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P. Juan Pablo

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QUEREMOS QUE CRISTO REINE

En el Evangelio vemos que la gente reconoce que Jesús tiene autoridad y ese poder sin límite que Jesús tiene lo usa para nuestro bien.

“Los oyentes quedaron asombrados de sus palabras, pues enseñaba como quien tiene autoridad”

(Mc 1, 21).

Leemos el evangelio de hoy. La gente que te escucha, Jesús, descubre que tienes autoridad.

¿Y por qué tienes autoridad? ¿De dónde te viene esa autoridad? Nosotros sabemos que eres Dios verdadero. Hombre verdadero y Dios verdadero.  Dios es omnipotente, por lo tanto tienes la autoridad porque eres Dios, eres el origen de toda esta realidad, el que ha llenado este mundo de belleza, de perfección y de sus leyes, y nosotros estamos aquí porque nos has creado.

¡Gracias Señor porque nos has creado! Reconozco que tú eres el Señor, que tú eres el que tiene la autoridad. Además no sólo eres omnipotente sino que eres bueno y ese poder lo ejerces en nuestro favor, como seguimos leyendo en el evangelio; qué había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo y tu Jesús expulsas el demonio que empieza a decir:

“¿Qué quieres tú con nosotros, Jesús de Nazaret? Sé que eres el Santo de Dios. Y tú le dices: «Cállate y sal de él» El espíritu inmundo sacudiendo al hombre con violencia, dando un alarido, salió de él”

(Mc 1,24-26).

TIENES AUTORIDAD

Tú eres omnipotente y eres bueno, y nos quedamos muy contentos al ver a este hombre que ha vuelto a vivir, este hombre que ha recuperado la libertad. Pero el demonio sigue por ahí. Y podríamos preguntarnos ¿Señor por qué no acabas con él, por qué no lo aniquilas o por qué no lo haces bueno?. Dios es omnipotente ¿no podrías hacer bueno el demonio, no podrías aniquilarlo? Porque si lo expulsas sigue por ahí. Y podemos acordarnos de aquella parábola en la que tú mismo, Señor, nos dices que:

“Un espíritu inmundo cuando sale de un hombre, anda vagando por ahí, y si no encuentra donde reposar, vuelve donde salió. Y si encuentra barrida la casa  trae otros siete peores que él”

(Mt 12, 43-45).

Me acuerdo ahora de una película que vi recientemente. Una película muy dura, se llama “Nefarious”. Es una entrevista de un doctor psiquiatra con un preso que van a ejecutar pero si el psiquiatra declara que el preso está loco entonces ya no lo ejecuta.

El preso le dice al psiquiatra: «yo no puedo morir»; porque el psiquiatra le dice: «yo puedo hacer que te maten». Y el preso dice: «yo no puedo morir»; el psiquiatra: «(Este está loco) ¿Por qué dices que no puedes morir?» Y él dice: «soy un demonio, estoy poseyendo a este pobre hombre y por eso este hombre ha hecho tantas cosas tan malas etc».

Bueno, eso sale al principio de la película (no te hago ningún spoiler). Es una película dura que tiene muchas enseñanzas, es como una clase de teología, muy entretenida pero también tanto perturbadora; por si quieres verla.

SE FUNDAMENTA EN LA RAZÓN

A la pregunta ¿Si Dios puede hacer bueno al demonio? La respuesta es no. Y la mejor explicación la escuché cuando uno dijo: «que el demonio nunca ha pedido perdón».

Ahora bien ¿Dios podría aniquilarlo? Pues para responder esta pregunta vamos a pensar precisamente en la autoridad, y me acordaba de aquel personaje de El Principito, el rey con el que se encuentra el Principito y le pide que mande que se ponga el sol. Y el rey le dice: «Espera que sean las 7:40, porque a las 7:40 las condiciones serán favorables»

¿Y cómo supo eso el rey? Pues porque checó el horario, el calendario y dijo «a las 7:40 se mete el sol y a esa hora yo puedo mandar al sol que se meta». Esto tiene su lógica, justo antes había dicho el rey: «Debe exigirse de cada uno lo que cada uno puede dar.

La autoridad se fundamenta en primer lugar en la razón. Si ordenas a tu pueblo que se tira al mar, hará la revolución. Yo tengo el derecho de exigir  obediencia porque mis órdenes son razonables. ¿Y mi puesta de sol? recordó el principito, que nunca olvidaba una pregunta una vez que le había formulado. Tu puesta de sol, la tendrás.  Yo la exigiré. Pero esperaré, con mi ciencia de gobernante, que las condiciones sean favorables».

