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P. Josemaría

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LOS SONIDOS MÁS BONITOS EN UNA SOLA PALABRA: MARÍA

¿En quién va a estar centrada esta meditación? Indudablemente en la santísima Virgen. Porque es sábado y porque es mayo.

MAYO: MES DE LA VIRGEN

¿Que en quién va a estar centrada esta meditación? Trata de adivinar: es sábado y estamos en el mes de mayo. Pues indudablemente vamos a hablar de la Santísima Virgen, porque desde hace siglos el mes de mayo es propiedad de la Santísima Virgen María. Y el sábado también; la Iglesia se lo dedica.
Pensando en mayo uno puede decir: ¿por qué razón? La respuesta más obvia sería porque estamos en primavera, porque es el mes de las flores y de la alegría… Y en parte es bonito pensar eso, pero no es por eso por lo que en mayo le dedicamos a María un mes especialmente a Ella, porque en el hemisferio norte sí hay flores y primavera, pero en el hemisferio sur no hay primavera en mayo, hay más bien invierno.
La razón por la que el mes de mayo está dedicado a la Santísima Virgen tiene que ver más con el hecho de que estamos en el tiempo de Pascua. Mayo siempre coincide con la Pascua, al menos en su comienzo.
Y la Pascua no solamente es un tiempo alegre, sino también fue un tiempo -o es un tiempo- en el que Tú, Jesús, poco a poco, después de resucitado, te vas apareciendo a tanta gente, sobre todo a los apóstoles.
Pero ya no estás como antes, ya no pasas con ellos los días enteros, sino que apareces y desapareces.
Y llega un momento -que llegará dentro de poco, el momento de la Ascensión de Jesús a los cielos- en el que te despides de todos y les das el encargo de ir a evangelizar el mundo entero y te vas al Cielo.
A partir de ese instante los apóstoles se quedan huérfanos -o se hubieran quedado huérfanos-, si no hubiera sido por María. Y con María se van a esperar la llegada del Espíritu Santo.
Por eso María Santísima es la protagonista de la Pascua, sin duda alguna. Y cuando aquellos once apóstoles se quedaron como huérfanos -bueno, doce ya que luego el duodécimo, San Matías, fue elegido por suerte.

Cuando esos doce apóstoles se quedan con María y miran sus ojos de Madre, comprenden que la mirada de María es la misma mirada de Jesús y que el encargo que el Señor le dio a la Santísima Virgen desde la Cruz de acogerlos como hijos, era realmente mucho más que un detalle bonito de cariño, sino que era algo muy formal: que la Virgen era de verdad su Madre, y que valía la pena apoyarse completamente en Ella, y que con Ella iban a estar seguros en la espera del Espíritu Santo.
COMO PERDIDO EN EL SUPER

LA BELLEZA DE MARÍA

San Josemaría que tanto amó a la Virgen, nos decía en una ocasión que él pensaba que no solamente nuestro Señor pensó en su Madre para que fuera la más hermosa de las criaturas, sino que la hizo tan hermosa, tan bella, tan sabia, tan grande, tan bonita, tan todo, que ni siquiera el mismo Dios habría sido capaz de crear una criatura más excelsa.

Pues así es María. La Virgen Santísima es la criatura más hermosa de todas. Y dicho esto, yo tendría que callarme y ponerme ahí en un banquito a tu lado, en silencio, para que tú y yo juntos contemplemos en silencio la belleza de María y hagamos nuestra oración.

Sin embargo, quizá pueda darte un par más de pinceladas o de ideas para que luego tú, por tu cuenta, te acerques a una iglesia, te acerques a un oratorio, o a un cuadro de la Virgen de tu casa y te pongas en silencio a hacer tu oración, a contemplar aquella maravilla.

Mira, la Santísima Virgen es la criatura que más ha participado o que de manera más plena ha participado en el misterio de la Santísima Trinidad. Es hija predilecta de Dios Padre. Es la Madre de Dios Hijo, la que le dio su carne, su Sangre, su voz, su mirada…

Y es también la Esposa del Espíritu Santo. De manera que hablar y estar siempre con María es hablar y estar siempre con Dios: con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo, porque Ella es su hija, su madre y su esposa.

Así en mayo le vas dedicando un tiempo especial al diálogo con nuestra Madre y le vas contando tus cosas – le vamos contando nuestras cosas. Y es un diálogo en donde Ella llevará la iniciativa.
No te preocupes por qué le vas a decir, porque Ella siempre será la que ponga la primera y la última palabra.

