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P. Josemaría

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MATEO SOMOS TODOS

“Allí donde están vuestros hermanos los hombres, allí donde están vuestras aspiraciones, vuestro trabajo, vuestro encuentro cotidiano con Cristo.” (San Josemaría)

(Se escucha un audio:)

“Allí donde están vuestros hermanos los hombres, allí donde están vuestras aspiraciones, vuestro trabajo, vuestros amores, allí está el sitio de vuestro encuentro cotidiano con Cristo.

            “En un laboratorio, en el quirófano de un hospital, en el cuartel, en la cátedra universitaria, en la fábrica, en el taller, en el campo, en el hogar de familia y en todo el inmenso panorama del trabajo, Dios nos espera cada día.

            “Despacito y buena letra, el hacer las cosas bien importa más que el hacerlas…”

San Josemaría Escrivá.  Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer, 113)

(termina el audio).

FIESTA DE SAN MATEO

Quise comenzar esta meditación de la fiesta de hoy, hoy es fiesta de san Mateo apóstol y evangelista, aquel al que el Señor fue a buscar en medio de sus ocupaciones habituales; ahí a su trabajo de recaudador de impuestos.

Quise comenzar con este audio de san Josemaría, de una homilía muy famosa pronunciada en el campus de la Universidad de Navarra, en donde, precisamente, nos recuerda que estamos todos llamados a encontrarnos a Dios.

Allí en nuestras tareas habituales, como Mateo, en nuestro trabajo, en nuestra familia, en el salón de clases… decía san Josemaría, en el quirófano de un hospital.

LOS ACONTECIMIENTOS SON PARA TODOS LOS HOMBRES

detiene

Es que todos los pasajes de la vida de Jesús, de Ti Señor, tienen un sentido histórico, han sucedido cosas.  Hace dos mil años sucedieron, en el tiempo, en lugares concretos de la Tierra Santa, con personas determinadas, con nombre y apellido.

Sin embargo, nuestro Señor Jesucristo que vino a salvar a todos los hombres de todos los tiempos, quiso que aquellos acontecimientos no solo sirvieran para las personas de su época, sino para todos los hombres que habrían de venir.

Por eso, podemos decir que aquellos acontecimientos históricos que recoge el Evangelio van más allá de la historia, porque también -tú y yo- de alguna manera, estamos allí metidos.

ÉL SE LEVANTÓ Y LO SIGUIÓ

Hoy que celebramos la fiesta de san Mateo y leemos en el Evangelio un pasaje muy conocido (escrito por el propio Mateo, porque es apóstol, pero también evangelista), nos podemos ver reflejados ahí.

Te lo leo, es muy cortito, fue de una sencillez increíble.  Dice así:

“Vio Jesús, al pasar, a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos y le dijo: “Sígueme”.  Él se levantó y lo siguió”

(Mt 9, 9).

La respuesta fue inmediata y es lo primero que me llama la atención y por eso quise comenzar con este audio de san Josemaría, que Jesús fue a buscarlo como nos busca a ti, a mí, a su ocupación habitual, es Jesús quien pasa a su lado.

DIOS NOS BUSCA

Es Jesús quien va a buscarlo a su lugar de trabajo y, como decíamos, ese momento, esa llamada, no la hizo Jesús solo a Mateo, sino que Mateo es cada hombre, cada mujer; Mateo somos todos, porque nuestro Señor vino a redimir a todos los hombres de todos los tiempos.

Como para que no se nos haga raro que a nosotros Jesús también nos busca en nuestras casas, entre nuestros amigos.  Allí nos llama Dios, porque Tú Señor no nos llamas a una vida de ermitaños.

Un ermitaño, eremita, era una persona que elegía profesar una vida solitaria y escéptica, sin contacto permanente con la sociedad que, viendo lo mal que estaba el mundo, se apartaba para no contaminarse.  Pensaban que para encontrar a Dios había que apartarse de la gente.

RETIRO

A veces nos puede servir, puede ser bueno -por ejemplo- hacer un curso de retiro de unos cuantos días en completo silencio y apartarnos de las personas y de las ocupaciones para estar a solas con Jesús.

Pero esto lo hacemos muy de vez en cuando, una o dos veces al año y justo lo hacemos para que, al volver, al volvernos a encontrar con esas personas y con esas cosas, lo hagamos de una mejor manera.

Que nos puedan decir: “Oye, ¡qué bueno que volviste! Y ¿cuándo te vuelves a ir?”  Pero, no precisamente porque no nos quieren cerca, sino como diciéndonos: “Es que regresas transformado, regresas mejor”.

Es una maravilla hacer un curso de retiro, te lo recomiendo.

JESÚS NOS LLAMA COMO A MATEO

Mateo

Pero fuera de esos tiempos de soledad, el resto del tiempo, Jesús nos llama como a Mateo, a encontrarlo y a luchar por estar cerca de Él en medio del mundo.

Volviendo la atención en la llamada de Mateo, además de que lo va a buscar a su lugar de trabajo, como a ti y a mí, otra cosa que me gustaría pensar es que Mateo estaría bien metido en su trabajo.

El año pasado te platicábamos, en esta fiesta, de un cuadro de un pintor italiano llamado Caravaggio, que recoge, precisamente, la vocación de san Mateo.<  Un cuadro muy especial porque podríamos decir que resume, en una pintura, cómo es el proceso de vocación de una persona.

Un cuadro que no se encuentra en un museo, sino en una iglesia en Roma llamada San Luis de los franceses, cerca de Piazza Navona, cerca también de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz (donde yo estudiaba teología y algunos de los sacerdotes que aquí predican).

