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P. Juan Pablo

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RATA DE DOS PATAS

El santo que celebramos hoy, San Luis María Grignion de Montfort, nos anima a confiar mucho en la Virgen María y poner en sus manos todo lo que queramos ofrecerle a Dios, sabiendo que de sus manos Dios siempre recibirá todo.

Disculpa que comience este rato de oración con un recuerdo personal: yo tenía un tío, que era mi padrino.  Antes de fallecer de un duro cáncer, quiso pasar una temporada en otra ciudad en casa de una hermana suya.

La hermana que, dicho sea de paso, también es mi madrina, consintiéndolo le preguntó que qué quería y le dijo: quiero Nutella.  Poco después ella le consiguió un buen frasco de Nutella y se lo ofreció.

Horas más tarde ella vio que la Nutella estaba íntegra y le preguntó el motivo.  Él simplemente respondió: el plato que me diste olía a huevo.

El relato me causó gracia porque igualmente a mí me da asco cuando me toca un plato que huele a huevo.  Seguramente, ya que se le pasó el asco, dio buena cuenta de la Nutella (tengo que preguntarle a mi madrina).

SAN LUIS MARÍA GRIGNION DE MONTFORT

Me acordaba de esta anécdota, porque hace poco leí unas palabras del santo que celebramos el día de hoy: san Luis María Grignion de Montfort.  Él dice en su obra más famosa:

“Habitualmente nuestras mejores acciones quedan manchadas y corrompidas por el mal fondo que hay en nosotros.

 Cuando se coloca agua limpia y cristalina en un vaso con mal olor o vino en una cuba cuyo interior se deterioró por otro vino que contuvo, el agua cristalina y el buen vino se dañan y toman fácilmente su mal olor.

 De igual manera, cuando Dios vierte en el vaso de nuestra alma, deteriorada por el pecado original y actual, sus gracias y rocíos celestiales o el vino delicioso de su amor, sus dones son ordinariamente corrompidos y manchados por la mala levadura y el mal fondo que el pecado ha dejado en nuestras almas;

nuestras acciones -aún las virtudes más sublimes- de ello se resienten”

(San Luis María Grignion de Montfort.  Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen, 78).

Pues así es, Dios que nos quiere elevar y nos quiere dar tantos dones que a veces no nos los puede dar, porque no somos capaces de recibirlos o cuando nos lo da, no rinden tanto como debieran por nuestras malas disposiciones.

DEVOCIÓN A LA VIRGEN

a amar

Por lo tanto, este santo que celebramos el día de hoy nos invita a la devoción a María para conseguir con más facilidad la limpieza profunda de nuestra alma que es obra del Espíritu Santo.

Y mientras tanto la Virgen también hace que nuestras obras que son imperfectas, que son limitadas, que a veces no son tan rectas, sean agradables a los ojos de Dios.

Pone un ejemplo muy bonito.  Te leo otro fragmento de este libro (sobre nuestras obras):

“Ella las embellece adornándolas con sus méritos y virtudes, de igual manera que cuando un campesino -queriendo ganarse la amistad y la benevolencia de su rey- se dirige a la reina presentándole una manzana que es toda su posesión, para que ella la ofrezca al rey. 

La reina, habiendo aceptado el pobre y humilde regalo del labrador, colocaría esta manzana en medio de un grande y hermoso plato de oro y así la presentaría al rey, de parte del campesino. Desde entonces, la manzana -aunque indigna, de ser presentada al rey- se transformaría en un regalo digno de su Majestad, en atención al plato de oro en que ha sido entregada y a la persona que la entrega”

(San Luis María Grignion de Montfort.  Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen, 147).

Pues así es la Virgen con nuestras nuestras acciones, con nuestros sacrificios, con nuestras oraciones que le presentamos a Dios, que muchas veces son imperfectas; pues ella, las embellece, las perfecciona y se las muestra a Dios y Dios que ama tanto a María las acepta con alegría.

Y es que nosotros, de verdad, somos imperfectos.  A veces nos creemos muy buenos y a veces podemos pensar que no somos tan malos; pero con la gracia de Dios podemos ver realmente nuestro corazón.

Los grandes santos se sabían imperfectos; San Pablo en sus cartas dice que él es el primer pecador y así, todos los santos de la historia.

