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P. Ricardo

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EL SANTO DE LA CAPA

El Señor pone como condición para seguirle que estemos dispuestos a llevar la cruz: ¿cómo puede ser esto? Los Santos nos enseñan cómo hacerlo, a hacerlo con Cristo.

En los Evangelios encontramos que, “Tú, Señor, nos invitas a seguirte”. También encontramos que el Señor pide a algunas personas que le sigan más de cerca; pero a todos nos has pedido que le sigamos.Y es que, al ser bautizados, ese regalo tan grande que nos han hecho nuestros padres, cuando éramos niños, implica, significa, conlleva seguir a Cristo.

Y para eso el Señor nos dice: que debemos llevar la cruz. Que tenemos que estar dispuestos a llevar la cruz de cada día y seguirle.

“Quien quiere venir en pos de mí, tome su cruz de cada día y sígame…”

(Mt 16, 24).

Esta es la invitación del Señor, pero es una invitación curiosa.

LA CRUZ EN LO ALTO

Cuando alguien invita a otra persona a su casa, o a una fiesta; uno espera que esa persona nos trate bien, a lo mejor nos invita a un refresco, es decir, cuando alguien nos invita a su casa, espera encontrar algo agradable. Cuando uno se une a una asociación, un club, pues… lo mismo. Sin embargo, nuestro Señor es muy sincero, porque nos dice: que seguirle a Él, significa llevar la cruz.

Y ¿qué es la cruz? Pensando exactamente en ese instrumento con el que los romanos ajusticiaban a los reos, es en efecto, un instrumento, un objeto pesado. Y es justamente lo que los santos han hecho.

HOMBRES Y MUJERES VALIENTES

Los Santos son hombres y mujeres valientes, que están dispuestos a pelear por Cristo y con Cristo. Y no pensemos que los Santos son personas que se la pasaron haciendo cosas extraordinarias.

Hace unos días leía la noticia, de la apertura del proceso de beatificación, Dios mediante, de un joven brasileño, que era seminarista y que le gustaba el surf. Era una persona virtuosa y tenía fama de santidad. Pero, al leer los comentarios que estaban a continuación de la noticia, me encontré con uno que me sorprendió, porque era una queja.

Decía que ya los Santos de hoy, no son como los de antes, como esos grandes Santos que hacían cosas extraordinarias. Y enumeraba una serie de Santos del siglo XVI, siglo XVIII, XIX; quejándose un poquito de la noticia. Y me sorprendió porque, para esta persona, el Santo es alguien que está haciendo milagros o se encuentra en los grandes momentos de la historia de la humanidad, o de la historia de la Iglesia.

Es verdad que tenemos Santos que han jugado un papel importante en la historia de la Iglesia. Sin embargo, la gran mayoría de los Santos, son Santos porque supieron llevar la cruz de Cristo.

SAN MARTIN DE TOURS

Como el Santo que celebramos hoy en la Iglesia, que es San Martín de Tours. Él era un soldado, que seguía las huellas de su padre; pero en un momento determinado, hubo un evento que cambió su vida. Se estaba preparando para recibir el bautismo, era catecúmeno; entonces, en una ocasión se encontró, en pleno invierno, por el camino con un hombre que estaba temblando por el frío y no estaba bien vestido porque era pobre.

Entonces, San Martín, como no llevaba nada más para regalarle, se compadece de él y sacó su espada y dividió su manto en dos. Sería un manto grande… y se lo dio a este mendigo. Ese mismo día, esa noche, San Martín vio a Jesucristo en sus sueños, que estaba vestido con esa mitad de su manto y que le decía: Martín hoy me cubriste con tu manto. Y a partir de allí, hay un cambio.

Porque San Martín recibe el bautismo y muy pronto decide abandonar la vida militar. Y se decide a vivir una vida de oración, una vida dedicada a Dios. Y entonces, la fama de santidad este hombre se empezó a extender, tanto que lo hacen Obispo de Tours, por aclamación; porque conocían quién era este hombre, los movía su ejemplo.

Hay otro episodio, que me conmovió muchísimo, que nos puede servir a ti y a mí a hacer este rato de oración y hacer un poquito de examen.

