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P. Santiago

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SANTIAGO APÓSTOL

“¿Sois capaces de beber el cáliz que Yo he de beber?” Contestaron: “Lo somos”.
Desde que Cristo nos redimió en la Cruz, todo sufrimiento cristiano consistirá en beber el cáliz del Señor, asociarnos a Su Pasión, Muerte y Resurrección.

Hoy es la fiesta de Santiago apóstol y “Señor, me ha tocado predicar justo a mí, el padre Santiago…”

Una caricia de Dios que haya permitido hoy que recuerde a ese apóstol en el que, seguramente, pensaron mis papás para ponerme así: Santiago.

¿Quién fue Santiago? El apóstol Santiago nació en Betsaida.  Sabemos muchas cosas de él por el Evangelio.  Era hijo de Zebedeo, hermano del apóstol san Juan.  Su madre se llamaba Salomé y era una de las mujeres que servía a Jesús con sus bienes.

Santiago estuvo presente en la glorificación del tabor; en la transfiguración.  Presenció también el milagro de la resurrección de la hija de Jairo y fue uno de los tres que el Maestro, “que Tú Jesús, tomaste contigo para que te acompañaran en Getsemaní en el comienzo de la Pasión”.  Los quiso tener ahí, más cerquita.

El rey Herodes lo mató en el año 42.  Predicó hasta los confines de Occidente, hasta el Finisterre en España, donde se venera.

SANTIAGO DE COMPOSTELA

Santiago

Ahí, en Santiago de Compostela, está el sepulcro de Santiago.  Así, como en la Basílica de San Pedro en Roma, donde está el sepulcro del apóstol; del príncipe de los apóstoles y también el Sepulcro vacío de nuestro Señor en Jerusalén.

Santiago de Compostela es uno de los lugares a los que asisten una cantidad ingente de peregrinos cada año.  Qué pesar que, en estos meses, seguramente haya ido menos gente, pero ahorita en verano muchísimas personas van haciendo el famoso “Camino de Santiago” que yo espero hacer en algún momento de mi vida.

¿Y qué me llama la atención de Santiago?  Primero, que fue llamado por Jesús entre todos esos hombres jóvenes que aparecían por allí en Jerusalén.  Fue uno de los doce a los que Jesús quiso llamar con predilección (eso ya dice mucho de Santiago).

Lo cuentan también las Escrituras, cómo estaba él con su hermano remendando las redes y allí pasó Jesús y los llamó.

Luego también, que Santiago fue uno de esos que tuvo la experiencia de vivir junto a Jesús, “junto a Ti Señor” y tuvo que dejar todo.

DEJÓ A SU FAMILIA

Sabemos que su papá es Zebedeo (lo mencionan en el Evangelio), su madre Salomé.  “Pero, para seguirte a Ti Jesús, le tocó dejar a su familia.

“Dejar a su papá y a su mamá; dejar su profesión, dejar sus posesiones y eso hizo que él tuviera una experiencia que lo introdujo en la manera de existir, en la manera de vivir tuya Jesús.

“Comenzó a vivir Tu vida y eso nos asombra de todos los apóstoles; hoy, especialmente de Santiago”.

Jesús tuvo una predilección especial por él, así como por Pedro y por Juan, porque los quiso más cerquita en la Transfiguración. “Luego, en Getsemaní, en la oración en el huerto quiso que estuvieran allí más cerca de Ti Señor.

“Ahora te pedimos, estamos haciendo oración, que Tú también quieras que nosotros estemos muy cerca de Ti.  Permítenos Señor estar muy cerca de Ti”.

BEBIÓ EL CÁLIZ DEL SEÑOR

Pero, a mi entender, lo que más me asombra de la vida de este apóstol, es que, efectivamente, pudo beber el cáliz del Señor.

¿Cómo así? Es lo que nos cuenta el Evangelio de la misa de hoy.  Nos narra un acontecimiento singular de la vida de Santiago.  Jesús acababa de hablar de la proximidad de su Pasión y Muerte en Jerusalén.

