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P. Juan Carlos

6 min

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HUMILDAD DE MARÍA

Qué cosas tan grandes y misteriosas ha hecho Dios todopoderoso en María, como ella misma se ve obligada a afirmar, a pesar de su profunda humildad: “porque ha hecho en mí cosas grandes el Poderoso».

HUMILDAD DE MARÍA

Aquí me tienen de nuevo porque el papá del padre César se puso un poco malito, y ya no pudo cubrir la meditación. Y entonces aprovechamos hoy, todos los que usamos este servicio de 10min con Jesús para rezar por él, para que vaya bien en la intervención que tenían que hacerle.

El Evangelio del día de hoy, nos entrega también otro acto de servicio, que es uno de los más brillantes de todo el Evangelio, y es cuando María sale en búsqueda de su prima Santa Isabel, y después de recibir esa salutación de Santa Isabel, del Niño que salta de alegría en su vientre.

Entonces dice el Magníficat, esta oración que son de las pocas palabras que se conservan de la Virgen María y que es un cántico de alabanza.

Muchas veces en estos 10min con Jesús hemos hablado sobre ésta oración que tiene tanto engranaje o tanta raíz en las Sagradas Escrituras, en la tradición judaica y sobre todo en esa vida de una vida interior de nuestra Madre, la Virgen.

EL MAGNIFICAT

Y dice:

«María dijo entonces: —Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en el Señor mi Salvador, porque Él miró con bondad la pequeñez de su servidora. 

En adelante, todas las generaciones me llamarán feliz, Bienaventurada, porque el Todopoderoso ha hecho cosas grandes en mí. Su nombre es santo. Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. 

Desplegó la fuerza de su brazo y dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos, y despidió a los ricos con las manos vacías. 

Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre». 

Y termina este texto diciendo:

«María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa». 

Los sacerdotes rezamos este himno todos los días en las Laudes, es una oración de la Liturgia de las Horas del Breviario. Y es bonito porque todos los días nos acordamos de cómo nuestra Madre da gloria a Dios:

«Mi espíritu se estremece de gozo en el Señor».

Y además nos da la razón de que esto ocurra, que es

«porque miró con bondad la pequeñez de su esclava»,

dice en algunas versiones.

En esta dice: «de su servidora». Y porque miró con bondad, o sea, saberse amado por Dios. Saber que Dios puede hacer cosas muy grandes en nosotros cuando ve nuestra pequeñez, cuando ve nuestras ganas de poner lo poco que tenemos en sus manos.
HUMILDAD DE MARÍA

SIEMPRE CON HUMILDAD

Es importante que partamos de la necesidad de la humildad. Sin humildad no se puede hacer nada. Y en este tiempo de Navidad es bastante importante regresar a ver cómo son nuestras actitudes, porque la humildad está en cómo reaccionamos.

Por ejemplo, frente al qué dirán. ¿Nos importa mucho el que dirán? O bueno, a veces no nos importa tanto quedar mal…

Hoy conversaba con alguien que estimo muchísimo, que había tenido que hacer una corrección a una sobrina suya, porque la forma en la que se vestía, y claro, se lo dijo y la otra se resintió, pero era importante que se lo diga.

Claro que duele que se te resientan contigo, pero peor es no decir las cosas. O dar más importancia a cómo quedas. No es que voy a quedar de tía entrometida o voy a quedar de la ayuda real quedas: haciendo una pequeña corrección. Y claro, tiene que tener las mínimas condiciones de prudencia, decirle a solas, darle ejemplos concretos y lo que quieras…

Pero, ¿a qué tememos más? ¿A nuestra propia honra? O, ¿tenemos también esa humildad de la Virgen? Humildad de saberse nada, pero que el Señor nos utiliza de instrumentos.

RECONOCER MIS ERRORES

Esta mañana di una Santa Misa en un albergue donde viven muchas personas que tienen bastantes discapacidades. Y fue mi monaguilla, -porque ella se presentó como la monaguillo, era una señora con Síndrome de Down que debe haber tenido más de 40 años.

