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P. Santiago

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MAR DE LLAMAS

Jesús es la joya de gran valor en el que encontramos las gracias que necesitamos para esta vida en la tierra, pero sobre todo para la bienaventuranza eterna.

EL MAR DE LLAMAS

Hace un par de días me terminé de leer un libro, una novela, que tiene muchas historias, sobre todo las historias de dos niños que se van como uniendo, encontrando. Y detrás de toda esta historia hay una fábula, un cuento; hay un mito de una piedra, de una joya, que es única en el mundo.
Es una joya que ha tenido nueve dueños, algunos de ellos han enloquecido; es una joya que quien la tenga no morirá. Es una joya de gran valor, es como un diamante, pero en forma de pera, o sea gigantesca. Dentro tiene una luz roja, tiene un color rojo que la hace llamar “el mar de llamas” – así se llama la joya: el mar de llamas. Por dentro se pueden observar montañas en miniatura, de fuego, montaña carmesí y corales, colores violetas. Es espectacular. Y cuenta que el hijo de un sultán la lleva en su corona y esa piedra cegaba a sus visitantes.
En todo caso, la piedra tiene toda una fábula encima y desafortunadamente ocurre lo siguiente: el que la lleva puede ser verdad que no muera, pero todo a su alrededor se va derrumbando. Las personas que están alrededor de quien lleva la joya, pues van teniendo unas historias dramáticas, van muriendo, se van enfermando, todo se va derrumbando a su alrededor. Y claro, uno podría pensar si yo pudiera tener esa joya en mis manos, la buscaría, haría todo lo posible por tenerla… Es un cuento ¿verdad?
Y ¿qué le pasa a Cristo? Si pensamos en Jesús ahora, Señor, que estamos haciendo la oración, pues todo a tu alrededor va floreciendo, pero tu vida se va consumiendo. Iba a decir destruyendo, pero no es verdad, porque la vida de Jesús no se destruye. ¡No! La vida de Jesús se consume, se gasta. Jesús no vino para ser servido, sino para servir y dar la vida en rescate por muchos. Dar la vida.

JESÚS VIENE A DAR LA VIDA

Esa joya que te cuento daba la vida. Esa joya que se llamaba “el mar de llamas” daba la vida, pero quitaba otras vidas alrededor. Jesús viene a dar vida, no a adueñarse de la vida, no a hacerse eterno -Él es el eterno. Pero Él no viene a eso, Él no viene a demostrarle a las personas que Él es el eterno y que todos morirán, y que todos moriremos, y que todos, pues, no somos nada a su lado. ¡No! Viene precisamente a dar la vida.
VIRGEN DE LORETO
Hoy la primera lectura de la misa… Por cierto, este comienzo del año litúrgico estamos leyendo la Epístola a los Hebreos, la Carta a los Hebreos. Y Señor, qué manera de exponer el misterio de tu vida de esa carta ¡impresionante! La he estado leyendo con calma, la he estado meditando y es impresionante ¿no? La Epístola a los Hebreos.
Bueno, hoy dice la primera lectura hablando de Jesús:

“se ofreció una sola vez […] para quitar los pecados” (Hb 9, 26).

¿Ves? Esa es la vida de Jesús. Jesús viene a ofrecerse para quitar los pecados de todos los hombres. “Señor, tú sí que eres la joya más preciada que ha habido en este mundo. Tú sí que eres esa perla de gran valor, esa joya de gran valor que porta tras de sí el secreto de la salvación de todos los hombres”.
Y eso no es una fábula, eso no es una historieta. Esa es la verdad, es el plan de salvación de Dios por nosotros los hombres.
La semana pasada, también en la misma Epístola a los Hebreos, en la misma Carta a los Hebreos, se leía:

“Jesús puede salvar definitivamente a los que se acercan a Dios por medio de Él, pues vive siempre para interceder a favor de ellos” (Hb 7, 25).

Jesús es esa joya que quien se acerca a Él se salva. Porque para eso vino Jesús. Jesús puede salvar definitivamente.
En esta historia, en el libro que leí, hay un militar muy poderoso que está persiguiendo esa joya. Y su vida se limita a encontrar esa joya, además porque tiene una enfermedad mortal y su interés no solamente es encontrarla porque sí y adueñarse de ella y enriquecerse, sino realmente salvar su vida, recuperar su salud.
Y termina bastante mal, la verdad, porque esa joya en el libro existe. No es que sea un cuento y ya, sino que existe y está, y la tiene una niña: una niña que es ciega. Increíble. La historia es muy bonita. No te lo voy a contar, si quieres leer este libro, puedes leértelo.
El título del libro es: La luz que no puedes ver, del autor Anthony Doerr.
En fin, “Señor, Tú eres esa joya, Tú eres ese mar de llamas que quien se acerque a ti no va a morir”, como pasa con la fábula ésta, con el cuento, sino que se salva.

JESÚS SIEMPRE INTERCEDE POR NOSOTROS

Y dice la Carta a los Hebreos:
Aprender a Preguntar

“Pues vive siempre para interceder a favor de ellos” (Hb 7, 25).

Jesús siempre quiere interceder a favor de nosotros, siempre quiere atender nuestras oraciones, nuestras súplicas.
La semana pasada estuve con un amigo visitando a unas monjitas que tienen una labor social impresionante en el barrio Simón Bolívar, aquí en Bogotá, que es un barrio muy pobre, muy popular. Entonces después fuimos a su casa y quise saludar al Señor en el oratorio y cuando entré, Jesús, Tú estabas en la custodia y había mucha gente joven delante de ti, muchas niñas jóvenes delante de ti, contemplándote. No solo estaban rezando, sino que estaban contemplándote.

Yo, con un poquito de descaro, pues les pedí a la superiora y a otras hermanas que había ahí, les dije: -Oiga, les quiero pedir un favor; de manera especial, les quiero pedir por una intención para un día puntual.  Ese día ya pasó, y bueno Señor, pues ese día llegó, pasó y claro, esa oración fue escuchada con creces.
Y uno podría pasar por encima de las cosas que va pidiendo, de las cosas que va encomendando, porque uno las da por hechas ¿verdad? Pero el Señor siempre escucha nuestra oración y siempre atiende a nuestras súplicas. Nosotros tenemos que ser muy agradecidos. No podemos pasar por encima de eso:

“Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; tocad y se os abrirá” (Mt 7, 7).

“Señor, Tú eres ese mar de llamas, esa joya inestimable. Es el secreto de nuestra salvación”.
Vamos a acudir a nuestra Madre. Ella ha portado esa joya en su vientre durante nueve meses.


Citas Utilizadas

Hb 9, 15. 24-28
Sal 97
Mc 3, 22-30

Reflexiones

Señor, estar cerca de ti es el secreto de mi salvación. Que no te suelte nunca.

Predicado por:

P. Santiago

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