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Reglas para el discernimiento de los espíritus

Relgas para el Discernimiento de los espíritus
Reglas para el discernimiento de los espíritus

Escrita por Ludovico María Barrielle

Tomadas del libro de los Ejercicios Espirituales entregados por la Madre de Dios a San Ignacio de Loyola

“¿Es esto pecado?”… Para una persona de una conciencia medianamente formada no es difícil dar respuesta a esto ante una situación determinada.  En el Libro Reglas para el discernimiento de los espiritus, podemos encontrar discernimiento, para aclarar nuestras dudas.

Discernir entre lo bueno y lo malo, entre la gracia y el pecado, entre la luz y la oscuridad, aún en nuestra relativista época, es “relativamente” fácil. Los mandamientos están claramente dados y la ley moral natural inscrita en nuestro corazón (cfr. Rm 2,15) nos dan una suerte de convicción al respecto.

Pero preguntas como: “¿Esto es lo que Dios quiere de mí?”, “Ante estas dos cosas buenas que se me presentan ¿cuál debería escoger?”, “¿Este sentimiento proviene de Dios o del Demonio… o tal vez de mí?”, “¿debo abandonar este estado que hasta ahora he creído un llamado de Dios?”… no son tan fáciles de responder.

Hemos conocido a lo largo de los años personas de sólida vida espiritual, que viven habitualmente en estado de gracia, que manifiestan una bien estructurada formación y que, sin embargo, han tenido que sufrir por decisiones tomadas a la ligera, por actos poco meditados y sopesados.

Todo esto por una sola razón: ¡falta de discernimiento! Y es que discernir no siempre es fácil; se requiere oración, mortificación, meditación y una adecuada dirección. Y aun así se podría fallar por no seguir los adecuados criterios. Es cierto que ante una decisión que se creía voluntad de Dios -y al final no lo sea- no se puede alegar pecado alguno. No obstante, las consecuencias de no saber entender las mociones del Espíritu en el mejor de los casos frustran gracias que deberíamos haber recibido y en el peor de los casos, nos trae sufrimientos innecesarios que en ocasiones lastiman también a los que amamos. ¡Por eso es tan importante aprender a discernir!

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