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ESCUCHAR A DIOS Y NO AL GPS

David y Goliat

Esta semana hemos estado leyendo el libro de Samuel, que nos ha acompañado durante la primera lectura de toda la semana.
Y es llamativo como Samuel va teniendo esta relación con Dios desde que es muy chiquito, ¡cómo Dios le llama! Ya hemos reflexionado con esto en otra de las meditaciones de 10 minutos con Jesús.

EL REY ES DIOS

Pero, yo quería fijarme ahora en alguna cosa que, tal vez, a veces, no nos damos mucha cuenta.
Ayer, Samuel se enfrenta con el pueblo que le pide que le escoja un rey. Y Samuel no quiere elegirles un rey, porque se da cuenta que el rey es Dios y ha sido el rey del pueblo de Israel desde el principio; y que buscar otro rey implica desobedecer, o buscar otras cosas fuera de Dios.

Sin embargo, Dios le dice que siga la voluntad de los judíos, que les consiga un rey.
En la lectura que leemos hoy aparece, justamente, ¡quién va a ser ese rey! Y dice:

«Había un hombre de Benjamín, llamado Quis, hijo de Abiel, hijo de Seror, hijo de Bekorat, hijo de Afiaj. Hijo de Benjaminita el hombre estaba en muy buena posición. Tenía un hijo llamado Saúl, joven aventajado y apuesto. No había entre los israelitas otro más apuesto que él; de los hombros para arriba sobresalía por encima de todos los demás.

(1Sm 9, 1-2)

EL TIPO MÁS GUAPO DEL PUEBLO

Así empieza la redacción, y llama la atención: ¡El tipo más guapo del pueblo! Samuel que no quiere cumplir la voluntad de Dios, y Dios que escoge al tipo más alto y guapo del pueblo, para que sea justamente el Rey qué pide el pueblo.

En la vida de Samuel se va a producir muchas veces estas cosas: que él no quiere hacer algo y de repente “Dios le dice que lo haga”. Samuel cree que no es lo más prudente, pero Dios tiene sus propios planes.

Y yo pensaba que esto en nuestra vida puede ser algo bastante similar… Hay ocasiones en las que nos encontramos con “formas” que no nos gustaría que estén presentes. Con algo de nuestra propia familia: el carácter de alguno de los nuestros o una situación que tal vez no nos termina de convencer…

Tal vez el divorcio o las segundas nupcias de alguien más o aceptar algo que -no sé- tal vez, sea una cosa que vaya un poco contra la moral… tal vez en nuestra familia o en nuestros allegados…

¡DÉJALO IR!

Y nos encontramos en la misma situación que Samuel, que decimos: ¡Pero esto está mal! ¡Esto no se debería hacer! Y el Señor nos dice: ¡Déjalo ir! ¡Déjalo así!

Nos dice igual que le dice a Samuel: ¡Les nombras un rey! Es más, nos dice: ¡Facilita las cosas para que eso se dé! Hace que se pierdan unas burras y así Samuel encuentra a Saúl.

Y es que, en los planes de Dios, las cosas no siempre van con la misma lógica humana. Por supuesto que hay que cuidar las cosas que Dios nos pone y que tenemos que luchar por vivir la ley de Dios.

“El que me ama, guardará mis mandamientos”.

(Jn 14,21)

Esto nos lo dice el Señor con mucha claridad, pero lo que no podemos hacer: es estar imponiendo los mandamientos a todos los demás. Esta es una cosa que nosotros tenemos que vivir, explicar, dar ejemplo, dar testimonio viviente de todo esto.

Pero no podemos ir exigiendo a todo el resto, que se comporte como nos parece que deberían comportarse. Porque muchas veces Dios permite estas desviaciones o estas cosas, que no son tan ortodoxas, para luego convertir el corazón de las personas. Como el que cambia de dirección.

EL GPS SIEMPRE PUESTO

El otro día estaba pensando ¿Qué pasaría si tuviéramos “imagínate” el GPS siempre puesto?

El otro día, me estaba yendo a un sitio, y puse el GPS, y me di cuenta que iba a cambiar yo la dirección. ¡Imagínate si el GPS tuviera su propio pensamiento! Ese día entonces, no seguí la instrucción que me daba el GPS…

En este caso era Waze y se pone a recalcular… Pues nos vamos a imaginar que este Waze es una persona: entonces dice: -Gire a la derecha y uno no gira a la derecha, sino que sigue recto.

