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P. Neptalí

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CONMEMORACIÓN DE LOS FIELES DIFUNTOS

La fe en nuestro destino eterno nos aviva la esperanza que la vida no termina sino se transforma.

NUESTRO DESTINO ES ETERNO

Después de celebrar ayer la solemnidad de Todos los Santos, la Iglesia nos invita hoy a conmemorar a Todos los Fieles Difuntos. A dirigir nuestra mirada a esas miles y millones de personas que nos han precedido y que han finalizado su camino terreno.

Siempre estas fechas nos mueven a considerar esas verdades fundamentales del fin de nuestra vida terrena. Por amor, no por temor, y nos ayuda a vivir cara a Dios con sentido de eternidad. No se puede olvidar que tenemos un destino eterno.

Dios nos ha creado el tiempo, pero nos ha creado para la eternidad.

“La vida de los que en ti creemos Señor no termina, se transforma y al deshacerse nuestra morada terrenal adquirimos una mansión eterna en el Cielo”

-Se lee en el prefacio de la misa de difuntos.

COMUNIÓN DE LOS SANTOS

CONMEMORACIÓN DE LOS FIELES DIFUNTOS

La vida cambia no se quita, los fieles difuntos viven con Cristo después de haber sido sepultados con Él en la muerte y para ellos el tiempo de la prueba ha terminado, dejando ya ahora el puesto al tiempo de la recompensa.

Quizás muchos en estos días visitarán el cementerio, rezaran por sus seres queridos, es como ir a visitarlos para expresarles una vez más nuestro afecto, para sentirlos todavía cercanos. Recordando también un artículo del Credo que muchas veces pasamos por alto, que es la “Comunión de los Santos”, donde se establece un vínculo muy estrecho entre nosotros, entre los que aún caminamos en esta tierra, y las numerosas personas que ya han alcanzado la eternidad.

Desde siempre, en toda cultura el hombre se ha preocupado de sus difuntos, tratando de darles como una especie de segunda vida a través de la atención,  del cuidado y del afecto, es como ese querer conservar, su experiencia de vida y pues de modo un poco paradójico, desde las tumbas ante las cuales se arropan recuerdos descubrimos cómo vivieron, las cosas que quisieron, que amaron, las cosas que esperaron, las cosas que detestaron. Las tumbas son como un espejo del mundo de aquellos que nos precedieron.

LA TEMIDA MUERTE

CONMEMORACIÓN DE LOS FIELES DIFUNTOS

La muerte lamentablemente con frecuencia, es un tema casi prohibido en nuestra sociedad, que aparece como una ficción en las películas, pero no como una realidad que tarde o temprano nos llegará inexorablemente.

Antiguamente se intentaba quitar por todos los medios y de nuestra sociedad actual, el pensamiento de la muerte, sabiendo que ésta nos toca a cada uno de nosotros. Y ante este misterio todos inconscientemente también buscamos algo que nos invite a esperar, un signo que nos proporcione consolación, que abra los horizontes, que ofrezca también futuro.

Sin duda la muerte es una senda de esperanza, y que ahora al recorrer las tumbas de nuestros familiares, y de personas queridas, es como realizar un camino marcado por la esperanza y la eternidad.

Ciertamente experimentamos temor ante la muerte, y le tenemos miedo a la muerte porque le tenemos miedo a la nada, a este partir hacia algo que no conocemos, que ignoramos, y puede haber en las personas un sentido de rechazo, pues, no podemos aceptar que todo lo bello, que todo lo grande, que lo bueno de esta vida se borre así de una vez, y que caemos en el abismo de la nada; sobretodo sentimos que el amor requiere y pide eternidad, y no se puede aceptar que la muerte lo destruya todo en un solo momento.

Sentimos también temor porque cuando nos encontramos hacia el final de la existencia existe esa percepción de que hay un juicio sobre nuestras acciones, sobre cómo hemos gestionado nuestra vida, y hoy nuestra sociedad se ha vuelto un poco racional y toda realidad se quiere afrontar con los criterios de la ciencia experimental, sobretodo en la muerte no vale, no es suficiente.

ES ESPERANZA…

CONMEMORACIÓN DE LOS FIELES DIFUNTOS

Por eso la solemnidad que celebramos ayer de Todos los Santos y hoy la Congregación de los Fieles Difuntos, nos dice que solamente quien pueda reconocer una gran esperanza en la muerte, puede vivir también una vida a partir de la esperanza.

Si reducimos al hombre exclusivamente a su dimensión terrena, pues la misma vida pierde su sentido. Necesitamos eternidad, sentido de eternidad, cualquier otra esperanza que no sea eterna es muy breve, es muy limitada, siempre es caduca.

El hombre se explica, -lo decía el Papa Benedicto- y encuentra su sentido más profundo solamente si existe Dios. Y nosotros sabemos que Dios salió de su lejanía y se hizo cercano, entró en nuestra vida, y nos dice:

“Yo soy la resurrección y la vida.  El que cree en Mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en Mí, no morirá para siempre” 

(Jn 11, 25).

¿QUÉ NOS DICE LA FÉ?

DIOS USA NUESTRAS HERIDAS PARA SANAR A OTROS

Ante esta realidad de la muerte, el ser humano de toda época ha buscado como una rendija de luz que le permita esperar. Respondemos a la fe en Dios con una mirada de sólida esperanza que se funda en la muerte y resurrección de Jesucristo. Entonces vemos la muerte como apertura a la vida y a la vida eterna. Que no es un duplicado del tiempo presente, sino algo completamente nuevo.

La fe nos dice que la verdadera inmortalidad a la que aspiramos no es una idea. No es un concepto. Sino es una verdadera relación de comunión plena con ese Dios vivo. Es estar en sus manos, estar en su amor, y es transformarnos en Él, en una sola cosa, con todos los demás que nos han precedido. Con toda la creación. Y nuestra esperanza descansa entonces en ese amor de Dios que resplandece también en la Cruz de Cristo. Y hace que resuenen en los corazones esas palabras de Jesús al buen ladrón

Hoy estarás conmigo en el paraíso” 

(Lc 23,43).

Esta es la vida que alcanza su plenitud, la vida en Dios, una vida que ahora solo la podemos entrever.

UNA ORACIÓN POR LOS QUE NO ESTÁN CON NOSOTROS

Santos inocentes

Hoy ofreceremos también en sufragio por todos los fieles difuntos. Principalmente ofreceremos la Santa Misa, la comunión y el rosario. Al mismo tiempo pedir a Dios Nuestro Señor que, para cada uno de nosotros el morir sea un cerrar los ojos, y dormirse para despertarse en el Cielo.

La brevedad de la vida nos habla también de aprovechar bien el tiempo, hacer fructificar esos talentos que hemos recibido de Dios. Aprovechar el tiempo para desprendernos de las cosas de la tierra, para crecer en el amor a Dios, para acercarles muchas almas.

Y para alcanzar este premio contamos siempre con la ayuda maternal de nuestra madre la Virgen Santísima y Ella nos prepara un camino seguro. Ella es nuestra abogada. Lo que decimos en el Ave María:

”… ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte”.


Citas Utilizadas

Jb 19, 1. 23-27a

Sal 24

Flp 3, 20-21

Mc 15, 33-39

Mc 15, 1-6

Reflexiones

Que la oración de este día sea por los que nos han dejado, los que se nos han adelantado… Madre mía, ayúdanos en esta vida y poder llegar a tu Gloria junto con nuestros seres queridos. 

Predicado por:

P. Neptalí

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