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P. Josemaría

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¡ESOS SON HOMBRES!

Para decirlo en pocas palabras: los cristianos son en el mundo lo que el alma es en el cuerpo.

¡VALIENTES!

Hoy nos cuenta Hechos de los Apóstoles, en la Primera Lectura, que los guardias llevaron a los Apóstoles a la presencia del Sanedrín.

El Sumo Sacerdote los interrogó con rabia, desprecio y les dijo:

«—Les hemos prohibido enseñar en nombre de Jesús sin embargo, ustedes han llenado a Jerusalén con sus enseñanzas y quieren hacernos responsables de la sangre de ese Hombre»

(Hch 5, 28-31).

Termina diciendo Hechos:

«Pedro y los apóstoles replicaron: —Primero hay que obedecer a Dios y luego a los hombres»

(Hch 5, 30).

¡Qué actitud tan valiente!, ¡esos son hombres! decía un amigo con entusiasmo cuando veía la respuesta varonil de una persona generosa y servicial.

Y es que es tan grande y sincero el amor que te tienen Jesús que por dar testimonio de Ti están dispuestos a todo.

Todavía recuerdo, creo que ya te lo había contado en una ocasión, que cuando me fui a confesar, yo tenía 17 años… Y entre otros pecados, le dije al sacerdote que me confesaba de haberme dejado llevar por los respetos humanos.

Es decir, que me había faltado valentía para defender mi fe frente a mis amigos.

Había cedido a la tentación de quedarme callado cuando se ofendía a Dios o la Iglesia y el sacerdote que me confesaba, lo recuerdo perfecto, me dijo:

—Mira, a los apóstoles los llevaron a la muerte por defender a Jesús. Luego algunos santos de los primeros siglos fueron mártires por defender su amor a Cristo. Incluso algunos como San Lorenzo, los quemaron en una parrilla…

Bueno pues después de decirme todo esto, lo recuerdo como si fuera ayer y no puedo creer que hayan pasado treinta años; me terminó diciendo: —A ti no te vendrá mal una quemadita.

DAR LA CARA POR DIOS

dar la cara por Dios

¡Es verdad! Cuántas ocasiones tenemos de hablar con la familia, con los amigos o compañeros de clase, con los colegas de trabajo; de lo que llevamos dentro, de dar testimonio alegre de nuestra fe.

Primero que nada, con nuestras pequeñas obras de servicio. En la casa, con el interés por los demás, especialmente por las personas que quizás hace tiempo que no sabemos nada de ellas.

Pero después también con la palabra, cuando de forma espontánea surge la sobremesa, pues temas de conversación donde hay que dar la cara por Dios y por la Iglesia.

Pues queremos hablar siempre con alegría y buen humor, sin discutir, sin ofender, pero al mismo tiempo sin miedo a que nos tachen de mochos, sin miedo al qué dirán.

Sabes de dónde viene la palabra mocho, bueno pues según tengo entendido en la guerra cristera de México, del siglo pasado.

Cuando se perseguía a los cristianos por el hecho de ser cristianos, los federales, es decir, los soldados a las órdenes del presidente Plutarco Elías Calles, les cortaban una mano a los sacristanes de las Iglesias y quedaban mochos de las manos para que no pudieran ayudar más como sacristanes.

Es muy brutal verdad, pero al final ellos, quizá por complejo a esa condición a la que habían quedado reducidos, se quedaban el resto de sus días encerrados en las sacristías, encerrados en las Iglesias.

Y así se acuñó el concepto de “mocho” los que se encierran en las Iglesias y en las sacristías y no salen a la calle.

CRISTIANOS ALEGRES EN EL MUNDO

alegria

Bueno pues tú y yo ni queremos ni podemos ser mochos, sino cristianos alegres que sabemos estar en cualquier ambiente, sin ser mochos, pero sin ceder tampoco a las cosas que ofenden a Dios porque denigran al hombre.

Tú llevas la fiesta por dentro, tú no tienes cara de funeral sino la alegría de la resurrección de Jesús en el rostro sereno y alegre.

Hoy Jesús en nuestros países de América Latina, pues no nos matan por ser cristianos, como sí que pasa en algunos países donde gobierna por ejemplo, el estado Islámico y siguen matando muchos cristianos por su fe.