Realmente ese señor no tenía ninguna autoridad. Quizás sólo sobre la rata con la que parece que compartía su asteroide. Pero a pesar de que no tiene ninguna autoridad si dice algo esencial: «La autoridad se fundamenta en la razón».

Cristo. LA CARIDAD, PLENITUD DE LA LEY

NUESTRO FIN

Y tú Jesús, que hablas como quien tiene autoridad, que tienes la autoridad porque eres omnipotente ¿Qué nos pides? Nos pides siempre cosas buenas. Tú nos has dado el ser, es el primer acto de poder tuyo; pues es la creación, darnos el ser. Ese ser nos lo das y no nos lo quitas, no nos aniquilas. Nos has creado con un fin, nos has creado con una dirección y tú mismo nos ayudas, ejerces tu poder para que nosotros lleguemos a ese fin.

¿Cuál es el fin que tenemos? El amor.  Estamos creados para amar, nos has creado Señor por amor y nos has creado para amar.  Todo lo que nos pides toda tu vida, toda la Revelación es una enseñanza, una invitación que tú nos haces Señor a que amemos y tú nos pones el ejemplo. Nos vas acompañando y nos vas ayudando.

Pero si decidimos no amar, no nos destruyes porque nos has regalado el ser. No puedes actuar en contra de ti mismo, actuar en contra de la razón. Te acuerdas aquellas palabras del papá Benedicto XVI: “Dios no puede actuar en contra de la razón”. En esto tenía razón el rey de El Principito.

QUEREMOS QUE TÚ REINES

Nos ha hecho para amar y si nosotros elegimos no amar no nos destruyes, no nos quitas el ser que nos has dado. Pero es muy importante que te escuchemos porque no es fácil, no es fácil. El pecado entró en el mundo; el egoísmo, la soberbia, la desobediencia y el príncipe de este mundo, el demonio, que nos tienta y que nos puede apartar del camino.

Pero tú Señor, eres más poderoso. Eres más poderoso y queremos que tú reines. Así decía san Josemaría. Hoy celebramos un aniversario de su nacimiento. El nació el 9 de enero de 1902 y repetía:

“Queremos que Cristo reine” lo decía en latín “Regnare Christum Volumus”.

Queremos que Cristo reine, eso yo te animo a que lo repitas en tu corazón y con tus acciones: “Señor, yo quiero que tú reines porque tú eres impotente y porque tú me has creado libre y quieres que yo me abra a tu gracia, a tus mandamientos y a tu salvación”.

Y lo decimos en el Padrenuestro. Después del Padrenuestro en la misa, te pedimos Jesús que ejerzas tu poder en favor nuestro:

“Líbranos de todos los males Señor y concédenos la paz en nuestros días. Para que ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación mientras esperamos la venida gloriosa de nuestro Salvador, Jesucristo”

Cristo DESPABÍLATE

ESCUCHARTE Y SEGUIRTE

Y justo después, el sacerdote muestra a Jesús en la hostia, es el Cordero de Dios; y justo antes de eso dice una oración en su corazón, lo dice en voz baja (por eso quizá no conoces esta oración pero te lo voy a leer porque es muy bonita y te animo a que se la dirijas a Dios):

“Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo que por voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo, diste con tu muerte la vida al mundo, líbrame por la recepción de tu cuerpo y tu sangre de todas mis culpas y de todo mal. Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás permitas que me separe de ti”.

¡Qué bonita oración!

Señor, tú que eres omnipotente, que eres bueno, que sabes cuál es mi felicidad y cómo puedo conseguirla, cómo puedo conseguir la salvación que me has venido a traer, ayúdame a escucharte y a seguirte. Que tu autoridad se haga realidad en mi vida como se hizo realidad también en la vida de la Virgen, que escuchó siempre tus palabras y que siempre obedeció con alegría.


Citas Utilizadas

1Sam 1,9-20

1Sam 2

Mc 1, 21-28

Num 6,22-27

Sal 89

Mt 6, 31-34

Reflexiones

Señor, tú que eres omnipotente, que eres bueno, que sabes cuál es mi felicidad y mi salvación y sabes cómo puedo conseguirlas, ayúdame a escucharte y a seguirte. 

Que tu autoridad se haga realidad en mi vida como se hizo realidad también en la vida de la Virgen, que escuchó siempre tus palabras y obedeció con alegría. 

Predicado por:

P. Juan Pablo

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