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¿Cómo Se Rezan Los Salmos?

La palabra que nos cambia
MANERAS DE VIVIFICAR LA ORACIÓN CON LA AYUDA DE LOS SALMOS:

Transcripción de una parte del libro Salmos para la Vida del Padre Ignacio Larrañaga

“Sabemos que los salmos son la flor y el fruto de un largo romance mantenido entre Dios y el hombre». 

Cada uno de los salmos nace en circunstancias históricas diferentes, escritos por diferentes salmistas, nacidos en diferentes épocas de la historia de Israel.

En resumen, a través de los salmos, Israel y la Iglesia arrastran a la presencia de Dios la vida entera; con sus preocupaciones, esperanzas , desalientos, rebeldías y sumisiones, imprecaciones y alabanzas.  Lo importante es que no se produzca la dicotomía entre la vida y la oración…

En este sentido el Salterio puede ser una magnífica encrucijada en que se den cita y se encuentren Dios y la vida.  Concretamente, ¿qué hacer para que el rezo de los salmos sea un surtidor inagotable de vida?

La solución profunda, y el secreto verdadero, está siempre dentro del hombre:   Un paisaje incomparable contemplado por un espectador triste, siempre será un triste paisaje.

Para un melancólico, una espléndida primavera, será siempre un otoño lánguido.

Un salmo en un corazón vacío, es un salmo vacío.  Un salmo resonando en un corazón henchido de Dios, queda cuajado de presencia divina.

¿CÓMO VIVIFICAR EL CORAZÓN PRECISAMENTE CON LA AYUDA DE LOS SALMOS?
Primero:  Estudio

Cuando hablamos de estudio no estamos refiriéndonos  a un abordaje intelectual y técnico de los salmos, sino a un conocimiento personal de los salmos.

Supongamos que en un día de retiro en medio de un tiempo fuerte; llamamos tiempo fuerte al tiempo que reservamos para estar con el Señor en silencio y soledad, tomamos determinado salmo.

Se trata de “vivirlo”, esto es, de hacer reposadamente una verdadera oración, utilizando las palabras del salmo como vehículo y apoyo.

Puede suceder que algunos versículos o el salmo entero despierte profundas resonancias en el alma, en este caso se subrayan esas palabras o se anotan en un cuaderno personal colocando al margen una palabra que signifique lo que el salmo evoca:  confianza, liberación, adoración, alabanza.

También puede suceder y sucede con mucha frecuencia que un salmo o un versículo un día no me diga nada y otro día  nos evoque resonancias inesperadas.

 

Segundo:  Selección personal

Después de rezar los salmos haciendo este estudio del que hablamos anteriormente, se adquiere conocimiento personal de los salmos de tal manera que cada cual sepa dónde encontrar alimento adecuado según sus estados de ánimo y las necesidades espirituales diarias.

Tercero:  Vivificar

Toma un salmo previamente conocido mediante el estudio personal, según las necesidades espirituales del momento.

Comienza leyéndolo despacio, hay que comenzar en primer lugar por tratar de entender  el significado, alcance y aplicación de las palabras leídas, después hay que dar paso al corazón, se trata de decir con toda el alma las expresiones más evocadoras, asumiendo vitalmente lo que pronuncias, mientas se repiten las palabras más expresivas, el alma se deja contagiar por aquella vivencia profunda que sentirían los profetas y salmistas, dejarse arrebatar por la presencia viva de Dios, dejarse envolver por los sentimientos de admiración, contricción, interioridad, adoración de  que están impregnados los versículos.

¿Qué conseguimos? Avanzar en la oración y crecer en la amistad divina y vivificar la Palabra de Dios”. Hasta aquí la transcripción.

En la Pequeña Pedagogía, que habíamos transcrito en el artículo anterior, en el subtítulo Salmos, encontramos el punto 10 que dice:

10.-   Los salmos no se leen, se rezan.  Ten anotados en tu cuaderno los salmos que más “te dicen”, clasificados según diferentes sentimientos como admiración, gratitud, comprensión, alabanza…

Esfuérzate por sentir con toda el alma el significado de cada frase, identificando tu atención y emoción con el contenido de las frases, expresándolas con el mismo tono interior que sentían los salmistas.

Colócate imaginativamente en el corazón de Jesucristo, y trata de sentir lo que Él sentiría al pronunciar estas mismas palabras.

Con la ayuda del Espíritu Santo trata de identificarte con la disposición interior de adoración, asombro y acción de gracias del corazón de Jesús, en el espíritu de los salmos.

Cuando vamos a orar o rezar, debemos siempre recordarnos lo que nos narran los Evangelistas en tantas partes del Nuevo Testamento

“Jesús se dirigía a un lugar apartado a solas en la noche a orar”:   Mateo 14: 23, Mateo 24: 3. Marcos 1:35, Marcos 6 :46, Lucas  6: 12, Lucas 9: 28. Lucas 11:1, Lucas 5: 16, Juan 8:1.

Imaginar a Jesús en la noche estrellada, solo, hablando con su Padre, rezando los salmos,

¿cómo se habrá sentido cuando rezaba los salmos?,

¿qué habrá sentido cuando los salmistas alababan al Padre?  

Debemos adentrarnos en el Corazón de Jesús y así poder rezar los salmos.

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