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LOS TRES ARCÁNGELES

los tres arcángeles

Nos ponemos estos minutos en la presencia de Dios haciendo este acto de fe. Creo que estás aquí, que me ves, que me oyes.. Tú, Señor, estás en todas partes y siempre nos miras, siempre nos escuchas y muchas veces nos estás hablando.

Ahora en estos 10 minutos procuraremos estar más atentos a esa verdad y quisiéramos estar siempre en tu presencia como los Ángeles.

Los Ángeles están siempre en la presencia de Dios. “¿Qué es un Ángel” se preguntó Benedicto XVI en una homilía un día como hoy en el año 2007.

La Sagrada Escritura y la tradición de la Iglesia nos hacen descubrir dos aspectos. Por una parte, el Ángel es una criatura que está en la presencia de Dios, orientada con todo su ser hacia Él.

Los tres nombres de los arcángeles acaban con la palabra “Él” que significa “Dios”. Dios está inscrito en sus nombres y en su naturaleza; su verdadera naturaleza es estar en Él y para Él.

PRESENCIA DE DIOS

Hoy celebramos la fiesta de los tres arcángeles: Miguel, Rafael y Gabriel. Como dice el Papa, sus nombres acaban en “Él” que significa “Dios”. Miguel: “quién como Dios”, Gabriel: “fortaleza de Dios” y Rafael: “Medicina de Dios”.

Este primer aspecto que nos hace considerar el Papa, es lo que estamos deseando: estar siempre en la presencia de Dios.

Ellos siempre están en su presencia, alabando a Dios, pues yo quiero también imitarlos en eso porque estoy creado para eso. Y aunque en mi nombre no esté la palabra “Él”.

A lo mejor sí, no sé como te llames tú, a lo mejor eres Gabriel, Rafael o Miguel o también de otra manera puede estar presente Dios en tu nombre como con la palabra Teo: Teófilo, Teófila, Teodora, Teodosio, los cuales son hombres que también tienen el nombre de Dios en el. ¡Qué bonito!

Pero aunque la palabra “Él” no esté en tu nombre, aunque te llames Ramiro, Eugenio, Adalberto, Juan Pablo, sea como te llames, pues tú eres criatura y estás creado para estar en la presencia de Dios.

Por eso queremos y acudimos a estos Arcángeles, a nuestro Ángel custodio, a la Virgen y a todos los Santos para que nos ayuden a estar en la presencia de Dios.

Esta homilía que te comentaba de 2007, un día como hoy, fiesta de los Santos Arcángeles, el Papa continuaba y decía un segundo aspecto que sabemos sobre ellos y es que son mensajeros de Dios. Llevan a Dios a los hombres, abren el cielo y así abren la tierra.

Precisamente porque están en la presencia de Dios, pueden estar también muy cerca del hombre.

En efecto, Dios es más íntimo a cada uno de nosotros de lo que somos nosotros mismos, que es otra verdad que nos anima a querer estar siempre en la presencia de Él, sabiendo que mientras más presente tengamos a Dios, más vamos a estar también presentes en las realidades que nos rodean.

En nuestro trabajo, nuestra familia… Dios no nos separa de nuestros amigos, de nuestra familia, de nuestra misión aquí en la tierra. Al contrario, nos ayuda a vivirla con más intensidad y podemos detenernos un poquito en lo que sabemos de estos tres Arcángeles, para seguir aprendiendo.

SAN MIGUEL

San Miguel Arcángel, pues, es representado como un soldado, porque en el libro del Apocalipsis (sobre todo), se ve que él es el que traba esta batalla contra el demonio, contra la serpiente antigua, contra el dragón (así se le llama al demonio).

Dice Benedicto XVI: “La serpiente intenta continuamente hacer creer a los hombres que Dios debe desaparecer para que ellos puedan llegar a ser grandes. Que Dios obstaculiza nuestra libertad y que por eso debemos desembarazarnos de él”.

Acuérdate de la primera tentación, cuando la serpiente dialoga con Eva y la hace dudar de Dios. Y el dragón no sólo acusa a Dios, sino también a los hombres.

