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P. Juan Pablo

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6 min

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ESTA VEZ

En las crisis que hay en la vida, podemos dejarnos acompañar por Jesús como hicieron los discípulos de Emaús y con Él encontrar luz y esperanza.

Hay algunas canciones que nos transmiten bellamente alguna situación humana y esta, que te estoy poniendo, me parece que transmite una sensación de fracaso, de tristeza, de poca esperanza… a ver qué te parecen estos primeros párrafos:

«De pronto ya no sé qué pasa en mí,
de pronto ya no sé quién soy,
de pronto ya no reconozco nada de lo que un día fui.
Hoy me pregunto qué cambio dentro de mí,
hoy me pregunto a dónde voy,
tal vez no existen las respuestas para lo que intento resolver».

Hasta ahí, por el momento, ¡me gusta la canción! Ese arpegio que pone como un ambiente, para escuchar atentamente lo que dirá el cantante:
“A veces no sé qué pasa en mí, no sé quién soy, no reconozco nada de lo que un día fui, algo cambió dentro de mí, a dónde voy, a lo mejor no existen las respuestas…”

UN POCO DE CONFUSIÒN

Un poco de confusión, oscuridad, falta de esperanza en el futuro y nos puede pasar…

No sé si te ha pasado alguna vez, tal vez con tu vocación, con tu matrimonio u otro camino que tengas, con nuestra familia, con nuestros amigos, alguna relación que se empieza a enrarecer; antes éramos muy felices y ahora no sé qué ha pasado, yo le echo ganas, lo hemos dialogado, he recibido algunos consejos, pero no me han servido…

Nuestro trabajo, nuestra vida profesional también, puede tener estas crisis; de hecho, la vida humana está llena de crisis.

CUESTE LO QUE CUESTE, esta vez
Hay un libro muy bueno que se llama: “Las etapas de la vida”, de Romano Guardini, que habla precisamente que, entre cada etapa, “hay crisis”.
Hay un modo bueno para afrontarlo y para salir de ella y un modo malo.  Bueno, muchos modos malos.
Incluso dice, que el primer momento de crisis es cuando el niño nace, porque está en el vientre materno muy feliz, muy contento, muy tranquilo y de repente sale a un mundo frío, donde tiene que respirar, tiene que alimentarse, tiene que recibir tantos cuidados y así, hasta la muerte…
Me acordaba de esta canción y de este libro, al leer el Evangelio del día de hoy, que lo acabamos de leer.
También el otro día, en estos días de Pascua, leímos el pasaje de “Los discípulos de Emaús”, que son aquellos dos que están tristes, están decepcionados, no saben qué pasó…
Ellos pensaban que Jesús iba a ser “El Mesías”, que iba a ser “El Libertador” y de repente: ¡murió!

¿QUE PASÓ?

¡No sé qué pasó aquí! Se supone que Él iba a triunfar y fue un gran fracaso. Nosotros estábamos con Él, le habíamos entregado nuestra vida y de repente…
Ahora ¿qué hago con mi vida? ¿Hacia dónde vamos? Muchas preguntas, sentimientos malos.  Y de repente: ¡Jesús se acerca!
“Tú, Señor te acercas a ellos y ellos no te reconocen de entrada.  Tú los escuchas, ellos abren su corazón, exponen su tristeza, lo que más les duele y Tú Señor, con infinita paciencia y cariño, les vas explicando las Escrituras.
Cómo tu Cruz, cómo tu Pasión era el camino, que hay que pasar para nuestra redención.
Y ellos van entendiendo y van sintiendo otra vez esperanza, van sintiendo amor.  Es lo que dicen después:

«Se dijeron uno a otro: «¿No es verdad que nuestro corazón ardía cuando nos explicaba las Escrituras por el camino?»»

(Lc 24, 32).

¡Nuestro corazón ardía! Ahorita en la segunda parte de la canción que te voy a poner, dice Rubén Albarrán (que es el cantante de este grupo: “Café Tacuba” que se llama: “Esta vez”): “esta vez vengo buscando el corazón”, ya para salir de nuestros problemas, de nuestras crisis, mirar adentro, mirar qué es lo que amamos incondicionalmente, mirar a Dios en nuestra conciencia, hablar con Él y nuestro corazón volverá a arder.
“¿No es verdad que nuestro corazón ardía cuando nos explicaba las Escrituras en el camino?” Y cuando llegan al lugar le dicen a Jesús:

«Vente con nosotros, porque ya oscurece y el día ya ha declinado»

(Lc 24, 29).

