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P. Santiago

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EN VOS CONFÍO

En el Sagrado Corazón de Jesús encontramos el descanso. Cumplir su voluntad con Él no pesa. Y desde su Corazón también desagraviar por todas las ingratitudes, irreverencias sacrilegios, frialdades y despre­cios que pueda sufrir su presencia en el Santísimo Sacramento.

CONFIAR DE VERDAD

Sagrado Corazón de Jesús… En vos confío.

Señor, al comienzo de este rato de oración te decimos: “Sagrado Corazón de Jesús… En vos confío” No sé cuántos somos ; si diez, cien, diez mil  o cincuenta mil, los que seamos no importa.

No importa el número pero te lo decimos con toda la fuerza y con toda la confianza: “Sagrado Corazón de Jesús… En vos confío”. Pero confiar de verdad. Hoy Señor, ayúdame a confiar de verdad en ti. Hoy y todos los días pero hoy especialmente en esta tú solemnidad.

Una de las solemnidades del tiempo ordinario, viernes después del segundo domingo de Pentecostés. Y sí, aunque las semanas pasadas hubo alguna confusión de cuándo se celebraba “Jesucristo, sumo y eterno Sacerdote”.

Me acuerdo un compañero, sacerdote de los que se ordenó conmigo, en el chat felicitó: “Muchas felicidades” Entonces por allá uno en Argentina dijo: “¿y felicidades por qué” Entonces dijo: “Porque hoy es Jesucristo, sumo y eterno sacerdote ¡Paganos!”.

SOLEMNIDAD DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Entonces dijo: “No, no, no aquí todavía no es fiesta; el de Brasil dijo: aquí tampoco y yo también dije: aquí en Colombia tampoco es fiesta”. Luego vino la solemnidad del Corpus Christi; que en algunos países se celebra el jueves y en otros países se traslada el domingo (como aquí en Colombia).

Pero ahí sí no hay tutía porque hoy es viernes después del segundo domingo de Pentecostés, entonces hoy en todas partes estamos celebrando esta solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.

Te decía que confiar de verdad en ese corazón amabilísimo, dulcísimo, lleno de amor de Jesús. Hoy decimos en la oración colecta de la misa:

“Dios todopoderoso, concede a quienes, alegrándonos en el Corazón de tu Hijo amado, recordamos los inmensos beneficios de su amor hacia nosotros. Merecer recibir una inagotable abundancia de gracia de aquella fuente celestial de los dones”.

Realmente pensaba ¿será que lo importante sí es verdaderamente confiar o Señor,  tú igual derramas estos dones en mi corazón y en mi alma? Y es así, el Señor está dispuesto a derramar en esos corazones su gracia, sus beneficios, los beneficios de su amor por nosotros.

DERRAMA TU GRACIA SOBRE NUESTRO CORAZÓN

El costado de Jesús está abierto para que el corazón se nos done, se nos dé completamente. Confiamos en que así sea Señor.  Y así no te lo pidamos, danos esas gracias, derrama sobre nuestras almas y nuestros corazones esa gracia que proviene de tu Corazón, de los méritos de ese sacrificio actual.

La fiesta de hoy aparece en 1675, porque Tú, Jesús, te apareces a santa Margarita María de Alacoque en una fiesta del Corpus Christi. Entonces lo que Jesús le pide a la Santa es:

“Promover el amor a la comunión frecuente.

Y aquí hago una pausa para que pienses: ¿yo vivo en la comunión frecuente? ¿yo comulgo frecuentemente?.

Decía Jesús a la Santa:

“y sobre todo los primeros viernes de mes (buen propósito realmente, si no voy mucho a misa, ir los primeros viernes de mes) sobre todo los primeros viernes de mes con sentido de reparación y le prometió hacerle partícipe todas las noches de este jueves al viernes de su pena en el huerto de los olivos”.

comunion

AMOR A LA COMUNIÓN FRECUENTE

Un año más tarde se la apareció nuestro Señor y descubriéndole su corazón sacratísimo le dirigió estas palabras, que ahora nos las dirige a ti y a mí que estamos haciendo estos 10 minutos con Jesús:

“Mira este corazón, que ha amado tanto a los hombres y que no ha omitido nada hasta agotarse y consumirse para manifestarles su amor. Y en reconocimiento yo no recibo, de la mayor parte, sino ingratitudes por sus irreverencias y sacrilegios, frialdades y desprecios que tienen hacia mí en este sacramento de amor.

