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P. Manuel

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LA PALABRA QUE NOS LLENA DE AMOR

Viene el Espíritu Santo para defendernos, consolarnos y santificarnos. Es entonces cuando podemos dar testimonio.
El Señor, al endiosarnos, nos hace totalmente suyos y así somos libres para entender y amar. Así somos también felices con una esperanza en la meta que es confiar en Dios, en el Espíritu Santo que nos santifica.

“Cuando venga el defensor que les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad que procede del Padre, Él dará testimonio de Mí. Pero también ustedes darán testimonio, porque desde el principio están conmigo.

Les he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, se acuerden de lo que les he dicho”

(Jn 15, 26-16, 4).

Este Evangelio es una noticia y una advertencia. Noticia porque nos anuncia la llegada del defensor -que es el Espíritu de la Verdad- que dará testimonio de Jesús; y es advertencia, porque el Señor nos dice:

“Cuando llegue la hora, acuérdense de lo que les he dicho”.

La noticia de la llegada del defensor. ¿Por qué el defensor? Es el que nos defiende de los ataques del enemigo. El diablo es el enemigo y siempre ataca.

Cuando nos persignamos decimos:

“Por la señal de la santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro”.

Le pedimos al Señor que nos libre del enemigo. El enemigo ataca y al atacar hace daño, por eso Jesucristo, al irse al Cielo, nos promete el Espíritu Santo para cuidarnos y defendernos. A Él se le llama el Paráclito, el Consolador.

Cuando alguien nos defiende, nos consuela. Se da cuenta de que necesitamos el consuelo, el ánimo para seguir adelante y el Espíritu Santo, al animarnos, nos fortalece. ¿Cómo nos fortalece? Nos fortalece amándonos.

EL ESPÍRITU SANTO

la verdad

Es que el Espíritu Santo procede del amor entre el Padre y el Hijo. El amor entre el Padre y el Hijo es tan grande que es Dios.

El Espíritu Santo nos fortalece con el amor; además, el Espíritu Santo está íntimamente unido al Padre y al Hijo. El Hijo es el Verbo y el Verbo es la palabra de Dios y la palabra de Dios es la verdad.

Por eso Jesús dice en el Evangelio que leemos hoy:

“Les enviaré el Espíritu de la verdad que dará testimonio de Mí”,

pero añade enseguida:

“pero también ustedes darán testimonio”.

¿Cómo damos testimonio nosotros? Dejando que el Espíritu Santo haga en nosotros.

¿Qué hace el Espíritu Santo en nosotros? Nos transmite el amor de Dios que es la verdad y, por lo tanto, ese amor no está dirigido a los sentimientos; no nos transmite unos sentimientos, nos transmite -se podría decir- una luz que nos hace ver la verdad.

La verdad que es la palabra de Dios y la luz que el Señor nos transmite para poder ver la palabra de Dios, es una luz para el entendimiento. Por eso se dice que el Señor, a los discípulos de Emaús, les abrió el entendimiento para que entendieran las Escrituras.

PARA CONOCER MEJOR Y PODER AMAR

San Josemaría nos decía que

“el Señor nos da un beso en la frente para que nuestro entendimiento reluzca como lucero”.

Nosotros damos testimonio con el amor de Dios que es una luz para el entendimiento. Se trata de entender las cosas que Dios pone en nuestra mente y es cuestión de fe. Esa fe nos hace amar, es una fuerza para el corazón, para la voluntad, el querer.

El que escucha siendo amado es persuadido para conocer mejor y poder amar. Escuchamos a Dios; Dios habla, Cristo habla, estamos escuchando a Cristo que nos habla y, al hablarnos, nos está amando; no solamente nos transmite unas palabras, sino que nos está amando.

Hemos leído en el Evangelio de hoy:

“Les he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, se acuerden de lo que les he dicho”.

La Iglesia siempre nos recuerda, los sacerdotes siempre estamos recordando la palabra de Dios.

En cambio, el diablo y todos los que le siguen, intentan borrar la palabra de Dios del mundo, de nuestro entendimiento. Intentan borrar el amor limpio que viene de Dios y que está en los corazones de las personas; que las personas traicionen a Dios es lo que busca el diablo.

CRISTO VIVE

la verdad

Es una pena que muchos vivan como si Dios no existiera. Hay mucha gente que se levanta, come, respira… y son buenas personas que están allí trabajando, están en sus casas, pero han perdido la presencia de Dios, como si Él no estuviera.

Otros viven sin escuchar su Palabra. Pueden escuchar mensajes, como pueden escuchar cualquier otro consejo que diga cualquier persona, pero han perdido el sentido de esas palabras y de quién vienen; se olvidan de que es palabra de Dios.

Es por eso que tenemos que predicar siempre los sacerdotes para decir que Cristo vive, que Cristo habla y que Cristo actúa en nosotros y nos transmite las mejores cosas que nosotros podemos recibir.

Que ese Cristo es el mismo Dios y que Cristo luego nos promete el Espíritu Santo y el Espíritu Santo viene para consolarnos, para defendernos, para santificarnos.

Es bueno que llamemos al Espíritu Santo nosotros también, porque lo necesitamos; necesitamos el consolador, necesitamos esa Persona Divina que enciende nuestros corazones y por eso le decimos:

“Ven Espíritu Santo, enciende los corazones de tus fieles”.

Ven a defendernos de tantos ataques, ven para que la gente conozca la verdad, ven para desterrar la mentira y la hipocresía de la tierra que tanto daño hacen; ven para que las personas aprendan a amar y no guarden odio, resentimiento, venganza en sus corazones.

Te pedimos la paz para el mundo; que se acaben las guerras que son inhumanas, estas guerras que hay ahora en estos tiempos son inhumanas, ninguna guerra se justifica.

EL ODIO SEPARA A LOS SERES HUMANOS

En los conflictos solo se siembra el odio que separa a los seres humanos, no los deja amar y los convierte en rivales y se destrozan entre ellos.

Las guerras motivan la venganza que es anticristiana. Dios nos quiere unidos, por eso le pedimos al Señor para que acaben las guerras, unidos al Papa, unidos a toda la Iglesia, que venga la paz a todo el mundo.

Le pedimos al Señor para que los hogares estén unidos, para que se reconstruya la familia que es la célula básica de la sociedad, para que los esposos no se separen, para que los padres eduquen a sus hijos con cariño y puedan hacer de ellos ciudadanos honestos en la tierra y ciudadanos santos en el Cielo.

Le pedimos a María, que dijo sí para que venga Jesús, que nos ayude para que nosotros digamos también que sí a Dios que quiere estar dentro de nosotros para llenarnos de paz y de alegría y convertirnos en sembradores de paz y alegría por todos los sitios por donde pasemos.

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Citas Utilizadas

Hch 16, 11-15

Sal 149

Jn 15, 26-16, 4

Reflexiones

Jesús, que yo sepa dar testimonio con tu amor.

Predicado por:

P. Manuel

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