Ellos están confundidos, están tristes y está oscuro, ¡ya es el acabose! Le piden: Tú quédate con nosotros, porque Tú nos das luz, nos das esperanza.
¡Y Tú Señor, te quedas con ellos y tomas el pan, lo partes y en ese momento, ¡ellos te reconocen!

ESTAMOS CERCA DE TI

Les das de comer, los alimentas, nos alimentas con tu Cuerpo, entonces ya cualquier decepción de la vida es menor si estamos cerca de Ti.
Si te descubrimos, entonces podemos seguir adelante con alegría, con optimismo, como dicen las mamás en las porras de sus hijos: – ¡con alegría, con optimismo, con un equipo que será campeón!

Bueno, te pongo este pedacito de la canción para que la sigas disfrutando:

«Esta vez vengo buscando el corazón,
esta vez lo intentaré otra vez,
esta vez ni más yo trataré de hacerlo bien,
si la vida me regala otra oportunidad.»

Y así continúa esta pieza, hablando de que la vida me da otra oportunidad, del modo de recomenzar.

La vida me da otra oportunidad porque Tú Jesús, ¡resucitaste! ¡Y como Tú resucitaste, siempre tengo otra oportunidad!
CRISTO VIVE, esta vez
Esta vez vengo buscando el corazón, me sereno, hago oración.  Esta vez me levantaré y lo intentaré de nuevo, con deportividad, con alegría, con esperanza, con ganas de que se hagan las cosas y si no salen, lo vuelvo a intentar.
¡Esta vez y más, yo trataré de hacerlo bien, si la vida me regala otra oportunidad! Pues contigo, Señor, siempre tenemos una nueva oportunidad, porque Tú resucitaste y como Tú resucitaste, ¡eso es suficiente!

TÚ SEÑOR, NUNCA NOS SUELTAS

Cuentan de un santo que se llamaba Serafín de Sarov, un monje que vivía en Rusia entre el siglo XVIII y XIX:

«Se lee que cuando las personas iban a buscarle en su monasterio para confiarle sus penas, él iba a su encuentro y, todavía lejos, les saludaba con gran entusiasmo, gritando: «¡Alegría mía, Cristo ha resucitado!» En los labios del santo, aquellas palabras tenían tal fuerza que, al solo oírlas, los visitantes sentían caerles las penas del corazón y renacer a la esperanza» (Raniero canta la mesa, homilía en la Pascua de Resurrección).

¡De verdad, eso es lo más importante que has oído nunca jamás, en la historia de la humanidad!
Tú, Señor, resucitaste y confirmas así, que todo lo que nos dijiste, todo lo que hiciste, fue verdad.
Que Tú estás presente, que Tú estás en los sacramentos, que Tú nos vas a resucitar, que la Eucaristía es prenda de vida eterna, que nos vas a llevar al Cielo, si no te soltamos, porque Tú nunca nos sueltas.

TODO TIENE SENTIDO

Siempre hay esperanza y esa verdad de la resurrección ¡es suficiente! Obviamente, tenemos que poner también medios para resolver los problemas que podamos tener aquí en la vida…
Si estoy enfermo no solamente se trata de pensar: ¡Cristo resucitó y ya me voy a curar! No, pues voy al médico, me tomo las medicinas -o como dicen en Chile: me tomo los remedios y me curo- y si no me curo, pues también voy ofreciendo ese sufrimiento a Jesús, como expiación por mis pecados.
Entonces todo tiene sentido, todo tiene valor y si tengo una crisis matrimonial o en el trabajo, pues dialogo, pongo lo mejor de mi disposición, me comprometo, dispuesto a cambiar y las cosas siempre salen adelante.
Acudimos a la Virgen, que fue -pensamos que la primera que vio a Jesús resucitado y ¡se llenó de tremenda alegría!
Ella ya lo sabía, pero al verlo, ya su alegría fue tremenda.  Madre mía, ayúdame a profundizar en esta gran verdad de fe y saber descubrir que Jesús está siempre cerca de nosotros, así como salió el encuentro de los discípulos de Emaús.
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Citas Utilizadas

Hch 3, 1-10
Sal 104
Lc 24, 13-35
Raniero canta la mesa, homilía en la Pascua de Resurrección

Reflexiones

Padre Celestial, ayúdanos a profundizar en estas grandes verdades de fe, ayúdanos a vivir siempre con la alegría de tu resurrección.

Predicado por:

P. Juan Pablo

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