Pero lo que me es más sensible todavía es que sean corazones que me están consagrados los que así me traten. Por eso te pido yo, que el primer viernes después de la octava Santísimo Sacramento, sea dedicada una fiesta particular para honrar mi Corazón. Comulgando ese día y reparando con algún acto de desagravio”.

Jesús, yo comulgo cada día por tu gracia. Gracias Señor por permitirme celebrar cada día y comulgar cada día. ¿Cómo concretar este propósito que Tú nos pides hoy? Desagraviar. Me han impactado mucho esas palabras: “ingratitudes por sus irreverencias y sacrilegios”.

DESAGRAVIAR

Señor, sacrilegios ¡nunca, nunca Señor! No quiero jamás cometer ningún sacrilegio ¡jamás! Jamás, por ejemplo, te quiero recibir indignamente ¡jamás! Pero irreverencias, esas sí pueden aparecer.

Señor, perdóname si alguna vez he sido irreverente; si alguna vez no he cuidado detalles de delicadeza, de amor delante de la eucaristía, delante de un Sagrario.

Con los con el misal que frecuentemente celebró la misa, antes de la plegaria I, antes del Canon Romano aparece una lámina con una imagen preciosa; un Jesús crucificado y unos Ángeles, que recogen de las llagas abiertas de Jesús, su sangre preciosa que limpia, que borra los pecados y que es el alimento y la bebida que colma cada día nuestra sed. 

Señor, yo quisiera ser así con mi devoción, con mi piedad delante de la eucaristía. Recoger esa sangre, recoger de esas llagas abiertas esa sangre; por eso desagraviar ante las irreverencias, indelicadeza, frialdad.

Un corazón como el tuyo

HABITAR EN ÉL

Se me vienen a la memoria momentos en los que sufro como sacerdote, por ejemplo cuando (esto no es ningún sacrilegio) cuando de repente veo que la gente no saluda a Jesús en el Sagrario o cuando la gente come chicle o  se distraen con el celular o hablan entre ellos.

No digo que una persona que se le acerque a otra persona y le pregunté algo y le diga algo pues no pasa nada… Pero es que estamos delante del Sagrario, estamos en la misa. Señor, no solo quiero honrar tu Sacratísimo Corazón sino habitar en Él. No quiero solamente desagraviarlo sino tener en Él mi morada y descansar en Él.

Fíjate esto que dice San Buenaventura tan bonito:

“¡Oh, qué bueno y qué jubiloso es habitar en este Corazón!

Admíteme en ese santuario donde escuchas mis oraciones: más aún, atrae todo mi ser a tu corazón.

Para esto fue abierto tu costado, para que estuviera patente su entrada; para eso fue herido tu Corazón, para que, libres de todas las turbaciones exteriores, podamos habitar en él.

Para eso fue herido, para que la herida visible nos mostrará la herida invisible del amor “

(San Buenaventura)

CABE LA HUMANIDAD ENTERA

Pues hoy confiamos en ese Corazón, hoy nos metemos y descansamos en ese Corazón para desagraviar, pero sobre todo para amar.

Tenía aquí otras cositas pero ya se nos acabó el tiempo. Solo una más, dice san Pablo a los romanos:

“Hermanos: El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado”

(Rom 5, 5-11).

Acudimos a nuestra Madre, Dulce Corazón de María… Sed la salvación del alma mía. Qué bueno repetir hoy esas dos jaculatorias todo el día: “Sagrado Corazón de Jesús… En vos confío», «Dulce Corazón de María… Sed la salvación del alma mía”.

En su Corazón cabe la humanidad entera sin diferencias ni discriminaciones, cada uno de su hijo. Confiemos en esos dos corazones amabilísimos, sacratísimos.


Citas Utilizadas

Deut 7, 6-11

Sal 102

1Jn 4, 7-16

Mt 11, 25-30

Rom 5, 5-11

San Buenaventura

Reflexiones

“Sagrado Corazón de Jesús… En vos confío» 

«Dulce Corazón de María… Sed la salvación del alma mía”

Predicado por:

P. Santiago

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