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María, Adulta en la Fe

Maria adulta en la fe

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Voy a compartir o mejor dicho a transcribir del libro El Silencio de María de autoría del padre Ignacio Larrañaga, una serie de hermosas reflexiones sobre la Madre. Pero primero con este libro vamos a viajar en el tiempo y en el espacio a donde se suscitaron los hechos: Nazaret.

¨Nazaret era una aldea insignificante, en el país norte de la Palestina septentrional, con una fuente en el centro de la población, rodeada de un campo relativamente fértil, resaltando el valle de Esdrelón. Aquí vivía María. Según los cálculos de Paul Gechter, si partimos de las costumbres de la Palestina de aquellos tiempos; María tendría en esta época como unos trece años. (Paul Gechter, op. cit. p. 139-143). Bástenos saber, por ejemplo, que, en aquellos tiempos, la ley consideraba núbiles a las muchachas, a los doce años, y generalmente a esa edad eran prometidas en matrimonio. En todo caso, María era una jovencita¨.

LA ANUNCIACIÓN

La escena de la Anunciación está palpitando de una concentrada intimidad. Para saber cómo fue aquello, y qué aconteció allí, es necesario sumergirse en esa atmósfera interior, captar más por intuición que por intelección, el contexto vital y la palpitación invisible y secreta de María.

¿Qué sentía? ¿Cómo se sentiría en ese momento, la Señora?

Suposiciones de María

Lo que vamos a leer a continuación es un relato lleno de suposiciones de cómo estaría María en su interioridad cuando «El Ángel vino y le dijo llena eres de gracia». Leamos con atención.

¿Cómo fue aquello?,

¿sucedió en su casa?, ¿quizás en el campo?,

¿en el cerro?,

¿en la fuente?,

¿estaba sola María?,

¿fue en forma de visión?,

¿el Ángel estaba en forma humana?,

¿fue una alocución interior, inequívoca?,

El evangelista dice: “entrando el Ángel donde estaba ella” (Lc 1,28). Ese “entrando” ¿se ha de entender en su sentido literal y espacial?.

Lo que sí sabemos, con absoluta certeza, es que, la vida normal de esta muchacha de campo, fue interrumpida de forma sorprendente, por una visitación extraordinaria de su Señor Dios.

Primeramente se le anuncia que será Madre del Mesías, ese había sido el sueño dorado de toda mujer en Israel, particularmente desde los días de Samuel.

Entre el saludo del Ángel y esta fantástica proposición la joven quedó “turbada”, es decir, confusa, como la persona que no se siente digna de todo eso; en una palabra quedó dominada por una sensación, entre emocionada y extrañada.

La Extrañeza de María

Pero la extrañeza de María debió ser mucho más todavía, con la segunda notificación: que dicha maternidad mesiánica se consumaría sin participación humana, de una manera prodigiosa.

Una nube de dudas y preguntas se habría venido sobre la joven; es verdad que Sara concibió a los 90 años, es verdad que mi tía Isabel ha quedado grávida a edad avanzada… pero, en mi caso, toda imaginación ha sido superada ¡sin participación humana! Jamás aconteció cosa semejante.

Todas las normalidades se fueron al suelo… ¿Será posible? Nadie puede enterarse de esto, yo sola con el secreto en el corazón, y si la noticia se divulgara, nadie la podría acreditar ni aceptar, van a decir que estoy loca; cuando José se entere ¿qué dirá? Dios mío,¿qué hago?, ¿qué respondo?

María Adulta en la Fe

Y la pobre muchacha salta, solitariamente como adulta en la fe, por encima de todas las perplejidades y preguntas, y llena de paz, humildad y dulzura, CONFÍA Y SE ENTREGA ¡Hágase! Está bien, Padre mío.

“María se expone al riesgo, y da el sí de su vida sin otro motivo que su fe y su amor.
Si la fe se caracteriza, precisamente, por la decisión arriesgada y la soledad bajo la carga impuesta por Dios, la fe de María es la única. Ella es el prototipo del creyente.”

He aquí el impresionante “Hágase” de una jovencita que vivió de cara a Dios, entregada totalmente a su voluntad.

Una fe adulta. Una fe sin condiciones, un Sí total, venga lo que venga, porque María no dio un Sí solo a la maternidad, sino a todo lo que iba a venir. ¡Ruega por nosotros Santa Madre de Dios!

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