SOMOS QUERIDOS POR DIOS

Podemos pensar también, en el Santo Padre, el Papa Francisco; en la primera entrevista que dio a la prensa le preguntaron:

“¿Quién es Jorge Mario Bergoglio?” Y él respondió: no sé cuál puede ser la respuesta exacta «yo soy un pecador”. Esa es la definición más exacta y no se trata de un modo de hablar o un género literario, “soy un pecador”.

El Papa lo decía con sinceridad, con humildad, sabiéndose pecador, pero sabiéndose querido por Dios.  Eso es lo importante: que cuando nos damos cuenta de nuestras miserias sepamos también que Dios nos perdona y que Dios nos da la gracia para purificarnos y para hacernos buenos.

Dios nos hace buenos de verdad, pero por nosotros mismos no somos buenos; de hecho, aquí tengo otro otro fragmento del libro de San Luis María Grignion de Montfort: te voy a leer porque es muy fuerte y nos puede ayudar para que seamos humildes de verdad:

 “El pecado de nuestro primer padre nos ha dañado a todos casi enteramente, agriado, engreído y corrompido, como la mala levadura, levanta y corrompe la masa en que ha sido puesta.

Los pecados actuales que hemos cometido, sean mortales o veniales, aunque hayan sido perdonados, han aumentado nuestra concupiscencia, nuestra debilidad, nuestra inconstancia y nuestra corrupción y han dejado malos restos en nuestra alma”. (…)<

Y continuó un poco más adelante:

“Por herencia solo tenemos orgullo y ceguera de espíritu, el endurecimiento del corazón, la debilidad, la inconstancia en el alma, la concupiscencia, las pasiones revueltas y las enfermedades en el cuerpo.

Nosotros somos, por naturaleza, más orgullosos que los pavos reales, más aferrados a la tierra que los sapos, más viles que los animales inmundos, más envidiosos que las serpientes, más glotones que los cerdos, más coléricos que los tigres y más perezosos que las tortugas, más débiles que los carrizos y más inconstantes que las veletas”

(San Luis María Grignion de Montfort.  Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen, 79).

SOMOS PECADORES

los demás

Al oír esta descripción, no podía dejar de acordarme de una canción que es de una cantante mexicana que tiene canciones así muy de despecho.  Ella se llama Paquita la del Barrio, te pongo las primeras palabras de esta canción para ver qué opinas:

“Rata inmunda,

animal rastrero,

escoria de la vida,

adefesio mal hecho,

infrahumano,

espectro del infierno,

maldita sabandija,

cuanto daño me has hecho alimaña,

culebra ponzoñosa,

desecho de la vida,

te odio y te desprecio.

Rata de dos patas,

te estoy hablando a ti,

porque un bicho rastrero,

aun siendo el más maldito,

comparado contigo,

se queda muy chiquito”.

Ya con eso tenemos suficiente para enterarnos de los sentimientos de esta mujer, que le dirige a aquella persona que la hirió tanto.

Y pensamos también que realmente somos pecadores y que a veces merecemos esos calificativos que usa “Paquita la del Barrio» en este éxito llamado: “Rata de dos patas”.

OFRECER A DIOS LAS COSAS QUE HACEMOS

No se trata de auto humillarnos, es verdad hay que aceptar que somos pecadores, que somos limitados, pero que tenemos en la otra mano el amor de Dios.

O sea, nunca pensar en nuestras miserias y no estamos pensando también al mismo tiempo en que Dios nos quiere, Él nos da la gracia, nos perdona, nos eleva.

Somos pecadores, pero no queremos ser pecado y con ayuda de la Virgen le vamos ofreciendo a Dios las cosas que hacemos y Él las acepta con alegría.

Podemos recordar aquella oración que sirve como un ofrecimiento de obras:

¡Oh Señora mía, oh Madre mía! yo me ofrezco enteramente a ti. Y, en prueba de mi filial afecto, te consagro en este día y para siempre, mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra todo mi ser, ya que soy todo tuyo, ¡oh Madre de bondad! guárdame, defiéndeme como cosa y posesión tuya. Amén. 

Pd. Por cierto, aprendí de mi mamá que le puedes poner un poco del café que se usó para hacer el café de la mañana, el café en grano se lo pones encima al plato y así se le quita el olor a huevo.


Citas Utilizadas

Hch 9, 1-20

Sal 116

Jn 6, 52-59

San Luis María Grignion de Montfort.  Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen.

Reflexiones

Santísima Madre, intercede por mí ante tu Hijo Jesús, a pesar de mis miserias, tú, mediadora de todas las gracias.

Predicado por:

P. Juan Pablo

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