Sin embargo, en nuestros países sí que podemos notar cómo a veces como una cierta persecución más sutil, con la ironía, con la sonrisa burlona o el comentario de doble sentido de algunas personas a nuestro alrededor, cuando queremos vivir con coherencia nuestra fe en medio del mundo.

Y Tú Jesús hoy me preguntas:

 ¿Te avergüenzas de hablar de Mí?

¿Te da un poco de pena que se burlen de ti por ser cristiano?

por decir que quieres ir a misa cuando estás de paseo con los amigos, porque es domingo.

Pues que no te quepa duda, así como se fortalece tu unión de amistad con los amigos, si das la cara por ellos cuando están ausentes, así con el mejor de los amigos: Jesús.

Tu fe se robustece cuando das la cara por Él.

Aumentar la fe, es aumentar el cariño.

Tener miedo a hablar de Dios que es nuestro amor, nuestro bien, nuestro todo eso sí que es ridículo.

Fíjate que un enamorado habla de su novia con entusiasmo, sin miedo, ni vergüenza, incluso hasta pierde un poco el pudor para hablar de ella, parecería que no existe en el mundo más que esa persona.

Jesús y Tú nos proteges, Tú nos ayudas, Tú nos llevas adelante siempre, Tú te nos das como alimento en la Eucaristía, eres el más grande amor,  el autor del cielo y de la Tierra,

¿Cómo vamos a tener vergüenza para hablar de Ti?

CON CARIDAD PRIMERO

Y, ¿cómo hablamos de Dios?…

Pues en primer lugar con nuestro cariño a los demás, porque nada arrastra tanto como el cariño y después predicar con el ejemplo, con nuestra coherencia, es decir demostrar con los hechos que nos gusta vivir así, que nos ayuda vivir así, que nos hace muy felices vivir así.

Porque si no somos coherentes, pues daremos la impresión de que en el fondo no creemos aquello que decimos.

El Papa Francisco nos anima frecuentemente a mostrar a Jesús con el ejemplo, a responder con el testimonio de una vida que se entrega en el servicio, de una vida que se toma sobre sí el estilo de Dios, la cercanía, la compasión, la ternura y se entrega en el servicio.

Y por eso dice el Papa, “a sembrar semillas de amor, pero no con palabras, sino con ejemplos concretos, valientes, no con condenas teóricas sino con gestos de amor”.

Hoy que vivimos en una sociedad casi tan pagana como la de la época de los primeros cristianos, si no es que más, quizá no sirva recordar cómo vivían ellos para seguir su ejemplo.

CARTA A DIOGNETO

Fíjate hay un tesoro de carta del siglo II, una carta a un tal Diogneto, que describe cómo viven los cristianos en ese mundo pagano.

Te voy a leer un poco:

“Los cristianos no se distinguen de los demás hombres ni por el lugar en el que viven, ni por su lenguaje, ni por sus costumbres. Ellos, en efecto, no tienen ciudades propias.

Ni utilizan un hablar insólito, ni llevan un género de vida distinto. Siguen las costumbres de los habitantes del país, tanto en el vestir, como en el tono de su estilo de vida.

Y sin embargo, dan muestras de tener un tenor de vida admirable. Y a juicio de todos, increíble. Igual que todos, se casan y engendran hijos, pero no se deshacen de los hijos que conciben.

Tienen la mesa en común, pero no el lecho. Viven en la carne, pero no según la carne. Viven en la Tierra, pero su ciudadanía está en el Cielo. 

Obedecen las leyes establecidas y, con su modo de vivir, superan esas leyes. Aman a todos y todos los persiguen. Se los condena sin conocerlos. Se les da muerte. Y con ello, reciben la vida. 

Son pobres y enriquecen a muchos, carecen de todo y abundan en todo”.

Y termina diciendo esta epístola, con que también nosotros terminamos nuestra oración:

«Para decirlo en pocas palabras, los cristianos son en el mundo, lo que el alma es en el cuerpo”. 


Citas Utilizadas

Hechos 5, 27-33

Salmo 33

Juan 3, 31-36

Reflexiones

¡Que sepa corresponder a mi mejor amigo JESÚS!¡ Señor acrecienta mi fe!

 

Predicado por:

P. Josemaría

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