Y entonces Waze se pone bravo, y se pone a decir: – ¡Pero te dije que gires a la derecha! ¿Por qué no me haces caso? Te das cuenta que así te ahorras 15 minutos. – Entonces yo digo: ¡Pero yo quiero ir recto!

UN WAZE MALHUMORADO

Y empieza un dialogo entre el conductor y el Waze. Y el Waze se pone bravo y se calla, y ya no te quiere ayudar o te hace la ley del hielo… sería ridículo y no te serviría ni de guía, ni de ayuda, ni de nada. ¡Sería el Waze malhumorado!

A veces en nuestras vidas hacemos de Waze malhumorado, y la gente no quiere seguir las instrucciones, no quiere ir por el camino que lleva al cielo, sino que quiere irse por otros lados.

Y nosotros, lo que no podemos ser es, encima de malhumorados, hacerles la vida más difícil. Tenemos que, de nuevo, ir recalculando, para ayudarles a llegar al cielo, que ¡eso es lo importante!

¡Lo importante es salvarse! Y, no serán todas las cosas como soñamos, nunca será como nosotros pensamos que es lo ideal. Porque Dios tiene a veces otros planes, y la libertad humana está sobre todas las cosas.

NUESTRA LIBERTAD

Solo teniendo esta libertad, es que somos meritorios de las cosas que hacemos, porque tenemos la opción de equivocarnos y de hecho nos equivocamos; y después podemos acercarnos a Dios para pedir perdón y Dios nos perdona, y nos lleva de nuevo a su redil.

Pero, ¿Cómo actuamos con las personas que están a nuestro alrededor? ¿Cómo lo hace Samuel? Samuel, que va haciendo lo que Dios le pide. Y tiene que ir y nombrar a Saúl rey; y después tiene que ir a decirle que ya no va a ser rey…

Y después tiene que buscar a David, y cuando va a buscar a David, le presentan a todos los hijos de Isaí, que son ocho hijos.

Y él entonces ve, que los mayores son apuestos, fuertes, que harían muy bien el papel de rey.

Pero Dios, que conoce los corazones, le dice que no y Samuel vuelve a hacer caso a Dios.

SAMUEL UNGE A DAVID

Es, no dejarse llevar por las impresiones, no dejarse llevar por lo que parece que está correcto, sino que Dios le dice que tiene que elegir al último. Y, de hecho, no comen, sino que le pide a Isaí que traigan al último, que nadie pensaba que podía ser él el elegido y cuando llega David, le unge.

David era el más pequeño de todos, el de mejor ver, algunos dicen que era hasta un poco afeminado en el sentido que era muy guapo, muy delicado -por decirlo así-.

Pero después se demostrará que era el hombre que tiene el corazón más grande, un corazón a medida de lo que le gusta a Dios.

Y, esto es lo que pasa, porque Dios conoce los corazones, Dios sabe lo que pasa adentro.

NUESTRAS HISTORIAS PERSONALES

Dios sabe que, nuestras historias personales, a veces pasan por el fracaso, por la decepción, pero que cuando somos constantes y le seguimos buscando, entonces siempre encontraremos esa luminosidad final, esa forma de llegar al Reino de los Cielos, que es lo importante.

En esta vida lo más importante es ganarse el Cielo, no cumplir exactamente las reglas. A veces, somos un poco fariseos en ese sentido.
Tenemos que pedirle al Señor:

“Señor, hoy que estamos haciendo este rato de oración, estamos conversando contigo, que te queramos de corazón y que sepamos escuchar tu voz en nuestros corazones.

Cuando nos pides que “dejemos pasar las cosas”, que no nos “atoremos” con las cosas que nos parece que te ofenden, porque Tu mismo eres el que manejas todo y Él que delimita las cosas, y reconduces”.

EL REINO DE LOS CIELOS

En esta vida Dios nos prepara para la siguiente, lo importante es el “Reino de los Cielos”. Y para ganarse el Reino de los Cielos hay que tener un corazón libre, que escoja las cosa bien.

A veces esa libertad nos lleva por caminos que no son tan buenos, pero que, si somos constantes y le damos la posibilidad al Señor de que siga actuando en nuestros corazones, pues nos “reconducirá”.

Eso es lo que le pedimos hoy. Y se lo pedimos hoy a través de nuestra madre la Virgen, porque la Virgen María es la reina del GPS, es la que siempre nos hace, una y otra vez, volver a Jesús.

“Haced lo que Él os diga”, nos lo dice al corazón. Le pedimos que siempre la escuchemos a ella también. Gracias Madre, porque nos escuchas y te pedimos que nos ayudes a estar siempre cerca de tu Hijo.

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