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P. Juan Pablo

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ÍDEM VELLE, LA AMISTAD VERDADERA

Uno con el amigo quiere las mismas cosas y rechaza las mismas cosas, para ser amigo de Jesús hemos de querer y rechazar lo que Él quiere y rechaza.

Escuché hace poco tiempo una definición muy antigua de amistad que es: Ídem velle, Ídem nolle, que está en latín (por eso no lo entendiste) y significa querer las mismas cosas.

Ídem velle:

Í: rechazar las mismas cosas

Ídem nolle: a los amigos les gusta las mismas cosas y no les gustan las mismas cosas.

QUERER LO QUE JESÚS QUIERE

Por eso, si queremos ser amigos de Jesús, hemos de querer lo que Él quiere y rechazar lo que Él rechaza.

“Ay de ustedes escribas y fariseos hipócritas, porque pagan el diezmo de la menta, del anís y del comino, pero descuidan lo más importante de la Ley, que son la justicia, la misericordia y la fidelidad”.

“Con estas palabras, ya sabemos Jesús qué es lo que te gusta y qué es lo que no te gusta.  Al menos, algunas de las cosas que te gustan que es la justicia, la misericordia y la fidelidad…

“ESO DEBERÍAN DE CUIDAR”

Le dices a los escribas y fariseos; en cambio, deben de evitar la hipocresía”.

No es que les esté diciendo que esté mal pagar el diezmo; más adelante lo explica:

“Esto es lo que deberían de practicar sin descuidar aquello”;

(Mt 23, 23)

o sea, practicar la justicia, la misericordia y la fidelidad, pero sin descuidar pagar el diezmo también que es importante.

NO SER HIPÓCRITAS

“Señor, te pedimos que nos ayudes a no ser hipócritas, a alejarnos de querer aparentar justicia delante de los demás haciendo obras externas buenas y que atendamos a lo importante: a la justicia, a la misericordia, a la fidelidad, que es lo que te gusta Señor.

También los santos -que son Tus amigos- son los que han entendido, precisamente, qué es lo que te gusta y han sabido alejarse de lo que no te gusta”.

HOY CELEBRAMOS A SAN LUIS DE FRANCIA

Que fue un rey bueno; un rey humilde que le gustaba hacer obras de misericordia, que no se dejó llevar por las riquezas, por los placeres… sino que una persona mortificada -según dicen sus biógrafos.

Este santo rey escribió una carta a su hijo, un testamento espiritual, en el cual le recomendaba algunas cosas:

“Hijo amadísimo, lo primero que quiero enseñarte es que ames al Señor tu Dios con todo tu corazón y con todas tus fuerzas.  Sin ello, no hay salvación posible”.

NO DESCUIDAR LO IMPORTANTE

Lo primero que le dice ese rey a su hijo es lo más importante: no descuides lo importante, como Jesús le dice a estos escribas y fariseos:

“Ustedes descuidan lo importante”.

“Señor, ¿qué es lo importante?” Pues aquí nos dice este amigo de Jesús que lo importante es el amor; lo más importante es amar a Dios y no amarlo como a alguien más, sino amarlo con todas las fuerzas y con todo tu corazón.

UNO ES MÁS FELIZ CUANDO AMA

Eso es lo más importante y porque, precisamente, uno es más feliz cuando ama y uno es más feliz cuando ama lo superior.  Si uno ama una cosa, pues tiene felicidad de cosa; si uno ama a Dios, pues tiene felicidad de Dios.

Por eso es lo más importante el amor a Dios y ese amor se manifiesta con diferentes acciones, como sigue recomendando este rey a su hijo:

“Hijo debes guardarte de todo aquello que sabes que desagrada a Dios; esto es, de todo pecado mortal, de tal manera que has de estar dispuesto a sufrir toda clase de martirios antes de cometer un pecado mortal”.

EL PECADO DESAGRADA A DIOS

Esto podría parecer exagerado: me voy a dejar matar antes de pecar.  Pues sí sería una exageración si el pecado fuera simplemente una acción superficial; pero aquí este santo sabe dar en el clavo, sabe entender lo que es el pecado.

El pecado es algo que desagrada a Dios, no hay que evitarlo simplemente porque sea una cosa mala, porque sea un error, porque sea algo que nos hace mal a la salud o que engorda, sino hay que evitarlo porque eso desagrada a Dios.

Y, si Dios es el principal objeto de nuestro amor, si a Dios lo queremos sobre todas las cosas, entonces hemos de procurar alejarnos de lo que a Él le desagrada y el pecado a Él le desagrada.

