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P. Santiago

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QUIERO TOCAR A CRISTO

Qué bueno sería que aprendiéramos a querer a cada persona como es: en sus buenos momentos y en otros no tan buenos, cuando nos encanta su carácter y cuando nos resulta contrario al nuestro. Esto es lo que hace el Señor con cada uno.

Recuerdo una Semana Santa en Roma, un Lunes Santo o Martes Santo -no recuerdo- no eran los días santos, era el comienzo de la Semana Santa.

Estábamos atendiendo un congreso universitario internacional, había universitarios de todas partes del mundo y teníamos que regresar a casa.

Vivíamos en el seminario, quedaba a las afueras de Roma, al norte y teníamos que tomar el metro de la ciudad, luego bajarnos en una estación, tomar un trenino y era ya de noche, teníamos que ir a buscar el último tren de la noche.

Íbamos corriendo por toda la ciudad, pasamos por la Plaza de San Pedro y había una persona tirada en el piso, muy cerca de San Pedro, muy cerca de la puerta de santa Ana.

Íbamos como tres o cuatro corriendo porque teníamos que, primero pillar el metro y después ir a buscar el trenino, el famoso trenino.

Entonces, uno de los que íbamos ahí corriendo dijo: “Oigan, un momento, hay una persona aquí que puede necesitar nuestra ayuda”.  Yo creo que el resto dijimos: “¡No, no! No hay tiempo, nos va a dejar el tren”.

Y este dijo: “No, un momento, hay que ayudar a esta persona que está aquí tirada”.  Entonces ya buscamos un carabinieri, un policía, le dijimos: “Ahí hay una persona tirada en el piso”.  En ese momento, como el carabinieri se quedó a cargo, proseguimos la carrera.  

Era una persona que estaba tirada en el piso, completamente ebrio, no es que estuviera molido a palos o estuviera enfermo… ¡estaba ebrio! Sí, estaba borracho.

En todo caso, corrimos, metro, llegamos a la puerta del trenino y ya vimos cómo desaparecía la luz en el túnel del último tren… y nos quedamos en la ciudad.  Eso fue un lío, porque nos tocó llamar para que nos vinieran a buscar desde la casa… en fin.

Y ¿por qué te cuento esto? En mi caso es una anti-anécdota, porque yo no fui el que dije que paráramos a auxiliar a esta persona.  No fui yo Señor, seguro.  Yo fui el que dije: “sigamos corriendo, nos va a dejar el tren”.

EL EVANGELIO DE HOY

En el Evangelio de la misa de hoy, Jesús cuenta esta historia:

“Un joven que bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon dejándolo medio muerto.

Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y al verlo, dio un rodeo y pasó de largo.

Lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio, al verlo dio un rodeo y pasó de largo”

(Lo iba a dejar el tren).

“pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, se compadeció; y acercándose le vendó las heridas echándole aceite y vino; y montándolo en su propia cabalgadura lo llevó a una posada y lo cuidó.

Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: “Cuida de él y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”.

¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?”.

“Señor, no hay que ser muy inteligente para descubrir que fue el que practicó la misericordia”.  Y Jesús al final le dijo:

“Anda y haz tú lo mismo”

(Lc 10, 30-37).

“¿Lo mismo? Jesús, ¿quieres que nos vayamos a la calle a buscar personas tiradas en el piso molidas a palos?” Quizás no.

caridad

Qué bueno sería que aprendiéramos a querer a cada persona como es, en sus buenos momentos y en otros no tan buenos; cuando nos gusta su carácter, su modo de ser y cuando nos resulta contrario al nuestro; cuando se ponen un poco pesados.

Eso es lo que hace el Señor con cada uno de nosotros.

