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San Lucas, el fiel compañero

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Acompañante fiel

Es san Lucas quien acompaña a Pablo en muchos de sus viajes de evangelización. Es más, Lucas se queda con san Pablo inclusive cuando nadie más lo acompaña, “solo Lucas está conmigo” (II Timoteo 4:11), cuando está encarcelado.

Lucas representa la esencia de quien sigue al Señor a través de sus ministros, siendo fiel hasta el final.

Decide también recolectar las historias habladas, tradiciones y narraciones de testigos, para poder escribir su Evangelio. Nos cuenta desde la Anunciación hasta la Resurrección, y nos proporciona un texto rico en detalles, propios de quien tiene el interés de ser exacto.

De quién quiere ir, paso a paso, al lado del Salvador, y llevarnos en un viaje de acompañamiento divino.

El escritor inclusivo

San Lucas, de acuerdo con la tradición, nació en Siria, Antioquía, y era de origen griego. A diferencia de la mayor parte de los seguidores iniciales de Cristo, que eran judíos. Es quizá por esto que incluye parábolas distintas a las de los otros Evangelistas, en las que resalta a los pobres y gentiles, como es el caso de la parábola del Buen Samaritano.

Cabe recalcar que en el pensamiento de la cultura judía antigua, los gentiles no podían ser salvados. Eran considerados como personas de otra clase, y no recibían las mismas consideraciones que los judíos.

Jesús cambió esto a través de sus acciones y sus parábolas, pero es este Evangelista el que más repite y resalta escenas en las que esto se ilustra. En un lenguaje de hoy en día, san Lucas buscaba considerar esta inclusión de distintos grupos sociales, para que todos se sientan parte de la historia de la salvación humana.

Seamos como niños

San Lucas nos relata también la preferencia que tiene nuestro Señor por los niños y quienes se parecen a ellos, “…quien no recibiere el Reino de Dios como un niño o con su sencillez, no entrará en él” (Lc 18, 15-17).

Es claro que san Lucas buscaba resaltar las experiencias de Jesús en la tierra, habiendo tantas, las que incluyó en sus escritos son las más importantes, las que a través de la iluminación divina del Espíritu Santo, le parecieron más relevantes.

Recién escuché una meditación sobre este pasaje de san Lucas, en la que el sacerdote recalca la importancia de ser como niños durante la oración. Sobre todo ahora, en el mes del Rosario. Porque… ¡sí que puede parecer aburrido, o repetitivo!

Hay que decir lo mismo… ¡cincuenta veces! Pero, si oramos desde el corazón como niños, podemos regocijarnos en la repetición.

Cuántas veces un niño pide a sus padres que repitan un juego, o que canten una vez más la canción que tanto le gusta. La repetición entretiene y maravilla a los niños. Y si tenemos una vida de oración similar a la de un niño, como nos dice Jesús a través de san Lucas, disfrutaremos del Rosario muchísimo más.

Quien enaltece a nuestra Señora

Es san Lucas quien nos ilustra a nuestra Madre, en las pequeñas escenas previas al nacimiento del Señor. Este santo nos presenta el Magnificat, “mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu está transportado de gozo en Dios mi Salvador…” (Lc 1:46-55), el saludo de San Gabriel a María en la Anunciación, “Dios te salve, oh llena de gracia” (Lc 1:28), y lo que le dice santa Isabel cuando la ve llegar a su casa, “Bendita eres tú entre todas las mujeres” (Lc 1:42). Muchos piropos para Nuestra Señora vienen de la pluma de Lucas, y podemos fácilmente reconocer su gran amor por María.

Una invitación

Los invito a que hoy, se tomen un ratito de oración en silencio, y abran su Biblia en cualquier parte del Evangelio de san Lucas. Serán testigos de lo que he tratado de contarles en este escrito, del cariño y el detalle que san Lucas pone en sus textos. Y aprovechamos para pedir la intercesión de la Virgen, para que podamos ser como niños abriendo nuestras almas a la inspiración divina en este momento especial de oración con san Lucas.

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