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P. Juan

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SIN DEMORA

De nuevo aparece en escena la alegría en torno a Jesús. Mateo y sus amigos celebran con Él que vino trayendo simpatía y esperanza.

Hoy se ve en el Evangelio, una vez más, lo bien que lo pasaban con Jesús la gente que lo iba conociendo. Mira cómo lo cuenta san Lucas:

“En aquel tiempo vio Jesús a un publicano, cobrador de impuestos, llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos y le dijo: «Sígueme».  Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió.

            Leví ofreció, en su honor, un gran banquete en su casa y estaban a la mesa, con ellos, un gran número de publicanos y otros”

(Lc 5, 27-29).

En este par de líneas se cuenta la vocación de Leví -el otro nombre de Mateo- o sea, la llamada de Jesús. Con el tono de voz con que lo habrá hecho… con el ritmo al hablar con que lo habrá hecho, con la mirada, con el gesto…

Pero luego, también, cómo recibe Leví, Mateo, esa llamada y con qué presteza (se parece tanto a san José en esto) se levanta y va.

Luego, justo a continuación, Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa y dice:

“… y estaban a la mesa, con ellos, un gran número de publicanos y otros amigos de Leví”.

CÓMO REACCIONA MATEO

Fíjate, un gran banquete, comida y bebida muy buena, un gran número de gente, de amigos y, con lo mismo, risas, volumen muy elevado de voz, temas, abrazos de bienvenida, estar juntos, reírse y reírse y más reírse, celebrar, volver a verse, enterarse unos de las noticias de los otros… Y todo esto en torno a Ti Jesús.

Ahora que estamos rezando, reunidos desde varios sitios, (no tenemos ni idea porque con las plataformas en internet, pero fundamentalmente de América) nos fijamos en esto, al ver la llamada de Leví y cómo reacciona Mateo y cómo se arma al tiro una celebración, un estar juntos, un reírse, un conocerse…

Quizás escucharían lo que decía Jesús. Algunos amigos de Mateo conocían a Jesús, seguramente, mucha gente lo iba conociendo, otros no. Otros pensando: “¿Mateo va a seguir a un Carpintero?”  “¡No! Es que no es solo un Carpintero -le explicaría alguien”.

“Fíjate lo simpático, lo elegante, lo sabio, lo santo que es” -le iría diciendo otro o quizás el mismo Leví, el mismo Mateo.

Se arma esta fiesta, esta reunión, este estar juntos, este hablar, este compartir, igual que estamos ahora nosotros rezando.

LA ALEGRÍA EN TORNO A JESÚS

Leví

Fíjate el contraste, la alegría que hay en torno a Jesús, a Mateo, a los amigos. Continúa diciendo:

“Y murmuraban los fariseos y sus escribas diciendo a los discípulos de Jesús: —¿Cómo es que comen y beben con publicanos y pecadores?»

(Lc 5, 30).

¿Te acuerdas cuando también están -en otro Evangelio, san Juan- en el templo alegremente, tranquilamente y Jesús enseñando y, de repente, irrumpen a patadas con la mujer adúltera?

¿Te acuerdas cómo del contraste también? La alegría en torno a Jesús, a la paz, en torno a Ti Jesús y el contraste de la irrupción, de ruido, de empujones, de malas caras, de malos modos, de corazón duro, apretado…

Qué contraste ante esa oscuridad, qué maravilla resaltar la Luz, la serenidad de Jesús, la que nos vienes a traer Jesús.

TRES MOMENTOS

Este Evangelio tiene ese mismo esquema, porque al principio comienza con estos recuerdos buenos, bonitos y luminosos: va Jesús pasando, llama a Leví, Mateo responde con una generosidad, con una felicidad inmensa y se arma la fiesta. Momento uno.

Momento dos: la murmuración de esto y estar enojado y no entender.

Momento tres: ahora interviene Jesús, y dice:

“Jesús les respondió: —No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan»

(Lc 5, 31-32).