“Eso no quita también Señor que estando en el mundo actual, percibamos que la pobreza presenta muchos rostros diversos: enfermos, ancianos que son tratados con indiferencia, la soledad que experimentan muchas personas…”

Nada de esto nos puede resultar indiferente, todos estamos llamados a poner en movimiento la “imaginación de la caridad” para llevar el bálsamo de la ternura de Dios a todos nuestros hermanos que pasan necesidad.

Quizás el Señor no nos pida crear una fundación que ayude a las personas que están abandonadas o que duermen en la calle; o los sin techo o los indigentes… o quizás sí, no lo sabemos.

NO SER INDIFERENTES ANTE LA NECESIDAD

Lo importante es no ser indiferentes ante la necesidad de todos nuestros hermanos, de los que tenemos a nuestro alrededor, de los que pasan necesidad…

Qué bonito eso: poner en movimiento la “imaginación de la caridad”.

Y podemos, en este rato de oración o que tú continúes por tu cuenta esta oración, pensando: “Señor, yo ¿ante quién me debo detener? Para escucharlo, para mirarlo, para atender a sus necesidades, para darle una voz de aliento, para ayudarlo en algo concreto, en la caridad” -porque la caridad es concreta.

Hace poco estuvo por aquí un amigo sacerdote cubano y en su parroquia, en El Cobre, en el santuario nacional de Cuba, muy cerca de Santiago de Cuba, en el poblado de El Cobre, donde está la Virgen de la caridad del Cobre.

Caridad

A él se le ha ocurrido con los jóvenes ir haciendo varias canciones y hacer videos y subirlos a las redes.  Eso ha involucrado a muchos jóvenes y le ha ayudado a evangelizar a muchos jóvenes de su pueblo.

Entonces, una de esas canciones, ¿cómo nació? Es bonita la historia: en plena pandemia, un joven se acercó y le dijo: “Oiga padre, yo quiero tocar a Cristo”.

El padre pensó que él quería tocar a Cristo en la Cruz, ahí en un crucifijo que tenía en su despacho muy bonito, grande.

Entonces el joven le dijo: “No, no, yo lo que quiero es ir a tocar a Cristo en las personas que necesitan y en las personas que yo puedo ver a Cristo: en los enfermos, ancianos, pobres, los que están solos pasando en este momento tan duro de la pandemia en necesidad…

¡Yo quiero tocar a Cristo!  Y entonces ahí nació la iniciativa de ir, efectivamente, a atender a esas personas necesitadas, con todas las medidas de bioseguridad, tapabocas, les preparaban alimentos y los iban, sobre todo, a acompañar, a visitar.

En muchos casos, también curaban enfermos, vendaban las heridas… ¡Increíble!

“Yo quiero tocar a Cristo”, te adjunto el link del video:

Yo quiero tocar a Cristo.” Parroquia del Cobre en Cuba,

que es una canción muy bien producida, el video es muy bonito.

Qué bueno que nos quedemos con ese deseo: Yo quiero tocar a Cristo.

Como discípulos tuyos Jesús, estamos llamados a tener ese título: “cristiano”.  El cristiano es el que cuida a las personas, el que cuida al mundo, el que vive la caridad de Cristo.

Y cómo no recordar ese pasaje de san Mateo:

““Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, peregrino o desnudo, enfermo o en la cárcel y no te asistimos?”  Entonces les responderá: “En verdad les digo que cuanto dejaron de hacer con uno de estos más pequeños, también dejaron de hacerlo conmigo””

(Mt 25, 44-45).

Acudimos a nuestra Madre: Madre de la misericordia, consuelo de los afligidos, para que nadie en este mundo se sienta solo, que noten la presencia de Dios a través del cariño de nosotros los cristianos.


Citas Utilizadas

Gal 1, 6-12
Sal 110
Lc 10, 25-37
Mt 25, 44-45

Reflexiones

Señor, yo ¿ante quién me debo detener? Para escucharlo, para mirarlo, para atender a sus necesidades, para darle una voz de aliento, para ayudarlo en algo concreto, en la caridad.

Predicado por:

P. Santiago

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