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Serie Plan de Vida: Santa Misa

al padre

Este sacrificio es tan decisivo para la salvación del género humano, que Jesucristo lo ha realizado y ha vuelto al Padre solamente después de habernos dejado el medio para participar de Él, como si hubiéramos estado presentes. Así, todo fiel puede tomar parte en él, obteniendo frutos inagotablemente. Esta es la fe de la que han vivido a lo largo de los siglos las generaciones cristianas.

Si nos metemos en la escena de la Última Cena, en la que el Señor afirma: Ardientemente, he deseado comer este cordero, celebrar esta Pascua con vosotros, antes de mi Pasión (Lc 22, 15), no sé si tú, al leer estas palabras del Evangelio, que manifiestan los sentimientos del Señor, te has preguntado alguna vez, por qué el Señor deseaba ardientemente celebrar esta última Pascua con los discípulos.

Nos dice Juan Pablo II: “La Misa hace presente el sacrificio de la Cruz, no se le añade y no lo multiplica. Lo que se repite es su celebración memorial, la “manifestación memorial” por la cual el único y definitivo sacrificio redentor de Cristo se actualiza siempre en el tiempo”. 

En el fondo, el Señor, haciendo del pan su Cuerpo y del vino su Sangre, anticipa su muerte, la acepta en lo más íntimo y la transforma en una acción de amor y es una acción de amor de Dios, porque la Santa Misa es el don de sí mismo que hace Dios a los hombres. 

Por eso no podemos recibir la Santa Misa, este don de Dios, como un simple regalo, entre otros muchos, aunque sea muy valioso; sino que hemos de darnos cuenta de que es un don por excelencia porque se nos entrega Dios mismo

¿Cómo se aprovecha mejor la Misa?

Algunos puntos concretos que nos ayuden a mejorar el modo de vivir la Santa Misa:

¿Cómo conquistar la Misa diaria?

Este artículo es parte de la serie plan de Vida de 10 Min con Jesús América Latina. Para ver más material sobre la serie puedes seguirnos en Instagram  o Facebook

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