Vamos a tratar de que sea así en este mes de mayo. Vamos a hablar con Ella, vamos a contarle nuestras cosas, nuestras penas y nuestras alegrías… Lo que queramos.

Hablemos con Ella como hablamos con nuestras mamás, como hablamos con nuestros amigos, como hablamos con la gente que más queremos…. Cuando hablas con una amiga, así en confidencia, así estás hablando con María. Te la puedes imaginar de tu edad, exactamente de tu edad, y te imaginas su mirada, cómo son sus ojos, su ternura, su cariño…

Ten la seguridad de que María es la mejor amiga. Ten la seguridad de que María es la mejor mamá del mundo. Y que sin embargo no compite con tu mamá, porque María también es mamá de tu mamá.
De hecho, el recuerdo de nuestras mamás rezándole a la Virgen, nos puede ayudar.  Cómo, la que siempre ha sido tu mamá, de pronto se pone de rodillas y se hace como la hijita más pequeña de María. Pues eso te anima a ti también a abrirle tu corazón y rezarle, y acudir a Ella como cuando eras una chiquita.
LOS SONIDOS MÁS BONITOS EN UNA SOLA PALABRA: MARÍA

IMAGENES DE MARÍA

Vamos ahora a traer a la memoria las imágenes de Nuestra Señora que más te gusten. ¿Te has fijado cuántas pinturas y esculturas hay de María en el mundo entero?… ¿Y cómo son hasta artísticamente las más bonitas del mundo?

Son tan distintas de origen como, por ejemplo, La piedad de Miguel Ángel o la tilma de Juan Diego…
Hay pintores que, queriendo dar mucho realismo a la belleza de María, casi han fotografiado modelos de mujeres muy bonitas, que sin embargo las ves y como que no te dan piedad. Como tú -bueno, al menos yo- prefiero una pintura de María que sea más que una fotografía de una mujer disfrazada de María.
Porque es que el arte es un lenguaje y hay imágenes de María muy sublimes que expresan la ternura de su maternidad y llevan al Niño en brazos.

Otras que muestran su grandeza, su realeza, su belleza. Y cada imagen, a cada uno nos dicen una cosa. Y luego, además, hay imágenes que se van cargando de historia.

Como por ejemplo esas a las que el Papa Francisco les tiene mucha devoción, como son la imagen de la Salud del pueblo romano que está en Santa María la Mayor, que es una de las basílicas romanas, que es como su consentida en Roma.

Y luego la que tenía allá en Argentina, que era la Virgen desatanudos. Pero bueno, de esas dos imágenes ya hablaremos en otra meditación.

Tú tienes que tener tu preferida. El Beato Álvaro tenía muchas estampas de María en su cajón, en el cajón de su escritorio, y cada día sacaba una diferente como para no acostumbrarse.
Y le iba pidiendo, dependiendo la estampa, por la persona que se le había regalado, o por el lugar de origen de la imagen, y así tenía a todos muy presentes.

Y, finalmente, hay imágenes de la Virgen que representan una advocación, es decir, una petición. Por ejemplo, la Virgen de la Esperanza. La Virgen de la Alegría, la Virgen del Buen Consejo.
Quizá podemos terminar acordándonos de una que escuché el otro día de un sacerdote amigo que tiene una estampa con una Virgen dedicada a Nuestra Señora del Buen Humor.
Es una talla que se encuentra en una iglesia en España, en donde está la Virgen sonriente con el Niño en brazos.

Bueno, pues aunque no tengamos la estampa para verla -o a ver si la podemos compartir en estos medios-, pues sí que podemos terminar nuestra oración pidiéndole a la Virgen:

Madre mía, que nunca pierda el buen humor. A ti no te imagino nunca seria, sino siempre contenta. Y ¿por qué estás contenta? Porque estás con Jesús.

Ayúdame, María, a profundizar en la alegría y a cultivar esta alegría por dentro que se pueda manifestar por fuera en forma de buen humor. Y así Tú me ayudarás a ser la alegría de mi casa.
Madre mía, míranos con compasión, no nos dejes, Madre mía. Confiamos en Ti, especialmente en este mayo, porque somos tus hijos. Así sea.


Citas Utilizadas

Hch 13, 44-52

Sal 97

Jn 14, 7-14

Reflexiones

Santa María, que seas la guía de mi encuentro constante con la Santísima Trinidad.

 

Predicado por:

P. Josemaría

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