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2 de Octubre: Fiesta del Ángel De La Guarda, y Fundación del Opus Dei

Al Ángel de la Guarda lo ha puesto Dios a tu lado. Te acompaña, te ayuda y te quiere. Hazle un espacio y dedícale tiempo al igual como lo haces con tu mejor amigo.

Un amigo fiel no tiene precio, está siempre dispuesto a ayudarte y a quererte de verdad.Te conoce y se preocupa por ti, busca la manera de apoyarte para que no te sientas solo y te da de su tiempo. ¿Cuánto valoras a un buen amigo?

¿Quién es el Ángel de la Guarda?

En una de sus homilías, en su libro “Es Cristo que pasa”, San Josemaría Escrivá nos recuerda que la tradición cristiana describe a los Ángeles de la Guarda como grandes amigos que Dios ha puesto al lado de cada hombre. Por eso nos invita a tratarlos y a acudir a ellos; son el amigo fiel que nos acompaña en nuestros caminos.

A todos, Dios nos ha dado un Ángel de la Guarda que nos cuida y protege ¡Cómo nos quiere Dios! ¿Acudes a tu Ángel de la Guarda o Ángel Custodio?, ¿Le pides ayuda con frecuencia?

¡Tienes un ángel! Ten confianza con tu Ángel Custodio. –Trátalo, como un entrañable amigo – lo es – y él sabrá hacerte mil servicios en los asuntos ordinarios de cada día (Camino 562)

Los Ángeles de la Guarda, una verdad revelada.

Los Ángeles de la Guarda son seres espirituales, creados por Dios, inmortales y dotados de inteligencia y voluntad. La Sagrada Escritura nos revela su existencia en numerosos pasajes, ellos “te llevarán con sus manos, para que tu pie no tropiece en piedra alguna” (Mateo 4,6).

Jesús mismo, cuando los apóstoles le preguntaron ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?, acercó hacia Él a un niño y les advirtió “Guardaos de despreciar a uno de estos pequeños, porque yo os digo que sus ángeles en los cielos están viendo de continuo el rostro de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 18,10)

¿En qué nos ayudan los ángeles y, en particular, el Ángel de la Guarda?

Dios nos creó para amar y ser amados, tanto los ángeles como los hombres hemos sido creados para el mismo fin. Ellos ya lo han alcanzado. Por eso, es tan importante contar con su auxilio para que nos enseñen a recorrer el camino que nos conduce al Cielo.

Los Ángeles de la Guarda son los mensajeros de Dios, nos llevan a Él y son ministros de su justicia divina. Nos defienden, protegen y fortalecen.

Nuestro Ángel de la Guarda nos ayuda a aceptar la voluntad de Dios, esto se puede apreciar cuando San José decide tomar a la Santísima Virgen como su esposa, luego de que un ángel le dijera “no temas, (…) pues lo concebido en ella es obra del Espíritu Santo”. (Mateo 1, 18)

También, nuestro Ángel de la Guarda nos ayuda a actuar con prontitud cuando nos esforzamos por ser personas de bien.

En momentos de dificultad, podemos pedirle que nos ilumine y nos ayude a discernir la mejor forma de resolver una situación que nos aflige o a saber actuar acertadamente. San José, al seguir los consejos del ángel de tomar a la Virgen y al niño Jesús de noche para huir a Egipto, logra proteger a Jesús de Herodes que desea acabar con Él.

Sin embargo, como le escuché decir al padre José de Jesús Aguilar, no podemos pensar ingenuamente en el Ángel de la Guarda como un hada que nos resolverá los problemas por arte de magia, por eso hay que tratarlo y tenerlo presente en oraciones y pensamientos.

Mi defensor incondicional

El Ángel de la Guarda nos acompaña a lo largo de toda nuestra vida, le presenta nuestras oraciones al Señor y en el momento de nuestra muerte intercede por nosotros.

San Josemaría decía “seamos hombres de paz, hombres de justicia, hacedores del bien, y el Señor no será para nosotros juez, sino amigo, hermano, amor. Que en este caminar-¡alegre!-por la tierra, nos acompañen los ángeles de Dios”.

En otra ocasión afirmaba, “el Ángel Custodio es un Príncipe del Cielo que el Señor ha puesto a nuestro lado para que nos vigile y ayude, para que nos anime en nuestras angustias, para que nos sonría en nuestras penas, para que nos empuje si vamos a caer y nos sostenga”.

Si luchas día a día por convertir todas las circunstancias de tu vida en ocasión de servir a los demás y corresponder al Amor de Dios, no dudes que tu Ángel de la Guarda estará incondicionalmente a tu lado, ayudándote a transformar tu corazón para identificarte con los sentimientos de Jesús, siempre olvidado de sí y pendiente del otro. No se trata de cuánto haces sino de cuánto amor pones en la acción.

Tanto en las adversidades como en el día a día, no olvides la compañía de tu amigo fiel y no dudes en acudir a él como acudirías a tu mejor amigo.

Dile a tu Ángel de la Guarda con fe,

“no me desampares ni de noche ni de día, que sin ti me perdería”..

 

2 de Octubre de 1928

Josemaría Escrivá de Balaguer vio lo que Dios le pedía un 2 de Octubre de 1928,: transmitir a todas las gentes de la tierra que desde su trabajo se podía alcanzar el cielo si éste se realizaba por amor a Dios y se ofrecía con la mayor perfección humana posible pues se entregaba como don a nada menos que Dios nuestro Señor.  

De esta forma ricos, pobres, sanos, enfermos, hombres y mujeres, todos compartimos la posibilidad de llegar al cielo si santificamos nuestro trabajo diario. El Concilio Vaticano II 30 años después vino a ratificar lo que San Josemaría venía predicando hacía décadas, porque Dios…se había adelantado. ¿Has pensado alguna vez que puedes llegar al cielo sin salir de tu vida ordinaria? ¿Sabías que cumplir tus obligaciones como hija, como amiga, como padre y trabajador si lo haces esforzándote por hacerlo lo mejor posible puede llevarte al cielo? ¿Qué propósito te puedes hacer para vivir con esta nueva visión en vida corriente?

Tratar al Ángel Custodio, el ejemplo de San Josemaría

San Josemaría tenía la certeza de que Dios ha puesto un Ángel al lado de cada hombre para ayudarle en el camino de la vida, por eso acudía a su propio Ángel Custodio en todas las ocasiones materiales y espirituales que experimentaba. Reconocía esto diciendo: “Por años he experimentado la ayuda constante, inmediata, del Ángel Custodio, hasta en detalles materiales pequeñísimos”. Por ejemplo, entre los años 1928 y 1940, cuando se le estropeaba el despertador como no tenía dinero para llevarlo a arreglar, acudía confiadamente a su Ángel Custodio para que le despertase por la mañana a la hora prevista. Nunca le falló. Por eso, le llamaba cariñosamente mi relojerico.

Habitualmente saludaba siempre al Ángel Custodio de las personas con que se encontraba: solía decir que saludaba primero al personaje, ese era el Ángel de la Guarda. Cuando saludaba a Jesús en el Sagrario, agradecía siempre a los ángeles, allí presentes, la adoración continua que prestan a Dios.

Nosotros podemos imitar a este gran santo en estas tres bonitas costumbres:

pedirle , saludar y dar gracias a nuestros queridísimos Ángeles Custodios.

 

MEDITACIÓN ACERCA DE ESTA FECHA AQUI 
P. Ricardo (Perú)

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