Y fue increíble como me ayudó. O sea, desde fuera, porque en realidad no hizo de monaguillo; lo único que hizo es pasarme las cosas de cuando en el momento del ofertorio me pasaron a dejar…

Como en alguna ceremonia donde se hacen el pan y el vino. Y entonces hay unas moniciones diciendo: —Este pan es tal cosa, y el vino también… Y la luz de nuestro trabajo y nuestro hermano… Y así me pasaron varias cosas.

Pues esta chica me pasaba las cosas a mí. Yo iba poniéndola antes de empezar el ofrecimiento de los dones. Me pareció súper simpática porque se tomaba súper en serio su trabajo y con gran humildad.

Al final me dijo: -Perdón si me he equivocado en algo. Y yo me gozaba, porque realmente es una humildad increíble querer hacer las cosas bien.

Y nuestra Madre por supuesto, que hace las cosas bien y nosotros también queremos hacer las cosas bien.

Por eso, la humildad de no estar pensando “cómo voy a quedar mejor”, “cómo quedar bien”. Hay que intentar dar lo mejor de nosotros, aunque eso implique algunas veces quedar mal.
HUMILDAD DE MARÍA

DIOS LA ADMIRE Y LA CONOZCA

San Luis María de Montfort, predicador de las comunidades religiosas, tenía un libro que se llama “El Tratado de la auténtica devoción a la Virgen María”, y habla ahí por qué ha mirado la humildad de su sierva.

Explica también este punto, y dice:

«María vivía una vida muy escondida. Por eso el Espíritu Santo y la Iglesia la llaman Alma Mater, Madre escondida y secreta. Y su humildad fue tan profunda, que en la tierra no buscó nada con tanta verdad como el estar escondida a ella misma y a toda criatura, para que solo Dios la conociera y la mirara».

Debo admitir que cuando leí por primera vez esto, dije:¡Wow, es increíble! Solo quería que Dios la admirara o la mirara.

Y continúa san Luis María:

«Dios para atender su petición de vivir escondida, empobrecida, humillada, se complació en esconderla en su concepción, en su nacimiento, en su vida, en los misterios Divinos de su Resurrección y Asunción, al margen de casi toda criatura humana. 

Sus padres mismos no la conocían del todo, y los Ángeles se preguntaban a menudo los unos a los otros: ¿Y quién es ésta?» (Cantar de los Cantares).

¿Y quién es ésta? Porque Dios la escondía de los mismos Ángeles. Y bien, si les descubre algún aspecto de la Virgen, les escondía lo demás.

APRENDER DE LA HUMILDAD DE MARÍA

¡Qué cosas tan grandes y misteriosas ha hecho Dios Todopoderoso en esta criatura admirable! Como ella misma se obligaba a afirmar.

A pesar de su profunda humildad, porque ha hecho cosas grandes en mí, el Todopoderoso, el mundo no los conoce porque es incapaz e indigno de conocer los misterios de Dios.

Y nosotros, que nos asomamos a ver este misterio impresionante de nuestra Madre, de la Virgen María, que Dios la tenía reservada para Él, esa pureza, humildad y devoción de nuestra Madre en todo, que es la Madre de Jesús, la Madre de Dios.

Y sin embargo, la criatura más humilde, es la criatura más perfecta de toda la creación, la Madre de Dios y a la vez la más humilde.

Señor, Jesús, hoy que estamos haciendo este rato de oración, te pedimos que nos ayudes a prepararnos para tu nacimiento, que seamos más humildes, que busquemos no quedar bien delante de los demás, sino que busquemos quedar bien delante de Ti.

Que todos los trabajos, todas las cosas que nos cuesten más, todos los sufrimientos que a veces tenemos que llevar, no andarlos publicando, sino simplemente ofrecerlos a Ti, Señor.

Esto te lo ofrezco por este tema que me cuesta más, o por mis padres, o por mis hijos, o por mis nietos. Que aprendamos a vivir en esa misma sintonía que vivió nuestra Madre, la Virgen.

Ponemos estas intenciones en sus manos.


Citas Utilizadas

1Sm 1, 24-28

1Sm 2

Lc 1, 46-56

Reflexiones

Señor te ofrezco mi trabajo, mis días, mis preocupaciones y mis miedos. Enséñame a vivir un poco de la humildad que vivió tu Santa Madre…

Predicado por:

P. Juan Carlos

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