Quien aparta a Dios no hace grande al hombre, sino que le quita su dignidad. Entonces el hombre se transforma en un producto defectuoso de la evolución. Quien acusa a Dios, acusa también al hombre.

La fe en Dios defiende al hombre en todas sus debilidades e insuficiencias; el esplendor de Dios, brilla en cada persona.

Podemos aprender de San Miguel a tener esa confianza en Dios, a no dudar nunca de Él. Saber que si Dios es grande en nuestra vida, también nosotros seremos grandes.

SAN GABRIEL

San Gabriel aparece dando el anuncio a la Virgen, todos los días lo recordamos en el Ángelus: “El Ángel del señor anunció a María…” ¿Qué Ángeles es ese?

Es San Gabriel, que está anunciando a la Virgen que va a ser la Madre de Dios, que está llamada a hacer presente a Dios en el mundo, a colaborar con toda su existencia a que se haga presente en la tierra.

Comenta Benedicto XVI: “Cristo llama. También hoy necesita personas que, por decirlo así, le ponen a disposición su carne. Le proporcionan la materia del mundo y de su vida, contribuyendo así a la unificación entre Dios y el mundo. A la reconciliación del universo”.

Y finalmente, Rafael aparece en el libro de Tobías, que es un pequeño libro del Antiguo Testamento muy bello y que tiene muchísimas enseñanzas. Tobías es un joven que tiene que partir a tierras lejanas para cobrar un dinero que le debían a su padre, el cual ya estaba por morir y que se había quedado ciego por una circunstancia desafortunada.

Tiene esta misión de ir a cobrar ese dinero y a encontrar esposa, pero era un camino difícil, largo y desconocido para él.

Así que consigue a alguien que lo acompañe, que es precisamente Rafael Arcángel. Él no sabía qué era un Ángel. Lo acompañaba y lo condujo a su destino; lo conduce ante una mujer bellísima y rica. Sara, se llamaba. Pero ella ya había tenido siete maridos y los siete habían muerto en la noche de bodas en manos del demonio impuro Asmodeo.

Tobías se casa con ella pero la noche de bodas se pone a rezar y rectifica toda esa pasión y la pone en manos de Dios, en su presencia sin ocultar nada.

Diciendo: “Señor si yo me caso con esta hermana mía no es para satisfacer mis malas pasiones, sino para cumplir tu designio que tú creaste al hombre y a la mujer…» Pone su matrimonio a los ojos de Dios, enfrente de Dios y él no muere esa noche.

Al volver a su tierra con su esposa, Tobías puede curar a su padre de la ceguera con la ayuda de el Arcángel, que al final se revela como un enviado de Dios.

SAN RAFAEL

Rafael “Medicina de Dios”, que curó no solo al padre de Tobías de la ceguera, sino que curó el amor perturbado por la impureza que se daba en la relación de Sara con sus pretendientes.

Lo explica así Benedicto XVI: “Rafael cura la comunión perturbada entre el hombre y la mujer; cura su amor. Expulsa a los demonios que, siempre de nuevo, desgarran y destruyen su amor”. ¿Cuántos demonios hay sueltos, de esos que destruyen el amor?

Los demonios impuros que están tan presentes en nuestro mundo, en las series, en las redes sociales, en las calles que nos llevan a mirar mal; a matar el amor.

Por eso acudimos a San Rafael, para que nos ayude a mirar bien, que cure nuestros ojos, que expulse los demonios, que siempre de nuevo desgarran y destruyen el amor.

Continúa Benedicto XVI: “Purifica el clima entre los dos y les da la capacidad de acogerse mutuamente para siempre”.

Terminamos nuestro rato de oración, acudiendo a estos Arcángeles y les podemos decir y tratar con sencillez: “San Rafael, ruega por nosotros, ruega por mi… San Gabriel ruega por nosotros… San Miguel ruega por nosotros…”

O con la oración a San Miguel Arcángel que el Papa Francisco recomendaba rezar con frecuencia.

Acudimos también a nuestra madre la Virgen, reina de Los Ángeles para que nos ayuden a imitar a estas criaturas que viven siempre en la presencia de Dios y buscan siempre obedecer a sus mandatos.

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