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La espera de un matrimonio, que traerá al mundo a EL SALVADOR

mafalda Cirenei
1.Reflexión

José disfrutaba mucho de aquellos momentos de intimidad con María.  Solían darse después de cenar. A esas alturas ambos estaban cansados, pero todavía no tanto como para conciliar el sueño.

Tras contarse su día, María se recostaba en el sofá de su salón y José escogía un libro para leerle tanto a ella como al bebé que crecía dentro de su ya abultada tripita.

Mirar a su mujer le transmitía mucha paz. No había un rostro más sereno (ni bello) en el planeta, estaba muy seguro. Su esposa era el primer sagrario del universo. ¡Cuánta grandeza estaba apunto de llegar al mundo!

Faltaban apenas un par de meses para la mayor revolución de sus vidas.

Con la ayuda de Dios, José había vencido todos los respetos humanos que su situación traía. ¡Qué más da lo que pensara la gente! Él perseguía la felicidad siguiendo la voluntad del Señor. Cuidaría de su familia por encima de todo y se esforzaría, pese a su condición humilde, por dar siempre lo mejor a sus dos mayores tesoros.

Aún no comprendía por qué Aquel pobre loco le había escogido a él y, muy probablemente no lo entendería nunca… Sin embargo, tenía mil razones por las que considerarse un hombre demasiado afortunado.

Era un tanto irónico. No tenía nada pero al mismo tiempo, lo tenía todo.

2. Reflexión

Hoy ha venido a mi consulta un matrimonio muy simpático.

Ella se encontraba ya en la recta final de su embarazo. Era joven, hermosa y transmitía una paz muy grande. No se porqué pero, habría dado cualquier cosa por irme a tomar un café con ella…siento que tiene mucho que enseñarme.

Su marido, creo recordar que se llamaba José, es uno de los hombres más graciosos que he conocido nunca. Disfrutaba haciendo reír a su mujer y gastando bromas todo el tiempo. Según él, su hijo va a ser un «influencer» que viene para cambiar el mundo y revolucionarlo de arriba abajo.

Yo no sé si ese niño va a revolucionar el mundo…pero con lo que se movía, está claro que una vez que nazca no va a parar quieto. Aquel hombrecito va a a ser la alegría de la casa, de la huerta y de todas partes.

Por cierto, os va a parecer algo tonto pero, por algún motivo que desconozco, ver al bebé en el monitor, me han entrado unas ganas inmensas de adorarle y pedirle cosas… Se avecina algo muy grande y creo que deberíamos preparar el corazón.

3. Reflexión

—¡Maria! ni se te ocurra subirte al burro sin darme primero un abrazo como Dios manda —.

—Claro que no mamá —respondió ella sonriendo al tiempo que se lanzaba hacia su madre con los brazos abiertos.

—Mi niña… — dijo la futura abuela en voz alta mientras le estampaba un cariñoso beso.

Ana se habría quedado abrazada a su hija para siempre. Que pocas ganas tenía de soltarla y dejarla marchar… Pero no era una opción. Su yerno, José, por órdenes de rey Herodes, debía volver para inscribirse en su pueblo natal: Belén.

María estaba casi de nueve meses y su tripa, no era precisamente pequeña. Para llegar a su destino, les quedan muchos días de camino por delante. Aunque no se había quejado si quiera, en su estado, la anciana sabía que un viaje así, debía ser demasiado poco apetecible.

En fin, Dios tendría sus razones y les iba a cuidar todo el camino.

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