Dijo:

“Subimos a Jerusalén y el Hijo del Hombre será entregado a los príncipes de los sacerdotes y a los escribas; le condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles para burlarse de Él, azotarlo y crucificarlo, pero al tercer día resucitará”

(Mt 20, 18-19).

“Jesús, Tú tienes la necesidad de compartir con esos amigos tuyos más cercanos esos sentimientos que embargan tu alma antes de subir a Jerusalén a enfrentarte a ese misterio de la Pasión, de la Muerte”.

LA PETICIÓN DE SALOMÉ

Y, en esas circunstancias, es como ocurre la escena que te voy a contar y que cuenta hoy el Evangelio, porque se acerca Salomé, “se acerca la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos (ahí estarían Juan y Santiago) y se postra delante de Ti Jesús para hacerte una petición.

“Te hace una petición, con un ruego: que reserves para Juan y Santiago los puestos eminentes en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.  Y Jesús, Tú Señor, te diriges a Juan y a Santiago y les preguntas”:

“¿Pueden beber el cáliz que Yo he de beber?”

(Mt 20, 22).

Ellos sabían y también las Sagradas Escrituras lo dicen, que ofrecer la propia copa para beber, era considerado en la antigüedad como una gran prueba de amistad.

El Señor les dice si pueden beber el mismo cáliz y se está refiriendo no solamente a beber de la misma copa, sino a vivir y a recorrer el mismo camino de Jesús.

Y ellos, ¿qué le dicen? Sí Señor, podemos; possumus.  Y Jesús les dice:

“Mi cáliz sí lo beberéis, porque participaréis en mis sufrimientos, completaréis en vosotros mi Pasión”

(Mt 20, 23).

Y poco tiempo después, en el año 42, Santiago muere decapitado por orden de Herodes.  Es el primero de los apóstoles en morir como mártir.

“Por eso Jesús, es lo que más me llama la atención del apóstol Santiago, que fue capaz de beber tu mismo cáliz”.

Desde que Cristo nos redimió en la Cruz, todo sufrimiento cristiano consistirá en beber el cáliz del Señor; participar en su Pasión, en su Muerte y en su Resurrección

(Francisco Fernández Carvajal, Hablar con Dios).

“Ese es el tema de esta meditación y eso es, Señor, con lo que me quiero quedar hoy en este rato de oración.

“El dolor humano se convierte en redentor, porque se puede asociar a Ti.  Es el mismo cáliz del que Tú Jesús, en tu misericordia, nos haces partícipes”.

¿PODEMOS BEBER EL CÁLIZ DEL SEÑOR?

Santiago, ahora

Por eso, ante las contrariedades, la enfermedad, el dolor, cada uno de nosotros vamos haciendo nuestra oración y vamos contándole al Señor todas esas contrariedades, enfermedades, dolor…

Y Jesús nos hace esa misma pregunta, que tú la escuches muchas veces:

“¿Podéis beber mi cáliz?”

Y ¿que le podamos decir? “Afirmativamente Señor, no solo de palabra, sino de obra.  Sí Señor, soy capaz con tu ayuda.

“¿Cuántas personas, oh, Jesús, sufren en este momento el dolor de no poder despedir a un ser querido, de no acompañarlo en su lecho de muerte? ¿El no poder celebrar un funeral como lo quisiera hacer nuestra madre la Iglesia?

“Es un dolor muy grande que yo te pido, Jesús, nos dejes asociarlo a tu dolor, a tus sufrimientos redentores, salvadores, liberadores”.

“Con Cristo hasta el dolor y el fracaso se convierten en gozo y en paz”.

Dice san Josemaría:

“Esta ha sido la gran revolución cristiana: convertir el dolor en sufrimiento fecundo”

(San Josemaría. Surco n.887).

Acudimos a nuestra Madre, santa María.


Citas Utilizadas

Santiago, el mayor, apóstol

Hch 4, 33; 5, 12. 27-33; 12, 2

Sal 66

Mt 20, 18-28

San Josemaría. Surco n.887
Francisco Fernández Carvajal, Hablar con Dios

Reflexiones

Permíteme Señor estar muy cerca de Ti.

Predicado por:

P. Santiago

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