Por eso te hemos platicado tanto de este cuadro, porque lo teníamos cerquita.  Tú lo puedes tener también cerquita, sin viajar a Roma.  Te voy a dejar una dirección de internet donde puedes verlo, además con un zoom impresionante.

Es www.haltadefinizione.com, allí exponen cuadros de arte espectaculares y los puedes observar con toda precisión.

De hecho, en una ocasión que fui a verlo, estaba una profesora de religión explicando el cuadro a sus alumnos de 14 años y me quedé muy impresionado al escucharla hablar de vocación cristiana con base en esa obra de arte.

¿CÓMO HABRÍA CONOCIDO JESÚS A MATEO?

En ese cuadro, Caravaggio recoge una idea de la vocación cristiana que no es que venga en el Evangelio del pasaje que te acabo de leer, de la fiesta de hoy, pero sí en muchos otros pasajes y que responde a la pregunta: ¿Y cómo habría conocido Jesús a Mateo?

Porque sabemos que, entre los apóstoles, eran primos, eran amigos, discípulos de Juan Bautista, incluso hermanos y fueron ellos los que llevaban a esos hermanos, a esos amigos.

Pero Mateo no era amigo de ninguno de ellos. ¿Cómo habría sido entonces ese encuentro? ¿Tú qué te imaginas?

Quizás nos sirva para nuestra meditación, imaginar que un buen día llega Pedro con carita de mal humor y se dio el siguiente diálogo con Jesús:

  • Hola Pedrusco, ¿de dónde vienes?
  • Ni me recuerdes Señor, vengo de pagar mis impuestos.
  • Ah sí, ¿y quién es aquel que recauda impuestos?
  • Pues un tal Mateo, un hombre que trabaja para los romanos. Pero es que si lo conocieras… es meticuloso, como pocos.  No perdona ni un centavo.
  • Pues fíjate que sí me gustaría conocerlo, le dice Jesús a Pedro. ¿Por qué no me lo presentas?

Y Pedro poniendo cara de: no puedo creer lo que estoy oyendo, le dice:

  • Señor, ya te dije que no te va a caer bien.
  • Insisto, llévame Pedro, llévame con él.

Entonces Pedro, como ya lo has visto en otras ocasiones que se resiste… aquel de: “Señor, ya hemos pescado toda la noche…” o aquella vez de: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.

Pedro es una maravilla, porque es apasionado, dice lo que piensa, pero al final, siempre acaba confiando en Ti Señor y, una vez más, lleva efectivamente a Jesús a conocer a Mateo y se da lo que acabamos de leer: cómo Jesús lo llamó,

Porque en ese cuadro aparece Pedro que introduce a Jesús con Mateo.  Te digo que no es que venga en el Evangelio, pero nos sirve para nuestra oración y nos sirve también a todos nosotros que estamos llamados a llevar a Jesús a todas las personas con las que, día a día, nos encontramos.

DEJAR ALGO EN LAS PERSONAS QUE NOS ENCONTRAMOS

Mateo

Primero como los apóstoles: llevarle a los hermanos, llevarle a los primos, a los amigos.  Como esos cuatro amigos que llevaron a su amigo paralítico… pero esa es otra historia.

Pero después, también podríamos dejar algo en todas las personas con las que nos encontramos cada día, aunque no las volvamos a ver: con el del taxi, el peluquero, el poli que amablemente te abre la puerta de aquel edificio…

Y ¿por qué no? También con el funcionario de gobierno al ir a pagar tus impuestos.  Digamos que con el “Mateo en turno”; o sea, primero a nuestros más cercanos, pero luego, a todos.

Sin embargo, aquel encuentro entre Jesús y Mateo no fue un encuentro casual.  Seguro que ya se habían visto antes, pues en la ciudad donde trabajaba Mateo -en Cafarnaúm- Jesús hizo muchos milagros.

Mateo, probablemente, lo habría visto quizá hacer alguno y vendría madurando, en el fondo del corazón, aquella idea de seguirlo, pero se sentía indigno; pensaría que él no era del grupo de amigos de Jesús.

Por eso, ya te puedes imaginar cómo se le habría encendido el corazón aquella vez que Jesús fue a buscarlo; al descubrir que Jesús contaba con él.

SIN DUDARLO DOS VECES

Terminamos nuestra meditación con esta otra esencia de la llamada.  Es decir, es como un toque de genialidad, que quien descubre su vocación se siente totalmente agradecido, como que no se lo merece y, entonces, se lanza como se lanzó Mateo.

Inmediatamente, sin dudarlo dos veces, una alegría de haber descubierto que, efectivamente, a pesar de nuestros errores y de nuestras miserias, el Señor nos llama.

No es casualidad que el Papa haya escogido el lema de su escudo papal, precisamente de estas palabras: Miserando Atque Eligendo.

Teniendo misericordia de Mateo, Jesús lo escogió.

Terminamos acudiendo, como siempre, a la Virgen María: Madre nuestra, tú que le dijiste que sí al Señor, ayúdanos a que vuelva a poner en nuestros labios esa misma disponibilidad ante la llamada que a ti te hizo.

“He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según Tu palabra”

(Lc 1, 38).


Citas Utilizadas

Ef 4, 1-7. 11-13

Sal 18

Mt 9, 9-13

Lc 1, 38

San Josemaría Escrivá.  Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer, 113

Reflexiones

Señor, ayúdame a ser como Mateo, a dejar todo y seguirte.

Predicado por:

P. Josemaría

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