Uno de sus antiguos compañeros, un soldado, lo criticó, le dijo que era un cobarde. Era un cobarde porque había abandonado la milicia. Para ellos era un honor servir en el ejército romano. El ejército más poderoso del mundo, y que Martin lo había abandonado.

Entonces, San Martín le contestó: con la espada podía vencer a los enemigos materiales, con la cruz estoy derrotando a los enemigos espirituales. Y ese es el ejemplo que nos dan los santos, que nos da San Martín de Tours. Porque, en efecto, son personas que estando en el mundo, se retiraban a la vida de oración con los ojos puestos en el cielo.

VENCER CON LA CRUZ

Por eso esa preocupación por vencer a esos enemigos espirituales; esas tentaciones del demonio; esa concupiscencia de la carne, de los ojos; y esa soberbia de la vida, de la que nos habla San Juan, en una de sus epístolas.

Por eso, podemos decir, que San Martín de Tours supo apostar a ganador. Y eso implicaba tomar la cruz de Cristo. Entonces, tu y yo, que estamos ahora rezando, hablando con Dios, nos preguntamos: ¿yo, como abrazo la Cruz de Cristo?
Alguno de nosotros podría pensar: pero… ¿es que el Señor quiere que sufra? porque sí, tengo una cruz ahora, tengo este problema, esta situación de enfermedad… Y entonces el Señor nos dice: – Espera… esa cruz es mía, yo puedo cargarla, o ¡vamos a cargarla juntos!

Eso es lo bonito, no es que el Señor vaya repartiendo cruces para complicarnos la vida; pues… ahora a fulanito…a fulanita le voy a dar este problema… y a ver si está dispuesto a soportar la cruz… No es un Dios cruel. Nuestro Dios es un Dios que nos ama; que se ha hecho hombre, que ha tomado esta carne mortal; que ha querido también sufrir la muerte, una muerte cruel, dura, para demostrarnos su amor.

“Tanto amó Dios al mundo que entregó a su hijo unigénito…”

(Juan 3, 16).

Al mirar la cruz, démosle gracias al Señor. Cuando veamos un crucifijo: “Señor, gracias porque me quieres tanto, porque me quieres tanto hasta la muerta… y aquí me lo demuestras, con esta cruz».

NOBLE COMBATE

Cuando notemos que hay, esa dificultad, ese problema, que alguno de nosotros tiene y que piensa en este momento; pues, no pensemos que estamos solos, sino que pensemos que la llevamos con Jesucristo.

Luego, también, pensemos en esos enemigos espirituales: en primer lugar, el demonio, que quiere que tú y yo no seamos fieles a Jesucristo; y luego nuestras pasiones que se desordenan; nuestra debilidad. Justamente para saber combatir, para poner la cruz de Cristo, que es ese estandarte. Nosotros, que peleamos, como dice San Pablo a Timoteo:

“este noble combate…”

(2 Tm 4, 7).

Que también podamos decir, al final de nuestra vida, que hemos peleado “noble combate” y que hemos guardado la fe. Y nuestra fe, está apoyada, está construida en la cruz.

SIEMPRE CON JESÚS TRIUNFAREMOS

Por tanto, no tengamos miedo, sí se presentan dificultades vamos a encomendarlos al Señor; vamos a poner todos los medios humanos; toda nuestra parte, para que salga adelante, para que triunfemos.

Encomendemos, también, todo lo que está pasando en el mundo: esta pandemia, esos los ataques terroristas, los ataques contra la fe y tantos problemas que tiene la humanidad. Pidámosle al Señor que termine todo eso, y no dejemos que nos abrumen; porque Dios puede más.

¿Y cómo venció Jesucristo, lo que es aparentemente invencible, que es la muerte? Pues… a través de la cruz.


Citas Utilizadas

San Martín de Tours, Obispo

Tt 3, 1-7

Sal 22

Lc 17, 11-19

Reflexiones

Señor, ayúdame a estar siempre dispuesta a llevar la cruz…

 

Predicado por:

P. Ricardo

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