Es como de entre esa oscuridad, dificultad o murmuración de aquellos fariseos y escribas que no tienen una mirada cariñosa, acogedora o comprensiva hacia los publicanos.

Con todas sus premisas o con todo su marco de comprensión, pero tenían el corazón duro, estaban enojados, estaban murmurando y Jesús abre su boca, interviene en la conversación poniendo Luz, poniendo cariño, comprensión y esperanza…

CORRECCIÓN CARIÑOSA

Leví

Es fantástico mirarlo y, quizás, nos sale tan fácil, ahora mismo tú y yo le podemos decir a Jesús:

“Jesús, yo quiero vivir así, igual que Tú, ayudando a la gente, poniendo luz, esperanza, una sonrisa, buen humor, comprensión, una corrección que sea cariñosa, que sea con esperanza en el corazón, con buen modo, con ganas de ayudar”.

Es tan bueno corregir por amor, corregir con cariño, con amabilidad. Una corrección que ayuda.

¿A cuántos de nosotros nos ha ayudado tanto que un profesor nos dijera: — No, esto está mal explicado o esto está mal así; no, mira la ortografía de esta palabra es así…? Nos ha ayudado mucho. En el momento nos cuesta, lógico, pero es una corrección cariñosa.

A veces, hay correcciones así, de un buen maestro, de un buen entrenador deportivo, de un buen hermano, una corrección fraterna, la que el Señor mismo nos indicó en la Iglesia.

Nos sirve mucho mirar al Señor así.

CINCO DE MARZO DE 1950

Estaba pensando también, hoy cinco de marzo, hay una cosa que a mí siempre me ha llamado mucho la atención: Un mismo cinco de marzo (hace mucho tiempo) de 1950 llegó aquí a Chile un sacerdote súper joven, don Adolfo Rodríguez, que venía solo desde Madrid a traer este regalo de Dios para la Iglesia y para Chile, que es el Opus Dei.

Don Adolfo llegó aquí el cinco de marzo de 1950 y, ese mismo día, con un rumbo distinto, salían de Madrid hacia México las primeras mujeres del Opus Dei, y ahí iba Guadalupe.

Mirando hoy día cómo Jesús elige a Mateo y con qué respuesta más rápida, juvenil y audaz responde Leví.

GUADALUPE ORTIZ DE LANDÁZURI

Hay un recuerdo de Guadalupe, dice:

“Fue el cinco de marzo de 1950, cuando salíamos de Madrid, del aeropuerto de Barajas, en un avión mexicano, tres hijas del padre, para llevar a México, por primera vez, la sección femenina del Opus Dei.

Yo era la mayor, llevábamos solo la bendición del padre, amor al Señor y buen humor.  Así nos había enseñado el padre que se vivía la confianza en Dios y la pobreza total.

Llevábamos, como el padre seguía diciendo y yo pensaba, amor al Señor y deseos de pegar la divina locura de nuestra vocación” (Cristina Abad. La libertad de amar, 2018).

Don Adolfo, vino para Chile con dos años de sacerdocio y muy joven, tenía 29 años y medio, con qué audacia -como Leví, como Mateo-, como tantos otros y otras en la historia de la Iglesia.

Nosotros, ahora terminando nuestra oración, podemos pedirle lo mismo a Jesús: “Señor, que yo también ponga luz como Tú. Que yo, Señor, rece mucho por la situación, sobre todo, ahí en Europa. Yo también quiero responderte como Mateo, como Guadalupe, como don Adolfo”.

Pidámoselo al Señor, porque vale la pena, ayuda a tanta gente; es una siembra tan bonita para adelante.


Citas Utilizadas

Is 58, 9b-14

Sal 85

Lc 5, 27-32

Cristina Abad, La libertad de amar, 2018.

Reflexiones

Jesús, yo quiero vivir así, igual que Tú, ayudando a la gente, poniendo luz, esperanza, una sonrisa, buen humor, comprensión, una corrección que sea cariñosa, con esperanza en el corazón, con buen modo, con ganas de ayudar.

Predicado por:

P. Juan

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