SUFRIR POR AGRADAR A DIOS

Por eso, hemos de alejarnos de él, tanto que deberíamos preferir morir antes que pecar.

“Señor, danos un amor así de grande a Ti y que entendamos que realmente el pecado te desagrada.  En cambio, que seamos capaces de sufrir por agradarte”.  Eso es el verdadero amor: cuando somos capaces de sufrir para agradar a la persona que amamos, entonces realmente la amamos.

Hace poco, me contaban de una pareja -unos esposos- que habían cumplido ya muchos años de casados (ya eran viejitos) y seguían yendo a los toros.  Todos los domingos en la tarde (disculpen si hiero alguna sensibilidad).

DEMOSTRAR EL AMOR

Estos hombres iban a los toros, lo consideraban un arte y estaban ahí en las tardes de domingo si el tiempo lo permitía y el juez de plaza también.  Gritaban “ole” a los matadores y después de un tiempo le dijo el esposo a la esposa:

“Oye, a lo mejor ya no hay que ir a los toros” (no es que se haya vuelto ecologista ni nada, sino que ya le aburría) y ella le dijo “ok, yo iba pensando que a ti te gustaba” y él le dice: “no, pues yo pensaba que a ti te gustaba”.

A lo mejor, ya con la edad se les había olvidado a quién le gustaba, pero el caso es que ya no les gustaba y ellos iban pensando que a la otra persona le gustaba.  Eran capaces de sacrificarse por el otro, ahí se demuestra el amor.

RELACIONES TÓXICAS

desagrada

También es claro que cuando una persona es tóxica, dicen: “las relaciones tóxicas”.  ¿Qué son las relaciones tóxicas? Un novio, una novia tóxica es la que demanda atención y demanda que le sirvan constantemente y que se pone celosa o celoso y que exige una constante atención y hay molestias si se hace algo de lo que no les gusta.

Son personas narcisistas que están pensando sólo en sí mismas, que no son capaces de amar, sino que quieren sólo que las amen, que se sacrifiquen por ellos y que piensen en ellos y si no es así, entonces se enojan, hacen drama, hacen show…

“Señor, que yo no sea tóxico, que yo sepa sacrificarme por hacer la vida agradable a los demás, pero principalmente, sacrificarme para hacer sonreír a Dios; o sea, alejarme del pecado que sé que es lo que desagrada.

PEDIR PERDÓN

Bueno Señor, soy pobre, soy débil, soy pecador, pues que yo te alegre pidiéndote perdón porque sé que eso también te alegra.  Pues ya que somos débiles y que pecamos, podemos alegrarte pidiéndote perdón después”.

“Además”

-continúa san Luis-

“si el Señor permite que te aflija alguna tribulación, debes soportarla generosamente y con acción de gracias, pensando que es para tu bien y que es posible que la hayas merecido.

Y, si el Señor te concede prosperidad, debes darle gracias con humildad y vigilar que no sea en detrimento tuyo por vanagloria o por cualquier otro motivo, porque los dones de Dios no han de ser causa de que le ofendas”. 

(Testamento espiritual del rey San Luis a su hijo)

SAN LUIS, REY HUMILDE

Aquí se nota claramente que era una persona humilde, que confiaba en Dios, que se abandonaba en Dios.  Si le pasaba algo malo, se lo ofrecía a Dios con agradecimiento, sabiendo que eso le ayudaba a purificarse.

Y, si le iba bien, pues también agradecerle a Dios esa prosperidad.

AMIGOS DE JESÚS

«Así pasa cuando, Señor, somos amigos Tuyos: todas las cosas las juzgamos como buenas, como venidas de Tus manos: la enfermedad te la agradecemos; el dolor te lo agradecemos, pero también la prosperidad porque Tú eres el Centro.

Si permites que suframos un poco, pues eso nos da oportunidad de identificarnos Contigo; si permites que nos vaya bien, pues también para agradecerte y también ayudar a los demás con esas cosas con las que nos favoreces».

Acudimos a nuestra Madre, la Virgen, para que ella nos ayude a querer las mismas cosas que hizo Jesús y a rechazar las mismas cosas que rechazaba Jesús.

 


Citas Utilizadas

San Luis Rey de Francia, san José de Calasanz

2Ts 2, 1-3a. 14-17

Sal 95

Mt 23, 23-26

Testamento espiritual del rey San Luis a su hijo

Reflexiones

Señor, que yo sepa sacrificarme por hacer la vida agradable a los demás, pero principalmente, sacrificarme para hacer sonreír a Dios.

Predicado por:

P. Juan Pablo

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