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SANTA MARÍA REINA

último

En el mundo entero se repite con frecuencia y resuena en muchos corazones el rezo de la Salve:

“Salve Regina” o “Dios te salve, Reina y Madre, Madre de misericordia, vida dulzura y esperanza nuestra”.

“Dios te salve, Reina y Madre”, es la forma en la que comenzamos esta fiesta de hoy: Santa María Reina, en el reconocimiento y la proclamación de su realeza porque María es verdaderamente reina.

“Es una Reina que da todo lo que posee compartiendo, sobre todo, la vida y el amor de Cristo”.

Dijo Juan Pablo II al referirse a la Virgen como Reina del universo.

Esta fiesta fue instituida por el Papa Pío XII en 1954 (o sea que es bastante reciente), pero es una fiesta que anuncia nuestro último misterio del rosario.

Después del 15 de agosto que fue la Asunción de nuestra Madre, hoy 22, celebramos esta fiesta de María Reina, el último misterio del santo rosario.

“Es Reina, precisamente amándonos y ayudándonos en todas nuestras necesidades, es nuestra hermana y sierva humilde”

(Papa Benedicto XVI).

¿QUÉ ES UNA REINA?


¡Qué bonito!  Pero pensemos ¿qué es una reina?

“El término reina (rey) se deriva del verbo latino regere, que significa ordenar las cosas a su propio fin.  Por lo tanto, el rey (reina) tiene el oficio de regir o gobernar a la sociedad a su cargo para que ésta alcance su fin, con un verdadero primado de poder y excelencia”

(Santo Tomás de Aquino, De regimini principium, I, 1).

Ahora, el significado de la palabra rey (reina) tiene múltiples acepciones.  Así, por ejemplo:

a.    Se puede ser reina de tres formas: la que es reina en sí misma, la que es esposa del rey y la que es madre del rey.  En este caso María es Reina por los dos últimos títulos: por su relación con Dios y con Cristo.

“Dios te salve, Reina y Madre… Reina de los ángeles, Reina de los patriarcas, Reina de los profetas, Reina de los apóstoles, Reina de los mártires, Reina de los que viven su fe, Reina de los que se conservan castos, Reina de todos los santos, Reina concebida sin mancha del pecado original, Reina elevada al Cielo, Reina del santísimo rosario, Reina de la familia, Reina de la paz…”

Gracias Señor por darnos a tu Madre y dejárnosla como Reina.

“En este último misterio del santo rosario, el misterio glorioso de la Resurrección nos invita a contemplar la victoria de Jesús sobre la muerte y a renovar nuestra fe en su poder redentor. 

También nos recuerda el papel de María en la obra de la redención y nos anima a buscar su intercesión en nuestra vida espiritual”

(Mane nobiscum Domine, Juan Pablo II).

ÚLTIMO MISTERIO DEL ROSARIO

Por eso,

“el rosario siempre ha expresado esa convicción de fe, invitando al creyente a superar la oscuridad de la Pasión para fijarse en la gloria de Cristo, en su Resurrección y en su Ascensión.

Contemplando al Resucitado, “el cristiano descubre de nuevo las razones de la propia fe” (1Co 15, 14)”

(Rosarium Virginis Mariae, Juan Pablo II).

Cuando vemos a nuestra Madre que también ha subido en cuerpo y alma a la gloria, se complementa perfectamente con este último misterio del rosario, que es esa coronación, un acto que va después donde se presenta delante de todos los ángeles, de todos los santos.

Por eso repetimos tantas veces que es Reina de los apóstoles, de los santos… en las letanías, porque todos ellos están presentes en su coronación.

“Con la Ascensión se pone a Cristo a la derecha del Padre, sería elevada ella misma con la Asunción, anticipando así, por especialísimo privilegio, el destino reservado a todos los justos con la resurrección de la carne.

Al fin, coronada de gloria -como aparece en el último misterio glorioso-, María resplandece como Reina de los ángeles y los santos, anticipación y culmen de la condición escatológica de la Iglesia”

(Rosarium Virginis Mariae, Juan Pablo II).

