y nos acordamos de cuando el Señor dice: “Si alguien te da una bofetada en la mejilla, preséntale la otra mejilla” (Mt 5, 39).

No dejes que el rencor tenga un lugar en tu vida; en cambio, aprende a perdonar y sigue el ejemplo de Dios mismo.

“Señor Jesús, que Tú en la Cruz, ahora que estamos en este tiempo de Cuaresma, todavía mucho más presente, les perdonaste a tus enemigos: “Señor, no les tomes esto en cuenta” (Hch 7, 60).

No dejes que el rencor tenga un lugar en tu vida, en cambio, aprende a perdonar. Es lo mejor.

5). DAR SIN ESPERAR NADA A CAMBIO

La quinta: dando sin esperar nada a cambio. Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada a cambio.

Nunca esperes tener una recompensa por tus buenas acciones. Si haces el bien a los demás, hazlo por amor y no por buscar vanagloria. Ten siempre presente que hay más satisfacción en dar que en recibir.

6). LA COMPASIÓN

Y la sexta -que es uno de mis propósitos del curso de retiro-: mostrar compasión. Ustedes tienen que ser compasivos con todas las personas, así como Dios, su Padre, es compasivo con todos.

Ten una mente abierta, no te apresures a juzgar. Esto te ayudará a ser más compasivo con los demás.

Y es la forma en que Dios disfruta con sus hijos. Nos pareceremos más a Él siendo compasivos y misericordiosos con todos.

Estas seis formas son unas maneras prácticas de poner por obra este evangelio del día de hoy. Le pedimos a nuestra Madre, la Virgen, que nos ayude a ser cada vez más misericordiosos.


Citas Utilizadas

Dt 26, 16-19

Sal 118

Mt 5, 43-48

 

Reflexiones

Señor, que sepamos amar a todos, aún a los que nos hacen daño. Enséñanos a ser misericordiosos con los demás.

 

Predicado por:

P. Juan Carlos

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