Esto escribía san Juan Pablo II para hacer referencia al último punto de que es importante que la Virgen se corone para darle consistencia también a todo su papel y su rol en la historia de la salvación; y en su rol y misión con la Iglesia.

LA CRIATURA MÁS PERFECTA

“Señor Jesús, gracias por darnos a tu Madre, gracias por darnos este regalo tan impresionante”.  Que sepamos nosotros siempre atesorar en nuestros corazones esto: tenemos a nuestra Madre que es la Reina del universo, ¡increíble!

De todas formas, hay mucha diferencia entre las formas de reinar en lo humano y en lo divino, porque el Señor lo deja súper claro:

“Quien quiera ser el primero, debe tomar el último lugar y ser el sirviente de todos los demás”

(Mc 9, 35).

Ahí también reconocemos a nuestra Madre:

“Hágase en mí según tu palabra”.

“He aquí la esclava del Señor”

(Lc 1, 38).

Y es que ella se ha puesto en último lugar y por eso conviene que ahora se la reclame como Reina, se la reconozca como Reina que está a la cabeza de todos nosotros.  Es la criatura más perfecta que Dios ha creado.

Por supuesto, Jesucristo es Dios mismo, Él no entra en juego.  La criatura más perfecta que Él ha creado es la Virgen María y por eso nos alegramos hoy como hijos.

Cuando hacemos las cosas bien, nos dice el Señor, que tenemos que decir:

“Siervos inútiles somos, porque lo que debíamos hacer, hicimos”

(Lc 17, 10).

HUMILDAD PROFUNDA

Me parece que eso es también mucho de la vida de la Virgen que, si a ella le empezamos a decir estas cosas, ella diría esto: “Sierva inútil soy porque hice lo que tenía que hacer”.

Gracias Madre porque nos has enseñado esta humildad profunda.  Eres Reina, pero podríamos decirte que eres Reina de los humildes, sobre todo de los humildes, porque si nos das una enseñanza, es esa Madre, ¡muchísimas gracias!

“La santísima Virgen manifestaría un gran respeto a san José, el cabeza de la familia, teniéndolo al mismo tiempo un amor enorme; sería un ejemplo de respeto y de cariño a su esposo.

Le demostraría ese cariño estando en todos los detalles, siendo la Reina y la Esclava de la casa.  Procuraría adivinar los deseos de san José para llevarlos a la práctica; sus gustos en las comidas y todas esas pequeñas cosas”

(Álvaro del Portillo, Tertulia 13.I.1985).

Es que esta es la forma de reinar de lo sobrenatural.  No es como lo humano que simplemente se queda en las apariencias hacia afuera, sino que

“quien quiera ser el primero, debe tomar el último lugar y ser sirviente de todos los demás”.

APRENDER DE NUESTRA MADRE LA VIRGEN

Jesucristo nos lo pone claro y los grandes santos han visto siempre el rol de María en ese sentido también.  Por eso, ¡qué bonito es pensar que Dios ha querido que aprendamos también de nuestra Madre la Virgen!

¿Cuántos santos y santas se han entregado completamente a nuestra Madre intentando seguir su ejemplo?

¿Cuántas veces, nosotros mismos cuando nos hemos encontrado cansados en el camino, hemos encontrado en su regazo esa fuerza para seguir adelante? ¿Cuántas veces Madre?

Por eso te agradecemos hoy en esta fiesta tan bonita: María Reina, santa María Reina.

Madre, que no nos olvidemos nunca que la forma de ser verdaderamente hijos tuyos es luchando por ser cada vez más humildes.  Que tú nos reconoces más como tus hijos cuando nos parecemos más a Jesús.

Cuando nos hacemos también los últimos, cuando nos esforzamos por servir, cuando nos olvidamos de nuestras propias apetencias, cuando seguimos igual que tú hiciste en tu vida: esa constante de hacer la vida agradable a los demás.

Que no intentemos imponer ni nuestro criterio, ni nuestra forma de ver, ni nuestras cosas que más nos gustan, sino al contrario, que siempre hagamos reinar en nuestra vida a la humildad y al servicio, como tú lo hiciste en la tuya.

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